viernes, 24 de abril de 2015

LA ESCUCHA PROFUNDA O ACTIVA, HERRAMIENTA FUNDAMENTAL DEL COACH

Clever Arena
Ana Mora
Margoth Garcia
Alcibiades Gonzalez 

Desde las escuelas se nos ha instruido en el manejo de normativas que facilitan el entendimiento de los individuos en actividades sociales y que a su vez éstas permiten el intercambio de ideas, sentimientos y emociones de manera eficaz.  Éstas son las  normas del buen hablante y buen oyente, normas que han contribuido significativamente en mantener las relaciones interpersonales.  Así pues, a partir del seguimiento de estas reglas de interacción social puede considerarse que su producto es una comunicación eficaz, actividad que conjuga una amalgama indisoluble entre hablar y escuchar de forma participativa.

Asimismo, puede decirse que el proceso interactivo fija su atención en el hablante y en el oyente, dos actores que son necesarios y fundamentales también en el modelo de acompañamiento personal y profesional Coaching, en el que se requiere de técnicas que contribuyan a la plena comunicación entre un coach y su cliente. Una de estas técnicas es la escucha profunda o también llamada escucha activa; entendiéndose que ambas terminologías guardan un margen de diferencias reducidas. En tal sentido, según la directriz filosófica de Krishnamurti, escuchar implica una preparación interna muy compleja en los seres humanos, ya que, para la misma se requiere desconectarse internamente de nuestras propias vivencias, situaciones y realidades para establecer una conexión con el mundo íntimo del otro, esto es, adentrarse en un espacio diferente al que nosotros poseemos según nuestras creencias y modos de vida.

Uno de los problemas que presenta la comunicación hoy en día es que escuchamos para contestar y no para entender y comprender, vivimos en piloto automático, corriendo de aquí para allá cumpliendo nuestras obligaciones y siempre apurados, lo cual influye negativamente en las relaciones interpersonales.  No escuchamos ni a los demás ni a nosotros mismos.

Escuchar es un acto de amor y de respeto, elimina barreras entre las personas y por lo tanto las une. El solo escuchar a alguien que tiene un problema o situación y habla con el corazón en la mano le abre caminos para ver soluciones. ¿Quién puede hablar de verdadera comunicación cuando no comprende a su interlocutor? Cuando en la interacción distrae su mente recordando eventos vividos, ocupaciones futuras, el ruido del ambiente y hasta las respuestas posibles a lo que está escuchando.

Es por ello que la escucha profunda como herramienta del coaching nos permite conocer y comprender de manera empática a nuestro coachado, con el único propósito de acompañarlo en  hacer consciencia y lograr el cambio deseado.

Ralph Nichols refiere que: " La más básica de todas las necesidades humanas  es comprender y ser comprendido. La mejor manera de entender a la gente es escuchándola."
En virtud de lo anterior debemos recordar que como seres sociales, necesitamos establecer relaciones, ser escuchados y escuchar a los demás, pero escuchar  con el corazón para lograr comprender a plenitud.

Los científicos afirman que la civilización  actual es cada vez más auricular, que vamos en una montaña rusa sin retorno, “un logro para la humanidad”; la pregunta es ¿si nos estamos quedando en el mero concepto del instrumento dejando de lado el proceso? Sin duda alguna, el instrumento tiene su importancia pero sin la fase relacional y sus ejecutores  no es nada, solo una simple herramienta sobre una mesa o repisa que requiere de la ayuda humana para poder llevar a cabo el objetivo para la que fue hecha.

En este sentido y en palabras de Zenón De Elea, el proceso de la escucha es considerado un arte y que el mismo es el doble de necesario y difícil; al definirlo como arte, está relacionado con una serie de acciones en conjunto que va más allá del instrumento en sí, se requiere de destrezas, ingenio, vocación, maestría y las mejores técnicas para poder lograr su propósito.

