Dr. Francisco Valdivieso Arcay
@Eduexpven
En el
mundo de hoy, existen cada vez más personas que se plantean orientar su
actividad profesional como Coaches o en otro contexto, utilizar el Coaching como
una estrategia para ser aplicada a su ejercicio profesional principal.
Indiscutiblemente esta visión manejada
desde la simpleza de la moda, no solo es una situación absurda, sino que además
reviste riesgos de incalculables proporciones, habida cuenta que el Coaching no
se trata de una postura que pueda adjudicarse como un boom momentáneo, como
tampoco es prudente asumirlo como una panacea que resolverá todas las
problemáticas sean estas de carácter personal u organizacional.
El Coaching es un proceso serio y por tal razón
está, regulado por un Código que tiene similitud a las declaraciones
deontológicas que reglamentan la acción
profesional en otras profesiones. Por este motivo, no puede cualquiera,
conferirse el título de Coach sin saber acerca del Código Ético que define la
acción del Coaching, y principalmente
no podrá considerarse Coach, aquel que obvie la responsabilidad y el respeto
como los dos de sus valores esenciales en la labor de un Coach.
Este Código Deontológico está
contenido en el denominado Código de Ética y Estándares del Coach. Este instrumento normativo suministra los principios bajo los
cuales la International Coaching Community (ICC)
admite la acción que un Coach debe ejercer su trabajo, y por lo tanto
regula su actuación de cara a la problemática que se le plantean resolver con
sus clientes. A mi juicio, lo más importante a destacar en este aspecto es que
es una compilación normativa que dirige el comportamiento profesional, estrictamente
basado en el contexto axiológico.
Es
preciso también decir, que no se trata en ningún caso de una receta para seguir
de forma irreflexiva, por el contrario, es un conjunto de principios cimentados
en el sentido común o dicho de otra forma, no están detallados en lo que un Coach
debe hacer, sino que dan una guía de los principios dentro de los cuales el Coach
puede desenvolverse libremente y donde la única limitación será la que expresen
las leyes del país donde el Coach trabaja.
En
sentido general los Estándares de Ética están referidos hacia siete (07) contextos
básicos, todos ellos orientados desde los preceptos que consagra la
International Coaching Community (ICC):
- Confianza,
Capacidad e Integridad, en lo que refiere a la formación
profesional del Coach y que en suma conjuga las cualidades y experticia
para ejercer la función para la cual le van a solicitar sus servicios.
Esto implica además, esforzarse constantemente para estar actualizado con
los progresos en la metodología de trabajo del Coaching. Igualmente debe
actuar consistentemente en lo que
atañe al respeto de sus acuerdos y cumplimiento de sus promesas.
- Respeto
al cliente, en lo que refiere al trato con
dignidad y honorabilidad. Esto implica nunca tomar ventaja de las
situaciones en las que se halla inmerso el cliente, sobre su aspecto
personal, sexual o financiero. Deberá siempre solicitar autorización de
cada uno de sus clientes antes de divulgar su nombre o hacer referencia a
su quehacer. Jamás impondrá sus propias creencias, valores o puntos de
vista.
- Honestidad,
en lo que refiere a tener consciencia de su niveles de habilidad y
calificaciones ante las situaciones que tendrá que manejar con el cliente.
Además debe anunciarlas, promoverlas y presentarlas de una manera
decorosa. Dentro de este contexto, su praxis será aceptar únicamente
aquellos clientes cuando observen que coinciden sus valores y sus
capacidades con las necesidades del
cliente.
- Respeto
Profesional, en lo refiere a su propia comprensión
o aceptación del coaching como profesión. Eso involucra un proceso de auto
reflexión que le impida ofrecer resultados de su acción que no pueda
garantizar.
- Confidencialidad
y conflicto de intereses, en lo que refiere al
compromiso de conservar toda la información de sus clientes de manera
confidencial, a menos que sea autorizado por los clientes, o bien sea
requerido por motivos legales. Otro elemento esencial de esta premisa, es
la que respecta a evitar asumir compromisos donde se hayan establecido
relaciones previas que supongan conflictos de intereses. De alguna manera,
esta visión apunta hacia la necesidad de que exista un acuerdo claro entre
el Coach y el cliente donde quede tácito que es imposible romper la
confidencialidad y confianza del cliente.
