lunes, 25 de marzo de 2013

ALCANCE CONCEPTUAL Y OPERATIVO DEL COACHING ONTOLÓGICO


Dr. Francisco Valdivieso Arcay
valdipe@gmail.com
@Eduexpven
El Coaching Ontológico podríamos decir, que es un paradigma diferente, un contexto distinto de abordar la solución de situaciones problemáticas, de algo que no se mueve como deseamos, de alguna situación que por no operar como se necesita es preciso detener o a veces de algo que por desconocido no sabemos qué o cómo hacer con él.
Estas diversas situaciones, todas desestabilizadoras en lo organizacional y también en lo personal, requieren posesionarse de un aprendizaje para alcanzar un cambio sustantivo, que en definitiva podrá encauzar un  camino más certero hacia el logro de los objetivos. El coach ontológico es justamente quien se encarga de esa peculiar y sustantiva tarea, no es el que le dice a las personas lo que tienen que hacer, no es quien presiona soluciones o maniobras, tampoco aconseja panaceas que remediarán por si solas las situaciones, bajo ningún concepto exhorta ni recomienda acciones desde su particular óptica. Ese no es su carácter, no es su condición actitudinal, en fin esas acciones y maniobras no están en su repertorio. Su función está en explorar, hacer las preguntas claves para desentrañar las situaciones, su compromiso es ofrecer espacios para las interpretaciones generativas, su desempeño es acompañar la producción  respetuosa de modelos mentales que permitan desarrollar una nueva mirada a favor del descubrimiento de nuevas acciones y posibilidades; y acompaña ese diseño de acciones con el exploración de opciones que faciliten el acceso a los resultados buscados.
El Coaching Ontológico es una disciplina profesional que pudiéramos denominar por lo novedosa, “emergente” que tiene como misión esencial la asistencia a las personas y organizaciones para que puedan conseguir resultados, que tal vez sin la intervención de un Coach, no podrían lograrse por si solas.
El Coaching Ontológico surge de una plataforma filosófica y científica, en virtud, que los seres humanos siempre intentaremos obtener resultados que están yuxtapuestos o asociados al dominio del “tener” pero que serán dependientes de las acciones que tomamos, que podríamos denominar el dominio del “hacer”. Al final, en un enfoque humano, las acciones que tomamos están intrínsecamente en correspondencia con la forma en que nos observamos a nosotros mismos y observamos el mundo, lo que incuestionablemente concierne al dominio del ser, lo que implica la dimensión de lo ontológico.
Ese  es el carácter del Coaching con visión ontológica, porque se ocupa elementalmente en el dominio del ser, originando cambios en el tipo de observador que es la persona. Una vez estos cambios fueron hechos en la persona, a partir de ella misma, su perspectiva se acrecienta, se convierte en un observador diferente y tiene por supuesto, posibilidad para tomar decisiones y acometer acciones diferentes, logrando resultados nunca antes alcanzados por ella. Se produce un cambio ontológico en la persona y sus paradigmas, sus patrones de interpretación y el análisis de las situaciones.
En el plano operativo, se podría iniciar la reflexión de su praxis desde la óptica de distinguir dos principios básicos de la Ontología:

En primera instancia, no sabemos cómo son  las cosas, es decir, sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos, lo que en definitiva puede derivar en el hecho de que vivimos en un mundo interpretativo. Eso implica reflexionar en relación a la premisa que el lenguaje no es inocente, en virtud, que toda interpretación determina una acción posterior que induce a la apertura o cierre de posibilidades en la vida. Dentro de este contexto, se entiende que el poder de las interpretaciones faculta la acción para transformarnos a nosotros mismos y el mundo en el que vivimos.

El segundo principio expresa, que no sólo operamos de acuerdo a cómo somos, sino que también somos de acuerdo a cómo actuamos. La acción genera ser (dimensión ontológica), vale decir,  uno es de acuerdo a lo que hace. Una disquisición sobre este principio pudiera dirigirse hacia el análisis que a partir de la observación de la forma en que un individuo actúa, el Coaching Ontológico puede intervenir para cambiar la forma de ser.  En este caso la acción que produce es  una diferente y da como resultado un ser diferente.  Esto  permite moverse en otra dirección y dejar atrás antiguas formas de ser. El Coaching Ontológico permite este tránsito.