Visto desde esta perspectiva, en el proceso coaching se requiere una transformación dinámica del espacio relacional, el arte de la conexión y la compresión del otro a través de la escucha activa, rescatando los espacios de acción e inteligencia emocional, para Goleman (1997) el efecto de sentirse comprendido y escuchado por parte del  coachado (cliente) genera un ambiente de sintonía emocional y abre los espacios del conocimiento, favoreciendo el logro de la búsqueda de opciones asertivas; escuchar realmente los sentimientos que hay detrás de lo que se dice sin duda crea entornos de aprendizaje y productividad, brindándole al coachado la libertad de crear nuevos caminos en la consecución de los objetivos.

La efectividad y la satisfacción del cliente dependen en gran medida de dicho proceso.  La escucha activa rompe las barreras y nos aproxima tanto física como emocionalmente, es un encuentro integral de retroalimentación.

 Para efectos del coaching, escuchar no simplemente oír, resulta un acto vital, detener esa charla interna  en el momento de la interlocución, para  prestar atención completa a lo dicho por el cliente, frenando la impulsiva necesidad ofrecer comentarios, alternativas y juicios, propios de una conversación informal de uso cotidiano. Resulta todo un reto. Que el coach maneje esta herramienta de forma eficaz y consciente. Le mantiene atento a lo que el  interlocutor le quiere expresar y muchas veces a lo que no quiere. Bastante  dicen también los silencios y el tono de voz.

Es de hecho, tan importante la escucha profunda, que podríamos atrevernos a decir que sin ella es imposible que haya rapport, la llamada sintonía en una sesión coaching. Es la profundidad en la escucha lo que permite que el coach haga las preguntas pertinentes, las preguntas poderosas, transformadoras y movilizadoras de cambio. La habilidad de hacer preguntas reveladoras, desafiantes de las creencias limitantes del coachado tiene su origen en el arte de la buena escucha.

En la técnica de la escucha empleada en sesiones de coaching puede hacerse partícipe de dos modalidades: una profunda y otra activa. La primera se ha de caracterizar por permitir mostrar una actitud neutral ante lo que se escucha, además de manifestar un sentido de tolerancia y respeto sobre aquellas opiniones o ideas que el otro nos exterioriza. Entendiéndose de igual modo que quien escucha profundamente tiene la capacidad lógica para determinar hasta qué punto puede involucrarse en el sistema vivencial del otro y, comprender a su vez los motivos que han llevado al otro a tomar una postura o actitud ante sus experiencias.

Por su parte, la escucha activa se orienta en estar alerta ante cualquier emisión importante que nos suministre el otro al momento de la interacción, en este sentido, quien escucha de forma activa debe hacerle saber al otro que se le está siguiendo el hilo temático de su conversación, esto puede evidenciarse mediante el uso de preguntas que permitan profundizar en el tema, o bien a través de interrogantes comprobatorias. Es importante explicar que tanto en la escucha profunda como en la activa, el oyente es un sujeto que maneja pragmáticamente el silencio, pues la base de escuchar se materializa en la capacidad para distanciarse de nuestros propios ruidos internos (creencias, juicios, costumbres, experiencias, entre otros). Para que el coach logre captar todo lo que el coachado desea comunicar, se hace imperante que logre desconectarse de sus preocupaciones propias. Hay quienes afirman que saber escuchar es saber escucharse. Escuchar profundamente, manteniendo la atención en el cliente, los gestos que utiliza la otra persona y la mímica entonce se conseguirá una compresión total del mensaje que se está recibiendo. La finalidad de escuchar, consiste en comprender realmente el punto de vista del cliente, cómo piensa , siente, y cómo se desenvuelve en el los diversos aspectos de su mundo.

En relación a lo antes dicho, es válido afirmar que para que el coach logre establecer un nexo que permita deliberar las creencias limitadoras y reforzar las positivas necesariamente debe escuchar con sinceridad; centrándose en lo que desea el coachado y en cómo conseguirlo. Esta herramienta, abre las puertas para que coachado describa con más detalle su situación. Creando con ello confianza e intimidad. Escuchando las preocupaciones del cliente, sus metas, valores y creencias  Distinguiendo  entre las palabras, el tono de voz y el lenguaje corporal, para así, poder resumir, parafrasear, repetir, y hacer de espejo a lo que  el cliente ha dicho asegurando el entendimiento.

miércoles, 22 de abril de 2015

TALLER: “7 ESLABONES PARA CONSOLIDAR TU LIDERAZGO”

Dr. Francisco Valdivieso Arcay



Un total éxito resultó el Taller: “7 Eslabones para Consolidar tu Liderazgo” realizado el 18 de Abril de 2015, con la intervención de un selecto grupo de trece extraordinarios participantes de diferentes niveles e instituciones se celebró en el Aula 68 de la UPEL – Maracay, el Taller que les permitió transitar por los Principios básicos que les permitieron enlazar su función como líderes y así proteger a su equipo consolidando su Liderazgo.

