María de las Nieves González
H.
Señala
Echart Tollé, que el estudio de la mente no es suficiente para resolver los
problemas de la mente y tampoco el estudio de la locura es suficiente para generar cordura. Puede asumirse que la mente
humana es una máquina multifactorial en la que convergen aspectos fisiológicos,
genéticos y experienciales, lo cual
complica las cosas, es decir, dependiendo del componente genético y las
experiencias vividas, los seres humanos pueden responder de forma muy diferente
a un mismo estimulo externo.
Julio
Olalla, dice que “a través nuestro hablan nuestros ancestros, hablan
tradiciones muy específicas. Nosotros venimos de una historia anterior al haber
nacido, y somos historia desde que nacemos. Y esa historia es la que nos
constituye”.
De
forma sencilla y coloquial, “EGO” significa SER, YO. Desde una perspectiva
psicológica, el Ego es el “YO” y puede definirse como conciencia de sí mismo,
orgullo sobre uno en primera persona. Bajo esta acepción, el ego tiene grados y
dependiendo de la autoestima, sus experiencias e historia personal, el hombre
puede presentar diferentes niveles de ego, al punto que se puede llegar a ser
ególatra, es decir, petulante.
La mente humana construye una imagen del ser, hacer o
pensar sobre sí mismo y en respuesta a esos modelos mentales creados, la
persona actúa de determinada manera para defender dicha imagen de forma que los
demás la perciban como el personaje construido. Es decir, la gente hace un
esfuerzo por responder al patrón creado por su ego; por lo general ese esfuerzo
suele ser inconsciente como inconsciente también es la imagen construida del
ser. Solo auto analizándose y haciendo consciente el diseño que cada quien
tiene de su YO personal, es como el hombre logra poner en perspectivas claras
su forma de ser y proceder, sus potencialidades y debilidades.
El
ego tiene también un sentido espiritual y bajo esta perspectiva, el hombre se
considera a sí mismo diferente de los demás y dependiendo del nivel del ego, el
ser humano se identifica con el principio de Dios en su interior, es decir el
Alma, en distintos niveles. Si el ego es alto, el hombre se identifica menos
con el Alma o con el principio de Dios en su interior y viceversa. Entonces,
se es más o menos espiritual según el egocentrismo de cada persona.
El
trabajo de coaching es complejo y los resultados que se obtienen pueden ser más
o menos fructíferos dependiendo por un lado de la persona que es coachado y por
el otro de la experiencia y formación que el coach tenga en su haber. Un Coach
es una persona que acompaña a otra en un proceso de transformación de una
situación que a juicio de quien solicita el servicio de coaching, requiere el
apoyo de un tercero para pasar de una realidad a otra, tomando decisiones
cruciales para mejorar su vida y satisfacer deseos no cumplidos. El Coach acompaña al individuo en el
transcurso del cambio, pero no lo genera y tampoco debe interferir en el
proceso como no sea para apoyar a la persona en el “darse cuenta” de las
opciones que puede tener al frente y la verificación de los compromisos que
libremente asuma.
Ahora
bien, si el ego es el YO y este tiene niveles y además la complejidad de la
mente humana crea modelos preconcebidos de la personalidad que se tiene y como
debe mostrarse ante el mundo, un buen Coach debe realizar un gran trabajo
consigo mismo para dominar ese ego hasta lograr la habilidad de separarlo al
menos durante sus sesiones de coaching para evitar que este domine o conduzca
dichas sesiones solo por el hecho de satisfacerse a sí mismo y mostrar la pantalla
o modelo creado del deber ser, de querer tener la razón, sentir la necesidad de
que otros agradezcan las ideas y opiniones personales en la solución de
conflictos, etc.
He
allí el gran reto del Coach, dominar sus instintos, emociones, controlar su
mente para permitir que su trabajo sobre el coachado tenga éxito, es decir se
mantenga en el tiempo generándole a éste satisfacción porque fue producto de su
creación y no resultado de los consejos del Coach.
Existe
entonces un gran desafío para quien desea formarse como Coach. Este desafío consiste
en trabajar su propio ego, auto conocerse lo suficiente para identificar los
factores que disparan en sí mismo ese ego y los deseos de sentirse reconocido,
estimado, halagado, enaltecido, etc. Se
trata de un trabajo interior para sacar de sí su potencialidad y reforzar sus
carencias y limitaciones, eliminando sus
miedos, solo así un Coach podrá brindar un servicio óptimo de coaching.
Pero
para efectuar ese trabajo consigo mismo y después acompañar a otros, el Coach
debe recurrir a una serie de valores y principios éticos y morales. Los valores
son parámetros de vida para conducirse en sociedad, cuando se adolece de estos,
el ser humano suele sustituirlos por cualquier sistema de pensamientos o directrices
externas, de allí la importancia de seleccionar como Coach a una persona fiable
cuya trayectoria de vida demuestre coherencia entre lo que dice y hace, la
reputación entonces juega un papel crucial y no desde que la persona se
certifica como Coach sino desde siempre. Hay que saber seleccionar al Coach,
hay que profundizar en la formación y trayectoria de esa persona.
