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Ana
Mora
Margoth
Garcia
Alcibiades
Gonzalez
Desde las escuelas se nos ha instruido
en el manejo de normativas que facilitan el entendimiento de los individuos en
actividades sociales y que a su vez éstas permiten el intercambio de ideas,
sentimientos y emociones de manera eficaz.
Éstas son las normas del buen
hablante y buen oyente, normas que han contribuido significativamente en
mantener las relaciones interpersonales.
Así pues, a partir del seguimiento de estas reglas de interacción social
puede considerarse que su producto es una comunicación eficaz, actividad que
conjuga una amalgama indisoluble entre hablar y escuchar de forma
participativa.
Asimismo, puede decirse que el proceso
interactivo fija su atención en el hablante y en el oyente, dos actores que son
necesarios y fundamentales también en el modelo de acompañamiento personal y
profesional Coaching, en el que se requiere de técnicas que contribuyan a la
plena comunicación entre un coach y su cliente. Una de estas técnicas es la
escucha profunda o también llamada escucha activa; entendiéndose que ambas
terminologías guardan un margen de diferencias reducidas. En tal sentido, según
la directriz filosófica de Krishnamurti, escuchar implica una preparación
interna muy compleja en los seres humanos, ya que, para la misma se requiere
desconectarse internamente de nuestras propias vivencias, situaciones y
realidades para establecer una conexión con el mundo íntimo del otro, esto es,
adentrarse en un espacio diferente al que nosotros poseemos según nuestras
creencias y modos de vida.
Uno de los problemas que presenta la
comunicación hoy en día es que escuchamos para contestar y no para entender y
comprender, vivimos en piloto automático, corriendo de aquí para allá
cumpliendo nuestras obligaciones y siempre apurados, lo cual influye
negativamente en las relaciones interpersonales. No escuchamos ni a los
demás ni a nosotros mismos.
Escuchar es un acto de amor y de
respeto, elimina barreras entre las personas y por lo tanto las une. El solo
escuchar a alguien que tiene un problema o situación y habla con el corazón en
la mano le abre caminos para ver soluciones. ¿Quién puede hablar de verdadera
comunicación cuando no comprende a su interlocutor? Cuando en la interacción
distrae su mente recordando eventos vividos, ocupaciones futuras, el ruido del
ambiente y hasta las respuestas posibles a lo que está escuchando.
Es por ello que la escucha profunda
como herramienta del coaching nos permite conocer y comprender de manera empática
a nuestro coachado, con el único propósito de acompañarlo en hacer
consciencia y lograr el cambio deseado.
Ralph
Nichols refiere que: " La más básica de todas las necesidades
humanas es comprender y ser comprendido. La mejor manera de entender a la
gente es escuchándola."
En virtud de lo anterior debemos recordar que como seres sociales, necesitamos establecer relaciones, ser escuchados y escuchar a los demás, pero escuchar con el corazón para lograr comprender a plenitud.
En virtud de lo anterior debemos recordar que como seres sociales, necesitamos establecer relaciones, ser escuchados y escuchar a los demás, pero escuchar con el corazón para lograr comprender a plenitud.
Los científicos afirman que la
civilización actual es cada vez más
auricular, que vamos en una montaña rusa sin retorno, “un logro para la
humanidad”; la pregunta es ¿si nos estamos quedando en el mero concepto del
instrumento dejando de lado el proceso? Sin duda alguna, el instrumento tiene
su importancia pero sin la fase relacional y sus ejecutores no es nada, solo una simple herramienta sobre
una mesa o repisa que requiere de la ayuda humana para poder llevar a cabo el
objetivo para la que fue hecha.
En este sentido y en palabras de Zenón
De Elea, el proceso de la escucha es considerado un arte y que el mismo es el
doble de necesario y difícil; al definirlo como arte, está relacionado con una
serie de acciones en conjunto que va más allá del instrumento en sí, se
requiere de destrezas, ingenio, vocación, maestría y las mejores técnicas para
poder lograr su propósito.
