domingo, 4 de diciembre de 2016

Mente, ego, valores y coaching, el gran reto de los nuevos Coach

María de las Nieves González H.

Señala Echart Tollé, que el estudio de la mente no es suficiente para resolver los problemas de la mente y tampoco el estudio de la locura es suficiente para  generar cordura. Puede asumirse que la mente humana es una máquina multifactorial en la que convergen aspectos fisiológicos, genéticos y experienciales, lo cual  complica las cosas, es decir, dependiendo del componente genético y las experiencias vividas, los seres humanos pueden responder de forma muy diferente a un mismo estimulo externo.

Julio Olalla, dice que “a través nuestro hablan nuestros ancestros, hablan tradiciones muy específicas. Nosotros venimos de una historia anterior al haber nacido, y somos historia desde que nacemos. Y esa historia es la que nos constituye”.

De forma sencilla y coloquial, “EGO” significa SER, YO. Desde una perspectiva psicológica, el Ego es el “YO” y puede definirse como conciencia de sí mismo, orgullo sobre uno en primera persona. Bajo esta acepción, el ego tiene grados y dependiendo de la autoestima, sus experiencias e historia personal, el hombre puede presentar diferentes niveles de ego, al punto que se puede llegar a ser ególatra, es decir, petulante.

La mente humana construye una imagen del ser, hacer o pensar sobre sí mismo y en respuesta a esos modelos mentales creados, la persona actúa de determinada manera para defender dicha imagen de forma que los demás la perciban como el personaje construido. Es decir, la gente hace un esfuerzo por responder al patrón creado por su ego; por lo general ese esfuerzo suele ser inconsciente como inconsciente también es la imagen construida del ser. Solo auto analizándose y haciendo consciente el diseño que cada quien tiene de su YO personal, es como el hombre logra poner en perspectivas claras su forma de ser y proceder, sus potencialidades y debilidades.

El ego tiene también un sentido espiritual y bajo esta perspectiva, el hombre se considera a sí mismo diferente de los demás y dependiendo del nivel del ego, el ser humano se identifica con el principio de Dios en su interior, es decir el Alma, en distintos niveles. Si el ego es alto, el hombre se identifica menos con el Alma o con el principio de Dios en su interior y viceversa. Entonces, se es más o menos espiritual según el egocentrismo de cada persona.

El trabajo de coaching es complejo y los resultados que se obtienen pueden ser más o menos fructíferos dependiendo por un lado de la persona que es coachado y por el otro de la experiencia y formación que el coach tenga en su haber. Un Coach es una persona que acompaña a otra en un proceso de transformación de una situación que a juicio de quien solicita el servicio de coaching, requiere el apoyo de un tercero para pasar de una realidad a otra, tomando decisiones cruciales para mejorar su vida y satisfacer deseos no cumplidos.  El Coach acompaña al individuo en el transcurso del cambio, pero no lo genera y tampoco debe interferir en el proceso como no sea para apoyar a la persona en el “darse cuenta” de las opciones que puede tener al frente y la verificación de los compromisos que libremente asuma.

Ahora bien, si el ego es el YO y este tiene niveles y además la complejidad de la mente humana crea modelos preconcebidos de la personalidad que se tiene y como debe mostrarse ante el mundo, un buen Coach debe realizar un gran trabajo consigo mismo para dominar ese ego hasta lograr la habilidad de separarlo al menos durante sus sesiones de coaching para evitar que este domine o conduzca dichas sesiones solo por el hecho de satisfacerse a sí mismo y mostrar la pantalla o modelo creado del deber ser, de querer tener la razón, sentir la necesidad de que otros agradezcan las ideas y opiniones personales en la solución de conflictos, etc.

He allí el gran reto del Coach, dominar sus instintos, emociones, controlar su mente para permitir que su trabajo sobre el coachado tenga éxito, es decir se mantenga en el tiempo generándole a éste satisfacción porque fue producto de su creación y no resultado de los consejos del Coach.

Existe entonces un gran desafío para quien desea formarse como Coach. Este desafío consiste en trabajar su propio ego, auto conocerse lo suficiente para identificar los factores que disparan en sí mismo ese ego y los deseos de sentirse reconocido, estimado, halagado, enaltecido, etc.  Se trata de un trabajo interior para sacar de sí su potencialidad y reforzar sus carencias y limitaciones,  eliminando sus miedos, solo así un Coach podrá brindar un servicio óptimo de coaching.

Pero para efectuar ese trabajo consigo mismo y después acompañar a otros, el Coach debe recurrir a una serie de valores y principios éticos y morales. Los valores son parámetros de vida para conducirse en sociedad, cuando se adolece de estos, el ser humano suele sustituirlos por cualquier sistema de pensamientos o directrices externas, de allí la importancia de seleccionar como Coach a una persona fiable cuya trayectoria de vida demuestre coherencia entre lo que dice y hace, la reputación entonces juega un papel crucial y no desde que la persona se certifica como Coach sino desde siempre. Hay que saber seleccionar al Coach, hay que profundizar en la formación y trayectoria de esa persona.