Para avanzar hacia la concreción de premisas operativas que tienen que ver con la “intervención” del Coach dentro del contexto ontológico, podríamos concluir preliminarmente que visto desde su aplicación el Coaching como proceso de interacción tiene como marco teórico la Ontología del Lenguaje, que nos proporciona una nueva interpretación de lo que simboliza el ser humano, de allí su calificación de Coaching Ontológico, expresado en la práctica como un modelo de transformación y aprendizaje aplicable con manifiesto éxito tanto en la vida personal como en el ámbito de las organizaciones.
Este modelo nos permite advertir en profundidad cómo actuamos, cuáles pueden ser nuestros logros y fracasos, dónde podrían nuestras dificultades, cómo deberían ser nuestras interrelaciones. En otras palabras, contribuir comprender significativamente a mejorar nuestra existencia como seres humanos, y por ende a las organizaciones a las que pertenecemos o en donde prestamos nuestra labor profesional, en virtud que, el Coaching Ontológico parte del principio primordial de entender que las acciones que cada persona es capaz, o no, de realizar determinan los resultados que obtiene en lo individual y colectivo.
Los elementos operativos del Coaching Ontológico entonces están acordados a través de una relación entre Observador, Acción y Resultado, en un proceso de intervención consciente y establecida de común acuerdo entre Coach y Cochado.
En esta dimensión operativa la intervención del Coach Ontológico, ayudará a la persona a convertirse a sí mismo en un observador distinto, orientándolo hacia un nuevo modo de actuar, y consecuentemente hacia una nueva modalidad de ser.
Teniendo como base dos procedimientos de potencialidades muy eficaces  como son: por un lado, la observación de las acciones del Cochado, y sobre la base de un conjunto de habilidades conversacionales, el Coach facilitará el camino hacia un nuevo aprendizaje revelando los obstáculos, limitaciones o “quiebres” como usualmente se denomina en el ámbito del Coaching; que obstruyen en la concreción de los resultados previstos, y que por no haber sido advertidos dentro de la cotidianidad no es posible avizorar sus posibles soluciones.
Generalmente los resultados y beneficios del Coaching Ontológico derivan en dimensiones que se expresan en escenarios positivos como los que se muestran a manera de ejemplo a continuación:
  • Coordinar acciones para alcanzar objetivos con efectividad.
  • Anticiparse al problema y diseñar un futuro diferente al asumido como seguro.
  • Ser un observador diferente de sí mismo y del entorno.
  • Establecer una relación diferente con la acción.
  • Decidir qué tipo de vida quiere, salir al mundo y concretarla.
  • Transformar conductas reactivas, haciéndose cargo del futuro.
  • Diseñar conversaciones que abran nuevas oportunidades y concreten posibilidades.
  • Diseñar conversaciones para la acción que produzcan resultados extraordinarios que antes parecían imposibles de alcanzar.
  • Generar un modelo que logre trasformaciones profundas en las culturas organizacionales.
  • Desarrollar una estrategia de liderazgo diferente.
  • Promover contextos de confianza para lograr equipos de alto desempeño.

A manera de colofón, apuntamos a culminar expresando que el Coaching Ontológico es una dinámica de transformación mediante la cual las personas y organizaciones revisan, desarrollan y optimizan sus formas de estar siendo en el mundo donde el crecimiento acontece en el dominio del Ser, a través de un aprendizaje transformacional que cuestiona en qué medida los modos tradicionales de percibir e interpretar interfieren con la efectividad en los procesos, aprendizaje donde las personas y los equipos revisan sus patrones de conducta y comportamiento habituales, para comenzar a operar con mayor creatividad, protagonismo y proactividad; generando competencias emocionales, del hacer, del pensar y de la comunicación.

El Coaching Ontológico es un proceso cardinalmente liberador de las creencias condicionantes que nos limitan. Nos vincula con nuestros recursos y con nuestra capacidad de intervenir, logrando mayor bienestar y efectividad en el logro de los resultados que nos importan.

La intervención de un Coach en su dimensión ontológica, intenta desarrollar actitudes y las aptitudes para generar nuevas ideas, para crear nuevas posibilidades, para descubrir nuevos significados, para concebir nuevos caminos, para encontrar nuevas conexiones, ya sea en el nivel individual, laboral y social. Es poder "desacoplar" lo que nos resulta seguro y conocido, para iniciar un "desplazamiento" regiones que "aún no exploradas", para atreverse a diseñar un “porvenir” acorde a nuestras inquietudes.

Es una disciplina que surge como un intento de hacernos cargo de las incongruencias que se observa en las organizaciones actuales, donde parece existir un binomio complejo entre “alta efectividad con altas dosis de sufrimiento”; “especialización técnica junto a contextos de trabajo dominados por la desconfianza”; “altas potencialidades tecnológicas y de recursos para enfrentar el futuro, acompañados de resignación”.

El Coach Ontológico delibera, con respeto por supuesto, las formas en que las personas y los equipos perciben sus realidades y situaciones para permitirles cambiar estrategias que se han tornado estáticas, que posiblemente tuvieron en el pasado buen resultado, pero ahora pudieran estar comprometidas en términos de logros efectivos, ofreciendo nuevas alternativas de “ser y hacer” que sean más eficientes para lograr los resultados deseados.

En suma, se apunta a lograr una mayor certidumbre y bienestar y para eso, es preciso cuestionar las arcaicas formas de pensamiento, para aprender cómo practicar "un nuevo juego", cómo ampliar la capacidad de "ver y pensar”, cómo generar nuevas posibilidades de acción, y obtener resultados que, previos a la intervención de Coaching Ontológico, podrían haber sido impensables. A este respecto la frase que a continuación se presenta, dibuja con capital precisión el contexto en el cual el Coaching Ontológico opera.

“Si tu mente está llena de conocimiento, estás siempre preparado para nada. Si está abierta, como la de los principiantes, estás disponible para todo. En la mente de los principiantes están las mayores posibilidades; en la mente de los expertos hay pocas”.

S. Suzuki

lunes, 18 de marzo de 2013

COACHING Y EDUCACIÓN EXPERIENCIAL PARA LA DEMOCRACIA



Dr. Francisco Valdivieso Arcay
valdipe@gmail.com


El Coaching y la Educación Experiencial, se han desarrollado fuertemente en el contexto de las disciplinas de corte constructivista, por tanto, nos ofrecen alineaciones generales en el proceso de construcción del conocimiento educativo, pero también puede tener una notable incidencia en el conocimiento cultural.
En primer lugar, enfatizan en la búsqueda de estrategias intelectualmente imaginativas, activas y de descubrimiento, por lo tanto los aprendizajes que promueve, no sólo son regidos por mecanismos adaptativos, sino por el contrario apelan a principios del constructivismo, donde el participante tiene la posibilidad de poner en práctica su capacidad de innovar, inferir, discrepar, sentir y pensar.  Estas posibilidades no brotan espontáneamente, sino que son experimentadas producto de la mediación directa con mecanismos metódicos diversos como preguntas, experiencias y retos entre otros, que los activan intelectual y emocionalmente.