¡Felicitaciones a todos los participantes que demostraron un gran propósito de pertenencia el desarrollo de su Talento…!


El extraordinario grupo de aprendizaje



viernes, 17 de abril de 2015

EL PODER DE LA ESCUCHA PROFUNDA

Cabrera, Ylsie Karina
Martínez Miriam
Melo Nelly
Pérez, Nayarith
Pizzorno, Guiomarly
Plaza, Mauricio

Es el arte de escuchar más allá del silencio y de los gestos. Es desprenderse del propio yo para permitirse entender lo que la otra persona  quiere decir. Se fundamenta en el respeto, ya que no debemos anteponer nuestro criterio, ni emitir juicio. Para la escucha profunda efectiva, debemos desconectarnos, callando en su totalidad el dialogo interno y mantenernos al margen de lo que se está escuchando, solo enfocarnos en lo que el interlocutor expresa. La escucha tiene cuatro niveles y cuando logramos el nivel de escucha completa, estamos en escucha profunda

Dentro del proceso de coaching es primordial la escucha profunda. Si bien todos los aspectos o componentes de este proceso son importantes, debemos destacar, que si a parte de que  lo expresa verbalmente, no se entiende lo que el coachado guarda en su interior, no se logrará jamás el objetivo, ya que es justamente en esta etapa donde se vislumbra la realidad del asunto que lo trae en busca de un acompañamiento profesional.
La escucha profunda, presentan obstáculos como el dialogo interno, estamos oyendo lo que dice pero en tu mente hay diversos pensamientos; la tensión muscular, estar estresado, nervioso o tenso, ocasiona incomodidad física; y la mirada fija, al imponer la mirada directa en la persona que nos habla se causa tensión. Una de las razones que la hace más difícil  de aplicar, es que estamos acostumbrados a escuchar y emitir juicios al mismo tiempo. Es por ello que debemos poner en práctica ciertos elementos como la suspensión y el silencio interior, entre otros.

La suspensión es fundamental para el proceso del diálogo profundo. Es  entender que  todo el tiempo no podemos  tener la razón, que  al actuar de esta manera, no estamos preparados para atender a un coachado, porque nuestros juicios, creencias y valores  lo impedirán. El coaching permite a través de la  suspensión deslastrarnos de nuestros juicios, perjuicios, valores y creencias; y  así  escuchar profundamente al coachado, sin ruidos que nos perturben en el momento de realizar la entrevista. La suspensión nos brinda  dos opciones: desaprender y aprender.

Suspender es un concepto del el físico David Ohm, extensamente desarrollado en su libro On Dialogue, y que significa básicamente dos cosas:
“Poner nuestras ideas y opiniones entre paréntesis, separándolas de la verdad, y dejando espacio para otras ideas y opiniones”.

Suspender es igualmente difícil porque estamos demasiado apegados a la imagen que hemos construido de nosotros mismos. Si somos fuertes no nos gusta que nadie cuestione o destruya esta imagen. Si somos débiles, tenemos miedo de que esta imagen pueda ser atacada o destruida en cualquier momento y evitamos toda situación comprometida.
La suspensión no es más  que entender que si espero respeto de los otros, debo aprender a respetar.  Es respetar las  ideas y emociones de los demás, sin juzgar ni emitir juicios valorativos.

El silencio  interior pausa nuestra habla y nuestra mente, permite que estemos en blanco, vacía nuestros  pensamientos, nos prepara para escuchar toda la información verbal, no verbal que tiene el interlocutor.

