Dr.
Francisco Valdivieso Arcay
Lo habitual es asociar la expresión “conflicto”
a aspectos únicamente negativos, eso sucede porque ancestralmente, relacionamos
el vocablo conflicto con circunstancias como: aprietos, problemas, apuros,
peligros, dificultades, molestias…y podríamos escribir todo un artículo acerca
del sinfín de sinónimos que unimos a “conflicto”,
sin percatarnos que la acepción de esa palabra puede también apuntar hacia
aspectos positivos.
Es más,
me atrevería a decir que, en su mayoría, los
conflictos son positivos, porque se constituyen en la mayor y más sólido germen
de enseñanzas y avances. Todo parte de dos premisas esenciales,
la primera desde dónde nos situemos para ver en perspectiva los conflictos, la
segunda, asumir estrategias sistemáticas para solucionarlos y que de ello nos
quede una ganancia.
Pero
en efecto, los conflictos pueden transformarse
en grandes inconvenientes, si nosotros lo permitimos, si no los enfocamos como
contingencias por las que se atraviesa porque algo no está bien o no estamos
haciendo bien… Esta perspectiva es la que estimo como positiva, porque es lo
que convierte al conflicto en esa alerta para mejorar lo que no está bien, y
extraer de esa contingencia el aprendizaje para crecer. Esto opera para el
plano personal y también para las esferas organizacionales. Esa es la razón por
la cual, se consigue en el mercado innumerables procesos de formación
relacionados con la resolución de conflictos, negociación, mediación, entre
otros.
Con la aparición en el
universo del Desarrollo del Talento Humano de la disciplina del Coaching, este
proceso de abordar positivamente los conflictos ha venido cobrando una
significación metodológica singular, habida cuenta la efectividad que el
Coaching en los procesos de acompañamiento de las personal y los grupos.
En este tiempo tan convulso
y de tantos desafíos la posibilidad de solución de los conflictos de una forma práctica,
sistemática y certera no tiene precio. Las personas y las
organizaciones demandan, nuevas y eficientes técnicas para despejar la progresiva
avalancha de limitaciones que les aquejan producto de tener que armonizar diversos
intereses, aspiraciones, ambiciones y necesidades que obviamente crean una
multiplicidad de escenarios con diferentes grados de complejidad.
Es en ese contexto donde el Coaching emerge como una de las trascendentes
disciplinas que promueve encarar las contingencias desde la óptica del conflicto en positivo;
en otras palabras, su metódica apunta hacia la búsqueda de transformar su
naturaleza problemática para convertirlo en una coyuntura de la que se pueda
sacar ventaja estratégica.
El
Coaching, como hemos conceptuado en previos artículos publicados en este Blog,
es una disciplina que abre sendas hacia cambios positivos en las individualidades
y en lo grupos, por tal razón, articula completamente con la idea del enfoque
del conflicto visto con visión positiva.
Algunas
características del Coaching que lo consustancia con este enfoque, está en que el Coaching no pretende soslayar
la existencia de las circunstancias conflictivas, por el contrario, las hace
visibles y promueve su desafío explorando sus orígenes y derivaciones con el propósito
de plantear soluciones específicas desde las opciones por las
personas implicadas. Su contexto procedimental entonces, se acopla con
perfección a la visión de enfrentar los conflictos de tal manera, que sus
efectos y consecuencias alcancen un espectro accionario propicio para obtener saldos
positivos de su tránsito.
Sin
duda, el Coaching bien aprovechado, no solo es útil al momento de zanjar disputas,
pugnas y altercados, sino que también contribuye efectivamente en el proceso
posterior de cimentar asociaciones personales
y grupales, que trasciendan hacia mejores beneficios en el desarrollo del
desempeño personal y colectivo.
Entonces, ¿Cómo utilizar el Coaching para revertir los efectos de
una circunstancia desfavorable, de una situación inesperada, de uno de esos
cambios violentos que nos toman de sorpresa. ¿Cómo hacer para asumirla como una
coyuntura que se pueda convertir en ventajas y se convierta en un envión para seguir
avanzando hacia nuestras metas? ¿Cómo ayuda el Coaching es este enfoque?