Sin lugar a dudas, los participantes se ven envueltos en estrategias que impiden que demande exclusivamente de la memorización repetitiva las fórmulas que le ofrecen los facilitadores, lo que produce habitualmente que al cabo del tiempo no tendrá habilidad para plantearse dudas e inquietudes que movilicen sus capacidades intelectuales y emotivas.
En estos enfoques metodológicos, el participante es el protagonista de su propio proceso de conocer. No se convierte en el copartícipe pasivo que se sienta a esperar que le digan lo que debe hacer o en ocasiones a responder cuando el facilitador pregunta. El participante  puede iniciar el proceso, traer situaciones a los encuentros o fuera de ella que se relacionen con el tópico a tratar, tener dudas y retos que con la ayuda del facilitador aprende a dilucidar.
En relación a lo anterior, está sobrentendida la idea de que el objeto del proceso de aprendizaje no es que los participantes acrediten verdades conocidas de las cuales son notificados; más bien es motivarlos a concebir un contexto, una realidad, unas condiciones y un conocimiento cultural que siempre se está haciendo y evolucionando, que siempre está en construcción a través de un aprendizaje que parte de las experiencias. Visto así, lo más importante es que los participantes se sitúen frente a las experiencias de aprendizaje, con una actitud y una conducta responsable e independiente.
La apreciación  anterior nos hace marcar otro principio importante, que se opone de alguna forma,  a la posición tradicional que enfatiza la competencia individual y el logro personal como fin último de los procesos de aprendizaje. Pero a este principio inicial, hay que adicionar que en la construcción del conocimiento cultural, aunque existen responsabilidades y tareas personales, subyace preeminentemente un proceso social donde el aprendizaje no se da en forma aislada, o en solitario solo ante un libro o frente a un paquete informático. El mecanismo que permite transitar al unísono por el crecimiento personal y el trabajo grupal, es la cooperación. Habrá entonces que imprimirle a las disciplinas de aprendizaje estrategias que permitan el luchar juntos con un problema, el aprender a escuchar argumentos, a ponerse en lugar de otros, a cultivar la posibilidad de exteriorizar criterios propios para que sean sometidos a valoración por los otros, el compartir alternativas y buscar caminos.
Cuando la idea y los procedimientos que cada cual utiliza se confrontan con los de los demás en la intimidad de un proceso estructurado, se produce el conocimiento cultural. En un espacio de interacción es posible negociar varias propuestas y consensuar la viabilidad de ellas.
Desde esta visión es que entendemos la posibilidad que el Coaching y la Educación Experiencial como disciplinas de carácter constructivista, nos ofrecen reales y certeras posibilidades para constituirse en potenciales plataformas para solidificar los principios democráticos.  En esta idea de interacción subyace un objetivo fundamental de esta perspectiva, que los individuos realmente aprendan de la experiencia, y no desde la información y el conocimiento de manera superficial.
Un aspecto que requiere mucho análisis en esta mirada del aprendizaje cultural, es el referido a esquemas conceptuales, ideas, marcos de referencia, representaciones mentales, que los participantes traen a la experiencia de aprendizaje. Existe un reconocimiento que tanto los participantes como los facilitadores no comparecen al proceso social como sujetos vacíos de ideas. Su inteligencia no es una tabla rasa o un papel en blanco sobre el cual el facilitador traza, mucho menos es un receptáculo vacío que se llena de conocimiento presumiblemente útil. Los participantes traen formas de ver las cosas, pueden aportar maneras de resolver problemas cotidianos, inquietudes, en su mente tienen ideas de las que se han ido apropiando como resultado de su experiencia personal y social. Tal vez esas ideas, esas formas de enfrentarse a los problemas no son las más “adecuadas” para construir el conocimiento científico y el trabajo educativo; sin embargo, no se pueden desconocer.

Los momentos que propone el Coaching y la Educación Experiencial (talleres, clases, exploraciones, encuentros) aparecen entonces como situaciones oportunas donde los sujetos se “relacionen” con el objeto de “educarse y crecer”, es un espacio de “intercambio recíproco” de experiencias, es un círculo donde “exponer ideas” e información, es lugar para pensar y re-pensar, es un terreno donde podemos “afrontar a la realidad”, son momentos donde es “legítimo discrepar”, son áreas en donde cada cual puede “asumir tareas” precisas que conduzcan hacia el aprendizaje compartido a favor del desarrollo de todos.