Visto desde esta perspectiva, en el
proceso coaching se requiere una transformación dinámica del espacio
relacional, el arte de la conexión y la compresión del otro a través de la
escucha activa, rescatando los espacios de acción e inteligencia emocional,
para Goleman (1997) el efecto de sentirse comprendido y escuchado por parte
del coachado (cliente) genera un
ambiente de sintonía emocional y abre los espacios del conocimiento,
favoreciendo el logro de la búsqueda de opciones asertivas; escuchar realmente
los sentimientos que hay detrás de lo que se dice sin duda crea entornos de
aprendizaje y productividad, brindándole al coachado la libertad de crear
nuevos caminos en la consecución de los objetivos.
La efectividad y la satisfacción del
cliente dependen en gran medida de dicho proceso. La escucha activa rompe las barreras y nos
aproxima tanto física como emocionalmente, es un encuentro integral de
retroalimentación.
Para efectos del coaching, escuchar no
simplemente oír, resulta un acto vital, detener esa charla interna en el momento de la interlocución, para prestar atención completa a lo dicho por el
cliente, frenando la impulsiva necesidad ofrecer comentarios, alternativas y
juicios, propios de una conversación informal de uso cotidiano. Resulta todo un
reto. Que el coach maneje esta herramienta de forma eficaz y consciente. Le
mantiene atento a lo que el interlocutor
le quiere expresar y muchas veces a lo que no quiere. Bastante dicen también los silencios y el tono de voz.
Es de hecho, tan importante la
escucha profunda, que podríamos atrevernos a decir que sin ella es imposible
que haya rapport, la llamada sintonía en una sesión coaching. Es la profundidad
en la escucha lo que permite que el coach haga las preguntas pertinentes, las
preguntas poderosas, transformadoras y movilizadoras de cambio. La habilidad de hacer preguntas reveladoras, desafiantes de las creencias
limitantes del coachado tiene su origen en el arte de la buena escucha.
En la técnica de la escucha empleada
en sesiones de coaching puede hacerse partícipe de dos modalidades: una
profunda y otra activa. La primera se ha de caracterizar por permitir mostrar
una actitud neutral ante lo que se escucha, además de manifestar un sentido de
tolerancia y respeto sobre aquellas opiniones o ideas que el otro nos
exterioriza. Entendiéndose de igual modo que quien escucha profundamente tiene
la capacidad lógica para determinar hasta qué punto puede involucrarse en el
sistema vivencial del otro y, comprender a su vez los motivos que han llevado
al otro a tomar una postura o actitud ante sus experiencias.
Por su parte, la escucha activa se
orienta en estar alerta ante cualquier emisión importante que nos suministre el
otro al momento de la interacción, en este sentido, quien escucha de forma
activa debe hacerle saber al otro que se le está siguiendo el hilo temático de
su conversación, esto puede evidenciarse mediante el uso de preguntas que
permitan profundizar en el tema, o bien a través de interrogantes
comprobatorias. Es importante explicar que tanto en la escucha profunda como en
la activa, el oyente es un sujeto que maneja pragmáticamente el silencio, pues
la base de escuchar se materializa en la capacidad para distanciarse de nuestros
propios ruidos internos (creencias, juicios, costumbres, experiencias, entre
otros). Para que el coach logre captar todo lo que el coachado desea comunicar,
se hace imperante que logre desconectarse de sus preocupaciones propias. Hay
quienes afirman que saber escuchar es saber escucharse. Escuchar profundamente,
manteniendo la atención en el cliente, los gestos que utiliza la otra persona y
la mímica entonce se conseguirá una compresión total del mensaje que se está
recibiendo. La finalidad de escuchar, consiste en comprender realmente el punto
de vista del cliente, cómo piensa , siente, y cómo se desenvuelve en el los
diversos aspectos de su mundo.
En relación a lo antes dicho,
es válido afirmar que para que el coach logre establecer un nexo que permita deliberar
las creencias limitadoras y reforzar las positivas necesariamente debe escuchar
con sinceridad; centrándose en lo que desea el coachado y en cómo conseguirlo. Esta
herramienta, abre las puertas para que coachado describa con más detalle su
situación. Creando con ello confianza e intimidad. Escuchando las
preocupaciones
del cliente, sus metas, valores y creencias Distinguiendo entre las palabras, el tono de voz y el
lenguaje corporal, para así, poder resumir, parafrasear, repetir, y hacer de
espejo a lo que el cliente ha dicho asegurando
el entendimiento.