“Aprende  a estar en silencio. Deja que tu mente tranquila escuche y se  quede absorta”. (Pitágoras  580 – 500 a). “Todas las desdichas del hombre provienen de su incapacidad de sentarse tranquilamente en una habitación a  solas”.   (Blaise Pascal 1623 – 1662)
En estas dos frases, dichas por estos dos grandes filósofos y científicos, se puede ilustrar la  importancia  del silencio y el valor de la meditación en nuestra vida, tanto a nivel profesional, como a nivel personal y espiritual. Lamentablemente la práctica de estar a solas y en silencio no forma parte de nuestra cultura.  Más, si hiciéramos el hábito  de estar a solas y en silencio, nos evitaríamos mucho dolor y sufrimiento, y podríamos hallar, más fácilmente, la solución a muchas de las situaciones y problemas que enfrentamos y nos agobian.

Se calcula que una persona normal tiene aproximadamente 80 mil pensamientos por día, 99,00% de los cuales son basura, es decir, no son pensamientos sustanciales que tengan ninguna utilidad. Dichos  pensamientos se vuelven repetitivos en nuestra mente y no aportan nada nuevo en nuestra vida, cayendo, en la mayoría de los casos,  en obsesión y  en pensamientos compulsivos, que no conducen a nada.  Aprender a hacer silencio interior y a meditar, implica descubrir cómo entrar en los espacios que existen entre pensamiento y pensamiento: en los vacíos, en los huecos. En este silencioso espacio podemos disfrutar de una sensación de paz total y en el que cualquier pensamiento de separación se aniquila.
En la mayoría de los casos, la mente trabaja a ritmo vertiginoso día y noche. Nuestros pensamientos son una maraña de todo tipo de preocupaciones, fantasías, problemas de todo tipo, planes y miles de pensamientos más, como un carrusel que nunca termina,  para girar en torno a las actividades cotidianas y crear una pauta mental que no dejan espacio ni lugar para el silencio.  Esta pauta nos refuerza en nuestra opinión de la necesidad de llenar esos silencios rápidamente. De lo contrario sentimos embarazo, rareza y hasta temor. Por consiguiente,  aprendemos  a llenar  esos vacíos, esos silencios, con lo que sea, aunque ello no tenga muchas veces sentido. Los momentos de silencio ocasionan incomodidad, se perciben como difíciles y procedemos a llenarlos con algún tipo de ruido.

Lo mismo hacemos con nosotros mismos. No estamos entrenados para el silencio, nos resulta pesado y nos causa confusión. Por lo tanto tendemos a mantenernos en un diálogo interior, igual que el exterior. No obstante, en ese lugar para el silencio, debemos dejar que la mente permanezca tranquila y absorta, así la confusión desaparece y nos elevamos en conciencia. El silencio interior y la meditación, incide en la calidad de las actividades que hacemos. Proporciona una sensación de bienestar, de plenitud, una mayor energía y una productividad más consciente, relaciones más satisfactorias y una relación más estrecha con la divinidad.

La mente es como un lago: en la superficie ves el movimiento del agua; sin embargo la superficie no es sino una parte del lago. Bajo la superficie, en la quietud de las profundidades, conoceremos la verdadera esencia del lago.  Así sucede con  nuestra propia mente. Al atravesar la superficie, llegaremos a los espacios que hay entre los pensamientos y podremos entrar en los huecos. El hueco es vacuidad total o silencio, y es indivisible. No importa cuántas veces cortemos el silencio. Esto es lo que significa el “ahora”.  Si quieres entender el universo o tu propio universo personal, si deseas saber cómo funciona, quédate en silencio y enfréntate a tus miedos a solas, adentrarte en las profundidades de tu propia mente.