En este enfoque metodológico-constructivista que se ha desarrollado como organización procedimental que se centra en solución dificultades más que en temas, que permite el uso creativo de la integración de contenidos y herramientas dinámicas, que accede a espacios geográficos alternativos y diversos, ha probado su efectividad para facilitar la comprensión de las problemáticas sociales y culturales. El aprendizaje que estas disciplinas promueve, son también un ejercicio propicio para solidificar los principios superiores de la convivencia social y en la solidaridad humana que están expresados en la Democracia como sistema político avanzado en el cual la soberanía del poder reside y está sustentada en el colectivo. Si revisamos los entrecomillados del párrafo anterior, podemos observar la diáfana conexión entre los tipos de situaciones que son tratadas cotidianamente por el Coaching y la Educación Experiencial; y los principios democráticos básicos contenidos en la Carta Magna como son respeto de la vida y a los derechos humanos, la convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad entre otros.
Son muchas y muy variadas las formas a través de la cuales podemos articular los conceptos metódicos del Coaching y la Educación Experiencial con la Democracia. Podemos destacar entre otras: la Escuela de Líderes, los Manuales de Convivencia, las Escuelas de Padres, los Comités de Profesores, los Proyectos Comunitarios, y hasta los cuestionados Consejos Estudiantiles y Educativos. No obstante, vamos a denominarlas a través de una expresión que las englobe a todas en su sentido más operativo. Las llamaremos “Grupos de Apoyo”, por considerar que este en su significado social, que puede albergar conceptualmente a todas las antes mencionadas.
Concebiremos un Grupo de Apoyo como la conformación de una verdadera red de células democráticas en un campo de la sociedad sea este institucional o no, que tiene como propósito fundamental un Proyecto Educativo Democrático. Su intención básica será educar para la democracia a través de la formación integral de los participantes, de ahí la importancia que los aprendizajes que se promuevan se conecten con la realidad social.

OBJETIVOS DE LAS DISCIPLINAS PARA CONTRIBUIR
A LA EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA

§  Desarrollar en los participantes en el dominio social
La Educación Democrática es un espacio en el cual los participantes pueden procesar sus propios problemas y situaciones críticas, les permite organizarse, asumir posiciones, los acostumbra a producir esfuerzos comunes para alcanzar metas individuales y grupales. En ellos es indispensable que se generen identificaciones para con trabajar unidos como lo dictan los cánones de la Democracia. Esta identidad, produce un sentimiento muy parecido al que encuentran en los espacios originarios del barrio, en virtud, que es posible que se desarrollen en el plano de la igualdad que es componente indispensable para que procesen las diferencias y desde allí desarrollen los potenciales individuales.
Los facilitadores que accionan con el Coaching y la Educación Experiencial, deben tener como norte esencial, fomentar la práctica de la inter-ayuda, de la solidaridad y de la comprensión mutua. Un grupo de participantes que actúa en afinidad, permite crear sentido de vida y de trabajo. Igualmente, les es posible negociar las diferencias, conciliar los conflictos, dirimir los asuntos pendientes. Todo esto desde una perspectiva democrática, lo que quiere decir basado en el respeto y en el reconocimiento del otro, como legítimo miembro de la comunidad. Es aquí donde cobra sentido el decir popular “Uno para todos y todos para uno”.

§  Desarrollar en los participantes el dominio intelectual-académico

Los facilitadores que operan con el Coaching y la Educación Experiencial deben apropiarse de conocimientos y estrategias que les permitan trasfigurar el aprendizaje de conocimientos en algo agradable, placentero y atractivo, pero sin dejar de ser profundo, perdurable y práctico. En otras palabras, los participantes tienen la opción de hablar, tratar, analizar en su propio lenguaje, con sus propios códigos, lo que están haciendo y aprendiendo, pero sin perder la noción que ese aprendizaje tiene anclajes en la teoría formal.
El trabajo académico de esta forma, se transforma en algo sencillo pero a la vez eficaz. Las correcciones se hacen sin reproches de parte de los facilitadores y pares, sin castigos, ni malas calificaciones. El trabajo de los Grupos de Apoyo es algo ameno que estimula a los participantes a colocar en práctica lo aprendido, a acercarse paulatinamente a lo difícil. Puede verse reflejado en el principio pedagógico ligado íntimamente al Coching y la Educación Experiencial  Aprender Aprendiendo”.

§  Desarrollar en el participante en el dominio emocional

Los facilitadores que maniobran con el Coaching y la Educación Experiencial, deben concentrarse en brindar múltiples y variadas oportunidades a los participantes para interactuar, tomando en consideración sus diferentes tipos de personalidad, de caracteres, de temperamentos y de maneras de apreciar los acontecimientos. Estas interrelaciones articuladas por las acciones típicas del trabajo cooperativo que se provocan en los Grupos de Apoyo, irá posibilitando la educación de la madurez en el manejo de los conflictos, así como también en los momentos de calma, en los de de mayor creación y en los procesos de autorregulación. 
El Coaching y la Educación Experiencial articulan de forma especialmente efectiva con los procesos de autocontrol que deben expresar los participantes de los Grupos de Apoyo, en razón que se fundamenta en el respeto y el sentido de pertenencia que debe caracterizar a los ciudadanos que profesan la Democracia como principio inalienable. La autorregulación afectiva se genera con natural facilidad a partir de las interacciones que promueven las disciplinas, en la medida en que participantes asumen con responsabilidad el manejo de sus emocionalidades como una premisa imprescindible para la convivencia democrática.  