En general, la definición de cualquier buen profesional va más allá del tecnicismo y conocimiento adquirido con el estudio.  Un buen profesional debe primero ser buena persona, y es aquí donde los valores y los principios éticos y morales juegan un gran papel. Entre los principales valores que debe poseer un buen Coach destacan: la integridad, honestidad, lealtad, responsabilidad, compromiso, discreción y prudencia.

Para un Coach, el valor de la integridad significa poseer control emocional y respeto por sí mismo y por los demás; una persona íntegra es disciplinada, directa, puntual, leal, pulcra, transparente y  firme en sus acciones,  es decir es atenta, coherente, correcta e intachable. La integridad es el estado de plenitud, es decir es algo que tiene todas sus partes intactas o puras. Es una cualidad de quien tiene entereza moral, rectitud y honradez en la conducta y en el comportamiento. Una persona íntegra es alguien en quien se puede confiar porque piensa, se expresa y actúa en concordancia con el compromiso asumido. Un Coach integro llevará adelante sesiones apegadas a la normativa ética de la profesión sin transgredir barreras solo porque su ego así lo requiere para sentirse bien ante el reconocimiento externo.

La honestidad por su parte, se refiere a permitirle al hombre encontrar su camino en la vida al ubicar la actividad para la cual se tiene mayor vocación o mayores habilidades, lo cual le generará felicidad. Un Coach honesto consigo mismo acompañará al coachado al logro de su objetivo sacando de él su mayor y mejor resultado en el tiempo que amerite el proceso y no en el tiempo que le genere mayor beneficio al Coach.

El valor de la lealtad, en términos de coaching, se refiere a la cualidad de aquellas personas que acatan las leyes o cumplen los acuerdos, tácitos o explícitos con los que se comprometen.  Un Coach leal no permite que su ego conduzca las sesiones de coaching porque iría contra sus propios principios y valores acordados previamente con el coachado al inicio del servicio. Vivir el valor de la lealtad significa respaldar al coachado en su proceso de “darse cuenta” y acompañarlo en el transitar del presente al futuro donde éste desea llegar. Lo contrario a la lealtad es la traición.  Poseer el valor de lealtad significa conducirse por el camino de la rectitud, sin apartarse de sus principios, de sus ideas y de su filosofía de vida, llevando al coachado a la consecución de los objetivos trazados. Un buen líder respeta los acuerdos y trabaja en pro del éxito esperado y nunca desvía los planes por intereses propios.

El valor de la responsabilidad, consiste en ser justo en el trabajo de coaching y estar dispuestos a hacer algo más con el propósito de cumplir el objetivo y completar la actividad, estando a gusto con la propia conciencia, por lo tanto un Coach responsable tratará de separar su ego del trabajo de coaching.

El compromiso, es el valor de asumir ciertas obligaciones o, adquirir responsabilidades simples ó complejas y ejecutarlas.  El compromiso es considerado una virtud, ya que esto suele asegurar el éxito en los proyectos futuros. La importancia del compromiso  radica en el hecho de generar confianza por alguien que con su proceder ha demostrado su responsabilidad y honestidad ante el cumplimiento de lo acordado o pactado.  El compromiso se construye con el paso del tiempo y el proceder de las personas; más que las palabras, los hechos demuestran el grado de compromiso que una persona es capaz de brindar a otros.  Un Coach comprometido adelanta sesiones de coaching colocando por encima de sus propios intereses los del coachado, respetando sus tiempos durante el proceso de transformación que se adelanta.

Discreción y prudencia, representa el valor que ayuda a actuar con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de la vida, sabiendo cuando hablar y que decir según el contexto y las circunstancias. Contribuye a reflexionar y considerar los efectos que pueden producir las palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia. La prudencia es tan discreta que suele pasar inadvertida; es común admirar a las personas que normalmente toman decisiones acertadas, dando la impresión de jamás equivocarse. El valor de la discreción y la prudencia, facilita un trato justo y lleno de generosidad hacia los demás, edifica una personalidad recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en todo y con todos, generando confianza y estabilidad en los demás, seguros de tener a un guía que los conduce por un camino seguro. Esta es quizás la cualidad más importante del Coach porque de ella partirán las demás. Un Coach es un observador de sí mismo, de su entorno y por supuesto de su coachado y esta observación es solo posible cuando se hace silencio para escucharse así mismo, al otro aun cuando éste no exprese palabras solo gestos.

En resumen, los nuevos Coach tienen ante sí un gran desafío que consiste en trabajar su YO para sacar de si su mejor versión, apelando a sus principios y valores éticos y morales, controlando su mente y equilibrando su espíritu para conectarse consigo mismo y conducir a sus futuros coachados al logro de sus objetivos y metas sin que el ego personal perturbe los resultados, es decir dejando de lado el ego personal durante las sesiones de coaching. Mente, ego, valores y coaching, el gran reto de los nuevos Coach.

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