La práctica del silencio no es exclusiva para aquellas  personas que están en una búsqueda espiritual, desconectadas de la productividad y las responsabilidades sociales,  sino que por lo contrario, es una práctica defendida por los que confían en la razón, por los científicos, los filósofos y por cualquiera que desee verse beneficiado por haberla incorporado a su vida, como un hábito o una rutina. Para un coach,  crear el hábito del silencio interior y de la meditación es de vital importancia, si es que desea desarrollar la capacidad de escucha profunda, escuchando desde su centro, no desde la periferia. De lo contrario corre el riesgo de que su propio bullicio interior cree una barrera entre él y su cliente y no pueda desconectarse  de su parloteo interno y de sus propias proyecciones. ¿Cómo vamos a escuchar al otro si no podemos hacer silencio?  ¿O, Si  la mente, esa loca de la casa, no los impide con su bullicio interior? Un coach que desee lograr la excelencia, debe, sin duda alguna, incorporar esta práctica a su vida.

Cada día se ratifica en la humanidad la necesidad de establecer vínculos de comunicación donde el arte de escuchar fortalezca las relaciones interpersonales. En el ámbito del coaching la escucha profunda es una herramienta fundamental. A través de la escucha profunda, nos permitimos
Honrar los límites de la gente. Acá se refleja la relevancia del respeto. Debe evitarse forzar a las personas a que piensen diferente. Nuestras experiencias pueden ser diferentes a lo expresado por el interlocutor, sin embargo se requiere dejar a un lado nuestros paradigmas. Descubre un maestro en cada persona, en cada situación.  Cada individuo o situación promueve un aprendizaje.

Acepta la diferencia como parte del todo.  Necesitamos aceptar que no somos dueños de la verdad. Es primordial aceptar la diferencia del otro y tener una visión amplia, no  emitiendo juicios. Libera tu mente; para que se produzca una escucha profunda se deben ampliar los sentidos; el receptor debe prestar atención al volumen y tono de voz del interlocutor, así como a la gestualidad. El lenguaje corporal es un canal muy importante.

Empatiza. Se debe establecer un vínculo donde además de escuchar se trate de comprender lo que expresa el interlocutor. Stephen Covey, manifiesta que al comprender primero al otro y asumir su postura se entienden sus sentimientos y paradigmas. De esta manera el hablante se sentirá en confianza y abierto para expresarse. Por ejemplo, en un acto de promoción de la Universidad, una de las graduandos al recibir su título se cae frente al presídium y se siente muy apenada. Tal vez si me acontece esa experiencia yo me sienta diferente. Sin embargo a pesar de las experiencias diferentes se puede producir un acercamiento entre ambas partes. Pregunta y re-formula. Es necesario preguntar para que el interlocutor se exprese de manera abierta y nos dé a conocer su estado emocional. Si es necesario se re-formula la pregunta, sin juzgar y sin añadir una interpretación propia.

Algunos de los beneficios de la escucha profunda son:
  • Al crear un clima positivo la comunicación es más efectiva.
  • El interlocutor al sentirse escuchado se siente cómodo y facilita más información.
  • Adquirimos conocimientos.
  • Se detectan detalles que conllevan a buscar soluciones de determinada situación.
  • Se estrecha la relación entre el que escucha y su interlocutor.
  • Buscar la excelencia, debe, sin duda alguna, incorporar esta práctica a su vida.

lunes, 6 de abril de 2015

LOS ESTILOS DE APRENDIZAJE EN LA EDUCACIÓN EXPERIENCIAL

Dr. Francisco Valdivieso Arcay

Como prometimos en un Artículo anterior publicado en este Blog denominado: EL MODELO CÍCLICO DE LA EDUCACIÓN EXPERIENCIAL, en esta oportunidad abordaremos las diferentes formas de aprendizaje que consecuentemente transportan a diferentes tipologías de conocimiento que David Kolb documentó magistralmente.

A partir de la diferenciación de cómo aprenden las personas, Kolb compuso y argumentó cuatro modos o géneros de aprendizaje que completaron una plataforma conceptual más sólida a efectos de operar de manera práctica la Educación Experiencial. En este modelo, se representan axiomáticas cualidades que definen un tipo determinado de aprendiz, que a su vez, enfatizan algunas características hereditarias, de las vivencias propias y de los requerimientos que le ha impuesto el mismo medio ambiente presente. Kolb en su modelo ampliado de los estilos de aprendizaje, específica los potencialidades de acceso al conocimiento que comúnmente existen por un lado entre el "ser” activo y el “ser” reflexivo; y por otro lado, entre el "ser”  inmediato y el "ser” analítico.