§  Desarrollar en el participante en el dominio comportamental

Los participantes necesitan espacios y tiempos para interactuar y confrontan o comparan sus necesidades y expectativas. Los participantes deben tener la posibilidad de involucrarse en las actividades de su grupo y deben llegar a crear, en forma sincera y responsable, el deseo de apoyar en la solución de las problemáticas sociales.
Pero ese “involucramiento” del participante debe traducirse en comportamientos claros y concretos de Apoyo. Es en esta dimensión comportamental que las disciplinas de Coaching y la Educación Experiencial, surgen como los factores que mayor garantía ofrecen a la construcción de dominio comportamental, en virtud, que se fundamentan en los aportes de Makearenko, Don Bosco, Piaget, Vigostky, Kolhberg, cuyos postulados pedagógicos ponderan las relaciones solidarias de los participantes, plasmadas en estructuras metodológicas desde donde se transita de la competitiva e individualista a una concepción de interrelación dialógica entre los individuos.
A partir del Coaching y la Educación Experiencial, podemos contribuir a instaurar comportamientos democráticos sencillos y de fácil alcance, hasta lograr el deseado autocontrol ideológico necesario para la concordia democrática y así brindar oportunidades de generalizar este estilo de vida en su entorno ciudadano.

 §  Desarrollar en el participante en el dominio valorativo

La construcción del yo en el participante es un proceso donde intervienen diferentes y complejas variables. El desarrollo valorativo hace parte de este tejido bio-psico-social, donde los Grupos de Apoyo brindan muchas oportunidades a partir de sus diferentes actividades. Comúnmente en los ambientes colectivos, se generan procesos donde los enfrentamientos, la negociación, las conciliaciones, las alianzas, los desacuerdos, la beligerancia, los acuerdos, son oportunidades donde los participantes asumen posturas valorativas, que en el accionar diario se mediatizan si los individuos no despliegan sus cualidades democráticas.
En este aspecto el Coaching y la Educación Experiencial apuntan como metódicas insustituibles para profundizar en los procesos de codificación, adaptación, proyección e introyección que hacen parte de la maduración necesaria para apropiarse conscientemente de la visión democrática de la valoración. La educación para la demo cracia se cimenta en la construcción de valores tales como la participación, la convivencia, la cooperación, el respeto, que orientan y enriquecen integralmente el desarrollo del estudiante y, a la vez, son fundamentales para construir una cultura democrática. Consecuentemente el Coaching y la Educación Experiencial propugnan esos mismos valores como plataforma esencial de su quehacer educativo y pedagógico.

ARTICULACIÓN DEL COACHING Y LA EDUCACIÓN EXPERIENCIAL CON EL APRENDIZAJE DE LA DEMOCRACIA
Apoyar al aprendizaje democrático a través del Coaching y la Educación Experiencial, en su expresión más significativa, es contribuir a que la ciudadanía crezca integralmente y se realice en sí misma. El criterio de apoyo es la antítesis del simple uso de la otra persona para satisfacer uno sus propias necesidades. Por lo tanto, es un proceso, una manera de relacionarse con otros, que implica un desarrollo en las áreas cognitivas, emocionales y comportamentales.
Es un principio adosado a la Democracia, que cuando se apoya, se mira a los otros con sus potencialidades y sus necesidades de crecer. Por ejemplo, se experimenta una idea con su potencial germinal, vital y prometedor. También se experimenta que el otro necesita crecer, y uno necesita ser solidario para reconocerse como ser humano. Es importante entender que apoyar democráticamente no es experimentar la necesidad que los otros tienen de uno, como una relación que da poder sobre el otro y que provee la oportunidad de dominarlo.
Al apoyar a los otros, implica no se imponer una dirección; al contrario, se permite que la dirección del crecimiento del otro guíe lo que uno hace. En el apoyo para la democracia, el respeto se basa en el valor que se experimenta por los otros. Las obligaciones que se emanan del respeto son un elemento constitutivo del apoyo y no se experimentan como una imposición forzada sobre uno.
Los valores democráticos que podemos educar a través de la Educación Experiencial y el Coaching y que se constituyen en elementos cardinales para ejercer dentro del proceso de acompañamiento podrían estar dirigidos a apoyar en las siguientes dimensiones sociales:
Para poder apoyar deben conocerse las necesidades, las posibilidades, las expectativas del otro y responder a ellas. Se deben conocer las capacidades y limitaciones, como también las propias del que apoya.
Es necesario permitir que los otros crezcan a su propio ritmo y en su propia forma. Conocer y Reconocer a los otros, va más allá de otorgar una identidad, sino que implica respetar el hecho que todos tenemos derecho a las formas de participación (activa o pasiva). Involucra además, que no sólo debemos asumir su tiempo, sino también su espacio. Se debe educar en este dimensión la inclusión y también tolerancia.
Se circunscribe a esta esfera de educación para la Democracia, la confrontación activa y abierta con uno mismo y con los otros en el mismo nivel. Al apoyar al otro se debe verlo tal cual es y no como a uno le gustaría que el otro fuera o como se siente que el otro debiera ser. Aunque hay hechos desagradables, se respeta y se trata con seriedad para estar en contacto con el otro y ayudarlo. Se debe ver en qué forma se está ayudando o dejando de ayudar al otro. No debe haber vacíos significativos entre la forma como se actúa y lo que realmente se siente.
El aprendizaje para la Democracia requiere también desarrollar confianza en si mismo y en sus propias potencialidades. Que se pueden cometer errores, pero de nada sirve corregirlos si de ello no se extrae un aprendizaje significativo. En el plano actuarial el Coaching y la Educación Experiencial suministran un conjunto de herramientas de primer orden en el aprendizaje para el alcance de decisiones de carácter autónomo que disuada la enfermiza dependencia que es incompatible con la Democracia. Sólo el que confía en sí mismo y no trata de aparentar ser el que no es, podrá confiar en otras personas para que crezcan.
El Coaching y la Educación Experiencial ofrecen también, la posibilidad de ampliar el conocimiento continuo del otro. Siempre hay más que aprender. El que apoya es genuinamente humilde al estar listo y dispuesto a aprender más acerca del otro, acerca de sí mismo y de lo que significa apoyar. La actitud de no tener nada más que aprender es incompatible con el apoyo y con el desarrollo humano. El que apoyó siempre empieza de nuevo, no importa cuan extensa haya sido su experiencia previa, porque siempre la relación demanda entrega para la nueva situación. La situación, por lo general, no es la repetición del pasado que requiera sólo la aplicación mecánica de los principios.
El Coaching y la Educación Experiencial, puede aportar además planos conceptuales para contribuir a fundar los necesarios sentimientos de esperanza que en Democracia es indispensable que existan para estimular crecimientos sostenidos. Cuando se educa para la Democracia bajo la concepción de esperanza racional, se desarrolla ese sentimiento de estar unidos a la posibilidad cierta de crecer, donde la posibilidad de un nuevo crecimiento. Educar bajo el concepto de que existe la esperanza de mejorar, es la opción de la existencia  de un presente vivo y con múltiples posibilidades, que produce nuevas energías y activa nuestros potenciales. La carencia de esperanza corroe todo sentido de valor y de dignidad en las personas.
Al apoyar a las personas en su crecimiento democrático, si bies es cierto que no ofrece ninguna garantía de  cuál será el momento en el que se producirán los efectos esperados, nos reafirma la visión que sólo si se posee la esperanza de desarrollar una nueva sociedad con un nuevo hombre será la energía para lograrlo.