Voy a tratar de satisfacer estas preguntas y otras que
posiblemente estén rondando sus mentes…
El Coaching permite iniciar el manejo del conflicto desde una representación positiva: Cuando hablamos de representación
positiva, estamos diciendo que hay que ubicar
todo en el terreno que corresponde. Eso implica abandonar la posición de
obcecación en la que con frecuencia nos colocamos cuando queremos hacer valer
nuestra posición ante los demás. Justamente el Coaching promueve el aprendizaje
desde enfoques más extendidos.
El Coaching refuerza la administración de las emociones: Modular las emociones para poder
catalizar miedos, molestias, desagrados, frustraciones, es materia vital
para solucionar los conflictos que se presentan habitualmente. El Coaching estimula
al auto-conocimiento profundo y también a que se experimente reconocer a los
demás, aprendizaje indispensable a la hora de manejar los procesos de
resolución de conflictos de forma ponderada y humana.
El Coaching estimula la empatía y la escucha: En la solución de conflictos,
tener como premisa de actuación, el compromiso de escuchar con atención para advertir,
comprender y percibir con fidelidad la posición de los demás involucrados, es
medular. Tener certezas acerca de lo que se necesita en forma objetiva, que
requieren y necesitan los demás, ponerse en “sintonía” con las visones
individuales y grupales es el punto de inflexión que permite arribar a una
solución positiva.
El Coaching favorece la posibilidad de asumir más de una posición: Cuando ventilamos conflictos,
todos los involucrados creen tener la fórmula para solucionarlo, y esa forma es
sustancialmente mejor que la de los demás. Eso parece estar dentro de la propia
génesis del género humano. La debilidad de esa visión está, en que se obvia,
que los demás también pueden tener una fracción o toda la razón. El Coaching tiene
la potencialidad de contrarrestar las posiciones excluyentes, al momento de
ventilar los conflictos favoreciendo la posibilidad de participación de todos y
a la vez contribuyendo a ampliar el radio de posibles soluciones. Así como
también, abriendo campo a hibridaciones creativas de soluciones positivas de
los conflictos.
El Coaching beneficia la aparición de perspectivas creativas: Cada conflicto tiene soluciones
clásicas a las que podemos apelar de forma casi automática. Pero en un mundo
tan cambiante y competitivo como el que vivimos, la asunción de novedosas
formas de resolverlos, traerá consigo posibilidades invalorables de
crecimiento. Cuando aplicamos Coaching, es común acompañar hacia la búsqueda de
todas y cada una de las opciones que puedan ser factibles. Eso incorpora, la
exploración de soluciones nuevas, inesperadas y creativas que hará abordar la
resolución de los conflictos de forma diferente y constructiva.
El Coaching da la oportunidad de “todos vencemos…”: Es muy común que en la
resolución de los conflictos se piense en la corta visión dicotómica de ganar/perder,
o que se espere con mirada reduccionista que la única forma de solventarlos
radica en que alguien consienta en ceder. Nada más alejado de la realidad, esta
posición cortoplacista sólo lleva a “salidas” momentáneas que nada resuelven de forma orgánica. Con el
Coaching se logra que todos sientan que lograron conseguir ganancias, porque el
núcleo de la solución de conflictos no está en ganar, sino en para qué requiere
cada uno, lo que solicita.
Siempre
habrá conflictos y jamás se conseguirá una fórmula para que desaparezcan, cosa
de lo cual nos debemos sentir alborozados, porque como hemos expresado, esos
conflictos que a veces nos agobian, mantienen vivas nuestras esperanzas de
avanzar, así ha crecido la ciencia. De cada calamidad humana, de cada traspié
cometido ha surgido, gracias al conflicto que generó, una solución. El único
error insalvable que cometemos con los conflictos es ignorarlos.
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