El autor, documentó los atributos que tienen las personas para desdoblar aspectos  sentidos cognitivos específicos que funcionan como plataformas sobre las cuales asumen con mayor facilidad la captura del conocimiento. Esa es la razón por la cual, se les facilita aprender con algún tipo especial de estrategias y actividades prácticas, pero son insuficientes para derivar hipótesis a partir de la teoría formal que soporta esa praxis, o en el mejor de los casos no se interesan por hacerlo.

Partiendo de esta premisa central, representó cuatro prototipos principales de modos o estilos de aprendizaje: Convergente, Divergente, Acomodador y Asimilativo. Los mismos respetan a los modos de intención (reflexión y abstracción) y extensión (manipulación activa y externa) de la información recogida por los sujetos que aprenden. Esta estructuración realizada por Kolb, podemos observarla más claramente en la expresión gráfica de su Modelo de Estilos de Aprendizaje.



A partir de esa estructura circular que Kolb propuso, se fundamentaron las características de cada uno de los Estilos de Aprendizaje, que le dan expresión útil a efectos de organizar, diseñar y planificar eventos experienciales, dependiendo de la naturaleza de los aprendices que se formarán. Vemos a continuación los cuatro estilos resultantes:

Estilo Convergente: Cuando el sujeto aprendiz recoge la experiencia a partir de su comprensión y la transforma por vía de la extensión, se puede decir que su estilo es predominantemente de tipo convergente. El conocimiento que se adquiere por esta ruta es útil para variar las situaciones dentro de los contextos. Entonces el proceso del aprendizaje se basa esencialmente en la comprensión y transita a través de la disquisición conceptual, el análisis y la representación simbólica.

Estilo Divergente: En este estilo, cuando el aprendiz asume la experiencia se acopia a partir de la aprehensión y se transforma a través de la extensión, se produce un tipo de conocimiento divergente. Esta tipología sirve a efectos de reforzar a aprehender y transformar circunstancias y contextos reales existentes. Su fundamento operativo está en la experimentación activa, con el propósito de maniobrar efectivamente en el mundo exterior para realizar cambios. También es característico de la búsqueda de la complejidad de la realidad y su intención de modificarla.

Estilo Acomodador: Por su parte, cuando un aprendiz cosecha la experiencia a través de la comprensión y la transforma mediante la intención, su predominancia es a conectarse con un conocimiento de tipo acomodador. El proceso de aprender que subyace en este tipo de juicio refiere a la capacidad de actuar en relación a problemáticas específicas, lo cual implica la capacidad de construir soluciones específicas y el conocimiento operativo necesario para ejercer tareas en diferentes roles.

Estilo Asimilativo: Por último, cuando los aprendices acopian la experiencia por intermedio de la aprehensión y la transforman mediante la internalización, recorren el camino del conocimiento de naturaleza asimilativa. Este prototipo de aprendizaje se cimenta en la retención de experiencias perceptibles y es el más común en el desarrollo del hombre, desde niños principian a aprehender de las cosas que le pasan y esa es la forma elemental como aprenden a conocer la realidad que les rodea.
En la gráfica que se presenta a continuación podemos observar la ubicación de los estilos de aprendizaje de acuerdo a la naturaleza de procesamiento y percepción de la experiencia acumulada.


La importancia que poseen estas nociones, es que diagnosticando con precisión a los participantes en los programas de formación con metodología experiencial que tengamos previsto ejecutar y teniendo en cuenta sus predominantes estilos de aprendizaje, es viable re-acomodar las metodologías de enseñanza que favorezcan con mayor potencialidad su aprendizaje.

Por supuesto que estas distinciones teóricas no dan garantía absoluta que la adecuación didáctica funcionará en total armonía pedagógica, en virtud,  que los procesos de aprendizaje no presentan un itinerario lineal  y uniforme, es decir, siempre habrá variaciones con ondulantes grados de variabilidad. Pero si es importante admitir, que la caracterización de los tipos de aprendizaje puede definir la naturaleza didáctica de un programa, y además influirá en la pauta de enseñanza que se debe ofrecer.