ENFOQUES DEL COACHING Y LA EDUCACIÓN EXPERIENCIAL PARA EL CONTRIBUIR AL APRENDIZAJE DE LA DEMOCRACIA

 Confianza y apertura frente a coacción:

El enfoque está orientado a generar actuaciones fuera de los esquemas coercitivos, se fundamenta en la preocupación de ayudar al que tiene problemas sin exigir nada a cambio. Ningún proceso se basa en el castigo, ni el rechazo, ni en la restricción de sus derechos. Todo el interés se centra en apoyar a las personas. Podemos precisarlo con detalles en el cuadro que aparece a continuación.

CUADRO 1

CONFIANZA Y APERTURA FRENTE A COACCIÓN
Pauta de Actuación del Enfoque Coercitivo
Pauta del Coaching y la Educación Experiencial
Instaurar el miedo de exteriorizarse como mecanismo de coacción.
Estimular la confianza de exteriorizarse como mecanismo de libertad.
Obstaculizar la sinceridad como elemento de minimización del poder individual de los ciudadanos y los colectivos.
Provocar la apertura sincera como elemento de maximizar el dominio del valor individual de los ciudadanos y los colectivos.
Propiciar el mutis como dispositivo de lo que el poder no quiere divulgar.
Favorecer la expresión voluntaria como  valor para detener las acciones a través de las cuales se perjudica y se abusa.
Implantar la hipocresía, como elemento para no afrontar los problemas.
Inducir patrones estables de claridad para evitar derivar la solución de los problemas reales. 
Instituir que es comprometedor quedar  expuestos ante los organismos de poder.
Develar que el poder concurre en los mecanismos de confianza y apertura democrática de la autenticidad y nada podrá ser usado en contra si no es veraz.
Convencer a los ciudadanos que “todos” podemos ser atacados y  presionados,  y todo lo que hacen está controlado.
Revelar a los ciudadanos que “sólo” podrán ser agredidos y forzados, y    estarán intervenidos en la medida en que se instaure en ellos el temor.

Clima de cambio frente a clima de complacencia:

A través de las herramientas y estrategias que se utilizan en el Coaching y la Educación Experiencial, los participantes tienen la oportunidad de sentir las dificultades y de experimentar opciones para sobreponerse a los problemas, en un clima de aprendizaje en donde enfrentarse efectivamente a las vicisitudes de la vida cotidiana es un laboratorio vivencial cercano a la realidad. Con precisión podemos observar que el cambio se produce más efectivamente cuando se interrumpe el pseudo equilibrio ciudadano que los medios de comunicación entronizados en el poder exponen como muestra de armonía ciudadana. El principio es hacer ver que “cuando todo va bien…”  no hay necesidad de cambiar. Las situaciones que propician naturalmente el Coaching y la Educación Experiencial, permiten crear un Clima de Cambio que incite justamente a develar que “no todo está bien…” y hay que cambiar.

Aquí y ahora frente a allá y después:

Los procedimientos naturalmente puestos en práctica por el Coaching y la Educación Experiencial, frenan la posibilidad que sean tratados como temas irrelevantes las carencias de los ciudadanos, las necesidades más sentidas de la población, las promesas incumplidas, los hechos punibles que son sustituidos por otros más polémicos. Las disciplinas, permiten que emerja cada caso en su justa medida de importancia, y eso imposibilita que se haga un manejo interesado de las situaciones para que los ciudadanos sustituyan los hechos relevantes del hoy y el ahora, por imaginarios de pasado histórico más remoto, o del futuro inescrutable  de los también remotas próximas décadas.
El Coaching y la Educación Experiencial ubican el debate en el presente y el próximo futuro inmediato de las personas, evitando anclajes perniciosos en un pasado que no fue, pero que poco aporta al crecimiento actual, y por otra parte, soslaya la posibilidad de sujeciones a seducciones ilusorias que terminan no concretándose nunca.