En
general, la definición de cualquier buen profesional va más allá del tecnicismo
y conocimiento adquirido con el estudio.
Un buen profesional debe primero ser buena persona, y es aquí donde los
valores y los principios éticos y morales juegan un gran papel. Entre los
principales valores que debe poseer un buen Coach destacan: la integridad,
honestidad, lealtad, responsabilidad, compromiso, discreción y prudencia.
Para un Coach, el valor de la
integridad significa poseer control emocional y respeto por sí mismo y por los
demás; una persona íntegra es disciplinada, directa, puntual, leal, pulcra, transparente y firme en sus acciones, es decir es atenta, coherente, correcta e
intachable. La integridad es el estado de plenitud, es decir es algo que tiene
todas sus partes intactas o puras. Es una cualidad de quien tiene entereza
moral, rectitud y honradez en la conducta y en el comportamiento. Una persona
íntegra es alguien en quien se
puede confiar porque piensa, se expresa y actúa en concordancia con el
compromiso asumido. Un Coach integro llevará adelante sesiones apegadas a la
normativa ética de la profesión sin transgredir barreras solo porque su ego así
lo requiere para sentirse bien ante el reconocimiento externo.
La honestidad por su parte, se refiere a permitirle al hombre encontrar su
camino en la vida al ubicar la actividad para la cual se tiene mayor vocación o
mayores habilidades, lo cual le generará felicidad. Un Coach honesto consigo
mismo acompañará al coachado al logro de su objetivo sacando de él su mayor y
mejor resultado en el tiempo que amerite el proceso y no en el tiempo que le
genere mayor beneficio al Coach.
El valor de la lealtad, en términos de coaching, se
refiere a la cualidad de aquellas personas que acatan las leyes o cumplen los
acuerdos, tácitos o explícitos con los que se comprometen. Un Coach leal no permite que su ego conduzca
las sesiones de coaching porque iría contra sus propios principios y valores
acordados previamente con el coachado al inicio del servicio. Vivir el valor de
la lealtad significa respaldar al coachado en su proceso de “darse cuenta” y
acompañarlo en el transitar del presente al futuro donde éste desea llegar. Lo
contrario a la lealtad es la traición.
Poseer el valor de lealtad significa conducirse por el camino de la
rectitud, sin apartarse de sus principios, de sus ideas y de su filosofía de
vida, llevando al coachado a la consecución de los objetivos trazados. Un buen
líder respeta los acuerdos y trabaja en pro del éxito esperado y nunca desvía
los planes por intereses propios.
El valor de la responsabilidad, consiste en ser justo en el trabajo de coaching y estar
dispuestos a hacer algo más con el propósito de cumplir el objetivo y completar
la actividad, estando a gusto con la propia conciencia, por lo tanto un Coach
responsable tratará de separar su ego del trabajo de coaching.
El compromiso, es el valor de asumir ciertas
obligaciones o, adquirir responsabilidades simples ó complejas y
ejecutarlas. El compromiso es
considerado una virtud, ya
que esto suele asegurar el éxito en los proyectos futuros. La importancia del compromiso radica en el hecho de generar confianza por
alguien que con su proceder ha demostrado su responsabilidad y honestidad ante
el cumplimiento de lo acordado o pactado.
El compromiso se construye con el paso del tiempo y el proceder de las
personas; más que las palabras, los hechos demuestran el grado de compromiso
que una persona es capaz de brindar a otros.
Un Coach comprometido adelanta sesiones de coaching colocando por encima
de sus propios intereses los del coachado, respetando sus tiempos durante el
proceso de transformación que se adelanta.
Discreción y prudencia, representa el valor que ayuda a actuar con mayor
conciencia frente a las situaciones ordinarias de la vida, sabiendo cuando
hablar y que decir según el contexto y las circunstancias. Contribuye a
reflexionar y considerar los efectos que pueden producir las palabras y
acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier
circunstancia. La prudencia es tan discreta que suele pasar inadvertida; es
común admirar a las personas que normalmente toman decisiones acertadas, dando
la impresión de jamás equivocarse. El valor de la discreción y la prudencia,
facilita un trato justo y lleno de generosidad hacia los demás, edifica una
personalidad recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en todo y con
todos, generando confianza y estabilidad en los demás, seguros de tener a un
guía que los conduce por un camino seguro. Esta es quizás la cualidad más
importante del Coach porque de ella partirán las demás. Un Coach es un
observador de sí mismo, de su entorno y por supuesto de su coachado y esta
observación es solo posible cuando se hace silencio para escucharse así mismo,
al otro aun cuando éste no exprese palabras solo gestos.
En resumen, los nuevos Coach tienen ante sí un gran
desafío que consiste en trabajar su YO para sacar de si su mejor versión,
apelando a sus principios y valores éticos y morales, controlando su mente y
equilibrando su espíritu para conectarse consigo mismo y conducir a sus futuros
coachados al logro de sus objetivos y metas sin que el ego personal perturbe
los resultados, es decir dejando de lado el ego personal durante las sesiones
de coaching. Mente, ego, valores y coaching, el gran reto de los nuevos Coach.
No hay comentarios:
Publicar un comentario