Dr. Francisco Valdivieso Arcay
Los que hoy abrazamos al Coaching como la disciplina de desarrollo del
talento humano de mayor desarrollo en los últimos 50 años, comprendemos que el fundamento
en sus primigenios orígenes se radicaron en el proceso conversacional. Pero hoy
esta generalidad, que no ha dejado nunca de tener el peso específico como en
sus inicios, cuando se ha transitado una
considerable etapa de ese camino epistémico, se impone nuevas la evolución en
sus la evolución maniobras y estrategias para movilizar la disciplina.
No hay duda que frases tan inteligentes como: “el lenguaje constituye al ser humano”, “el lenguaje es sobre otras
cosas lo que hace de los seres humanos el tipo particular de seres que somos”, “somos
seres que vivimos en el lenguaje” entre otras, dominan la escena del
Coaching desde tiempos remotos, y en efecto son frases ciertas y certeras sobre
qué es Coaching porque somos seres sociales y el lenguaje es el espacio natural
compartido desde el cual construimos y compartimos nuestras vivencias.
Pero quedarnos inmovilizados estrictamente en esos conceptos y
principios rectores puede sin intención, ser un obstáculo que por momentos apunte a la
posibilidad de interrumpir la búsqueda de novedosos caminos para dinamizar el
ejercicio profesional del Coaching. En este punto podríamos decir, que la
habilidad primordial es justamente el lenguaje, pero entran en juego igualmente
el pensamiento, que si bien no es una actividad lingüística utilizamos el lenguaje
para activarlo, y está en un plano también privilegiado el sentir que estimula nuestro
acervo creativo.
El párrafo anterior, indica que aún siendo imprescindible, no vivimos exclusivamente
en el contexto lingüístico sino que existen aspectos de la experiencia, que siendo
de la intimidad más significativa, no
pueden expresarse a través del lenguaje. El lenguaje es ineludiblemente útil, pero
no es la totalidad. Entonces si nos acogemos a una perspectiva dinámica del
desarrollo de una práctica efectiva del Coaching, hay muchos procedimientos y
maniobras a las que podemos apelar para agilizar su ejercicio que redunde en
resultados que marquen la diferencia. Esas operaciones es que lo que llamamos Herramientas.
Confieso que yo hago uso permanente de ellas, soy de los que piensa que proceso
de intervención o acompañamiento en Coaching que proyecte basarse de manera exclusiva en el
lenguaje puede atravesar por el riesgo de quedar atrapado en espacios
restringidos e insustanciales, o caer en la monotonía de permanecer en la monotonía
de la conversación irrelevante. Por eso reivindico el uso de Herramientas, porque en mi práctica del
ejercicio del Coaching en términos personal o colectivo, me reportan un
dinamismo que la sola conversación no provee.
No
quiero que se entienda con lo expresado hasta ahora, que los Coaches que no
utilizan Herramientas son menos competentes que los que si lo hacen, no se
trata de crear una distinción categórica entre quienes las aplican y quienes no
lo hacen, ni mucho menos “satanizar” a quienes no les gusta hacerlo. Pero en mi
ejercicio que inició sin su utilización y que ha evolucionado en la práctica
hacia su aplicación, advierto la diferencia en el momento en que por intermedio
de una Herramienta un Cocheé accede a
dejarse acompañar y verbalizar su meta de forma más fluida, o un voluntario sale a la
palestra a expresar sin temores su opinión cuando antes prefería quedarse en el
anonimato.
Son
esos momentos en los que doy infinitas gracias a las Herramientas, porque de una manera organizada y contextualizada se
activan espacios y acciones en los que el Cocheé se deja retar y nos muestra
los puntos fuertes o débiles que lo aproximan o lo alejan de esa meta lo cual
termina siendo medular para poder tomar
consciencia de sus circunstancias.
El
Coach entonces plantea su uso a manera de propuesta (nunca las impone) para
desencadenar un proceso para que el Cocheé se re-plantee sus enfoques, gestiones,
inclinaciones, tendencias y juicios. También para que examine sus creencias y
clarifique dónde está y dónde se quiere posicionar. A mi juicio, todo esto
es posible que suceda, cuando le sumamos a ese proceso comunicacional que
define al Coaching, la magia de las Herramientas.
Pero
tampoco caigamos en el “chauvinismo” de creer que las Herramientas
son varitas mágicas que siempre darán resultados positivos, que son infalibles
o que harán que todo se resuelva conforme nuestros deseos. Ojalá fuera tan
fácil, y que con su utilización nos transportáramos a un lugar donde el Coach
emergiera como una especie de hechicero que logra por arte de magia abrir un sinfín
de perspectivas nuevas de posibilidades para su Cocheé.
Pero
mi práctica se ha abierto a nuevos y desconocidos senderos gracias a la
utilización consciente de Herramientas
que ponen en juego además, contextos más amenos en el ejercicio del
acompañamiento. Y después de observar, entender y poner en ejecución toda esta
magia, es que he podido ser observador de su poder resolutivo que ha ayudado
significativamente a mis Cocheés a re-crear para que el futuro llegue a transformarse en
un ahora y un presente.
Más
adelante seguiremos escribiendo algunos artículos para profundizar en tan
apasionante tema. Espero que este sea de utilidad reflexiva.