Los problemas como oportunidad frente a problemas como perturbación

El Coaching y la Educación Experiencial tienen como tesis principista que los problemas son oportunidades pedagógicas para avanzar y estimular nuevos y mejores mecanismos para crecer, siempre y cuando se procesen efectivamente como repercuten en el cambio de actitudes y de valores de las personas. A este efecto, su influencia para modernizar los procesos democráticos tiene un valor incalculable.
Por el contrario, hay la tendencia en el poder, a mantener los problemas como mecanismos de sometimiento y sumisión de las personas a las dádivas del gobernante, en un status en los cuales dependan tan estrechamente de lo que se da, que termina sujetándose acríticamente al reduccionismo en el que es arrinconado. Esquemáticamente lo podemos observar en el cuadro que se presenta a continuación.

 CUADRO 2

LOS PROBLEMAS COMO FUENTE DE ACTIVACIÓN DEL APRENDIZAJE
Visión basada en los problemas como factor de SOMETIMIENTO
Visión basada en los problemas como factor de CRECIMIENTO
Los problemas se muestran como una anormalidad de la gente (generalmente se les interpreta como inmoralidad, enfermedad mental, ignorancia o desviación.
Los problemas son parte normal de la vida de todos, y es un espacio real desde donde abordar novedosas formas para contribuir a erradicar situaciones confusas que se presentan cotidianamente.
Los que tienen problemas son diferentes porque se comportan de manera inaceptable con respecto a lo que el poder aspira como normalidad en o para la sociedad.
La gente con problemas no es diferente de otras. Por el contrario, su visión crítica permite que emerjan la realidad de las situaciones cotidianas y las ponen en discusión.
El reconocimiento de problemas es aceptar su propia anormalidad. De hecho la posición crítica ante una realidad por muy evidente que esta sea, acarrea su supresión ciudadana.
El reconocimiento de sus propios problemas es señal de su fortaleza democrática, porque es el impulso indispensable en el cambio sustancial de las actitudes y las acciones.
No es sensato ni adecuado revelar los problemas, en virtud que eso implica el reconocimiento del poder de sus insuficiencias y debilidades.
Es indispensable y de vital importancia  revelar ampliamente las situaciones problemáticas., porque de su conocimiento germina la posibilidad de resolverlas.
Cuando aparecen los problemas, los que lo padecen deben convencerse que  es negativo exponerlo, o que hay otros que poseen problemas peores.
Cuando asoman los problemas, los que lo sufren tienen la oportunidad de exponiéndolos, clarificar su comprensión y consecuentemente descubrir las opciones que se pueden operar para solventarlos.
Se asume que los problemas pierden su importancia cuando el comportamiento problemático de las personas que lo sobrellevan no puede ser observado.
Se asume que los problemas pierden su importancia cuando la persona o el colectivo que lo soporta encuentra los mecanismos de su solución y lo ponen en práctica.
El enfoque centrado en el problema como fuente de activación del aprendizaje no lamenta que haya problemas, por el contrario, se aprecia como un elemento importante, porque las situaciones problemáticas son en el esquema estratégico del  Coaching y la Educación Experiencial las oportunidades para que se puedan empezar a buscar soluciones.

Demostración de madurez frente a sometimiento y obediencia

En el Coaching y la Educación Experiencial los enfoques no se exigen obediencia, sumisión o dependencia, sino madurez. Frente a este fenómeno los facilitadores de las disciplinas, parten del hecho cierto que todos los ciudadanos en sus entornos pueden desarrollar criterios válidos, con las expectativas que de él se tienen.
Para ayudar a desplegar estos criterios, deben mantenerse las expectativas altas de los participantes y de esta manera poder ofrecer desafíos significativos. Lo cual no implica la populista política de “entrega demagógica” de todo el poder a los ciudadanos, sino que refiere a la motivación manifiesta para actuar responsablemente al interior de una estructura democrática, donde la madurez es vista como la capacidad de demostrar apoyo positivo a otros y actuar en una cultura de convivencia.

Valores frente a las imposiciones arbitrarias

Para el Coaching y la Educación Experiencial, las normas son necesarias en la ejecución de sus actividades, ya por esa razón son extraordinarias patrones  para simular las normas que se requiere poner en práctica en la sociedad democrática, Pero hay que estar conscientes que por sí solas no preparan para vivir responsable y productivamente. Pero a la vez, supone un modelaje de capital valor que participantes sean inducidos para que aprendan a obedecer reglas, conocer sus límites, y valorar juicios independientes y autónomos sin que esto suponga transgredir los valores más concretos de la sociedad democrática. La construcción de valores es fundamental, las normas serán un excelente complemento de crecimiento ciudadano, y se constituirán en su conjunto en la plataforma más sólida para la convivencia.
A manera de Colofón
Para contribuir a la arquitectura de democracia, el Coaching y la Educación Experiencial como disciplinas educativas para el desarrollo del talento humano en es elemental crear un espacio de comprensión de las potencialidades que éstas poseen a tal fin. Eso implica darles cabida orgánica en las diferentes instituciones, organizaciones y asociaciones que se dedican al análisis, discusión, toma de decisiones y acción ante las problemáticas de la sociedad y que tienen como propósitos la facilitación del bienestar colectivo de todos y para todos y nuestras necesidades básicas.

Estos espacios de reflexión profunda, entre los que es ineludible que estén las universidades, tanto, posibilitaría un punto de construcción de libertad pública, tal como lo expresa Bauman (2007), “La libertad como plena liberación de los miembros de la comunidad, es el derecho a participar en la decisión conjunta del destino común”. (p.p 243).