- Retroalimentación
y progreso, en lo que refiere al compromiso de
fijar los momentos en los cuales se rendirán los parámetros de rendimiento
y el progreso de sus clientes, dentro de cánones temporales en lo que
respecta a etapas razonables para medir. Si el cliente por alguna razón no
estuviera progresando, deberá plantearse espacios donde discutirlo
abiertamente con él, como parte de la relación entre Coach y Cochado.
Siempre es prudente la conservación de los expedientes necesarios para
probar la relación profesional entre Coach y cliente, para cumplir con los
requisitos profesionales y legales a los que hubiere lugar.
- Determinación
de Honorarios. Tal vez este sea uno de los elementos
de mayor delicadeza en la relación entre Coach y cliente. Es indispensable
informar claramente y de forma inequívoca al cliente, los elementos de
logística, honorarios y programas que se van a desarrollar en el ejercicio
profesional de la relación de Coaching. Si bien existe libertad de cobrar
los honorarios que desee, estos tendrán que estar diáfanamente
establecidos antes de iniciar la acción de coaching.
En definitiva, el Coaching es una herramienta
enfocada en el crecimiento de las personas, pero que puede aplicarse para la
obtención de resultados y objetivos definidos por la organización para sus
integrantes de forma rápida y efectiva. Debemos comprender, para ubicarla en su
justa dimensión que la formación por sí sola no es garantía de cambio.
Tradicionalmente tras la formación, los sujetos de la misma regresan al mismo
ambiente con las mismas personas y tiende a hacer las cosas como siempre. El
Coaching permite impulsar y conducir ese cambio y lograr la aplicación efectiva
de lo aprendido. Pero esta acción requiere un ejercicio con un componente ético
y axiológico a toda prueba, de lo contrario sus potencialidades se verán
reducidas al mínimo.
La asunción ética del Coaching es esencial, ya que
Coaching es hacer cambios por definición y los coaches tendrán la
responsabilidad de ser confiables en la tarea titánica de coadyuvar a ser los
guías para evitar que las organizaciones y las personas de esta sociedad se
pierdan en ese camino de constantes cambios.
El coach puede hacer un servicio de incalculable valor
a la sociedad como “facilitador” de los cambios que ésta necesita en lo que
respecta a sus individuos en la senda hacia el evolucionar y crecer. Solo
creciendo persona a persona una sociedad crece y esa es la garantía de estabilidad.
Como vemos la actividad del
coaching está frecuentemente interpelada desde la ética si el coach quiere
actuar leal y responsablemente de acuerdo con los compromisos que adquiere
ligados a esta profesión. Aquellos que en un futuro quieran dedicarse a esta
actividad deberán tener muy claros los principios y valores que en ella se
propugnan para que al asumirlos se fortalezca y potencie esta fascinante
profesión.
Un Coach que se precie como tal, tomará al pie de
la letra el Código de Ética y Estándares para enfocar sus responsabilidades, sólo ese será el detonante
para ejercer su acción de forma comprometida y manteniendo unos elevados
estándares de compromiso y en su trabajo, como única plataforma sólida para
convertirse en un profesional respetado y valorado positivamente por las
personas y las organizaciones, y así
poder ser reconocido económicamente por ello.
Es innegable entonces que en todos los sentidos, el
Coaching ayuda a hacer "mejores personas" y eso sólo será posible en
la medida que quien lo aplica sea también una persona de elevados conceptos
morales, éticos, capacidad profesional y dedicación responsable a su tarea de
Coach.
Para finalizar, queda de manifiesto y evidente lo enriquecedor
y potente que es el Coaching. Ahora quizá, después de profundizar en su Código
Deontológico podemos advertirlo desde un punto de vista más claro, en virtud,
que ese manifiesto accionario provee un apoyo y ayuda en el camino a una
formación ética que se traduzca en el futuro en un ejercicio ético del
Coaching. Se trata de concentrar los esfuerzos de manera consecuente y actuar
correctamente.