Esta decisión conjunta, entre los cultores de las disciplinas y las instituciones que les den los espacios propicios para desarrollar sus ideas, será el detonante que de una estrategia que se traduzca en guía las acciones de los distintos actores responsables de solidificar a la Democracia como principio fundamental del desempeño ciudadano.

Centrándonos en la potencialidad educativa ciudadana que poseen el Coaching y la Educación Experiencial, podríamos fundar un consistente punto de partida para definir la transversalidad de los procesos de enseñanza–aprendizaje, donde conjuntamente con la comunidad se diseñe, planifique y actúe, los procesos de acción participativa y crítica, que se concreten en los cambios verdaderamente emancipatorios.
Esto permitiría a la ciudadanía, por una parte, la comprensión contextual del conocimiento, es decir, entendería que éste tiene un valor de uso para influir y transformar el espacio público; y por la otra, tendría la oportunidad de experimentar el impacto directo que sus acciones pueden provocar en la comunidad.

sábado, 9 de marzo de 2013


Talleres de EDUEXP realizados en 2013





Todo un éxito resultaron los Talleres:
"7 Claves para Jugar en Equipo y Ganar..." y
"Desafíos del Líder 360°"
promocionados por EDUEXP y el Programa de 
Extensión Académica de laUPEL - Maracay






HABLAR Y ESCUCHAR ACTIVAMENTE: BINOMIO INDIVISIBLE EN LA COMUNICACIÓN EFECTIVA

Dr. Francisco Valdivieso Arcay

INTRODUCCIÓN
Luego de examinar varias fuentes bibliográficas logré puntualizar que la definición de comunicación denominada “efectiva” es aquella, que a planteada a partir de certeras destrezas y mecanismos previamente delimitados, permite alcanzar el propósito de lo que se quiere transmitir en una primera instancia, o recibir como producto de una emisión comunicacional. Eso implica reflexionar con precisión, que dentro de la comunicación efectiva, el emisor y el receptor requieren manejar una codificación que resulte exitosa para el mensaje que se intercambia. Es decir, que uno y otro entienden el mensaje transmitido.
En aras de mejorar el proceso comunicativo se inventó el idioma, pero la ciencia de la comunicación comprendió prontamente, que no era suficiente para que la misma fuera eficiente.  De la misma forma, se fue comprendiendo que a la par de las emisiones orales, había un sinnúmero de otros signos (las señas y los gestos) que eran, no sólo útiles como complementos que contribuyen a la mejor comprensión de los mensajes que se quieren transmitir, sino que en ocasiones son la mejor o única vía de activar certeramente el proceso de real comunicación.
Lo que es innegable es que los seres humanos estamos sumergidos permanentemente en situaciones de comunicación, cualquiera sea nuestra dimensión humana o laboral, nos movemos entre palabras y significados a veces sin ser conscientes de la dinámica subyacente.
A través de la palabra pensamos, nos comunicamos, reflexionamos, nos expresamos, opinamos, nos peleamos e incluso, y aunque parezca un contrasentido, nos separamos de lo que verdaderamente nos interesa.
Por esta razón, es indispensable concebir que según sea la calidad y la eficiencia de la comunicación que mantengamos con una persona, dentro de un grupo o en una empresa,  así mismo será la característica de la relación que alcanzaremos. De hecho, si nos detenemos a pensarlo en profundidad, todas las personas que consiguen un éxito sólido y un respeto duradero se caracterizan por ser excelentes comunicadores o más precisamente, saben comunicar de manera efectiva sus ideas, propósitos y emociones.
Así entonces, podemos comprender que las comunicaciones que mantenemos en nuestra vida cotidiana determinan las relaciones en general. Lo que hablamos y también lo que escuchamos, determinan el mundo de las acciones en el que estamos inmersos. Por ello la capacitación para generar un desarrollo de comunicaciones eficientes nos pueden llevar a una vida mayor certidumbre y bienestar.
Hablar y Escuchar Activamente:
Binomio indivisible en la comunicación efectiva
Si quisiéramos definir en su sentido más original, diríamos que la comunicación es el intercambio de ideas, pensamientos y sentimientos entre dos o más personas. Es un proceso bilateral, un circuito en el cual interactúan y se interrelacionan dos o más personas a través de un conjunto de signos o símbolos convencionales, por ambos conocidos. Esta definición implica la necesidad de establecer una distinción entre dos términos que usualmente utilizamos como sinónimos, pero que no lo son, pues su significado es muy distinto, estos términos son: información y comunicación.
Desde esta óptica, es importante puntualizar que Informar, es transmitir ideas en un sólo sentido, es decir, de manera unilateral. El emisor transmite un mensaje al receptor, sin esperar reacción o respuesta. Por su parte, Comunicar es un proceso mediante el cual dos o más personas se ponen en contacto, intercambiando ideas, de una manera bilateral. El emisor transmite el mensaje al receptor y recibe su respuesta, en un intercambio permanente de roles, cada uno adopta el papel de emisor cuando se expresa y el de receptor cuando recibe la respuesta de su interlocutor.
Esta consideración es importante para poder determinar las valoraciones que permitan establecer premisas sobre las cuales estimar criterios para una “comunicación efectiva”. En la medida en que comprendamos que la comunicación es una doble vía, por la que se circula en ambas direcciones, que es una danza entre el “hablar” y el “escuchar”, y que este ir y venir hay que precisarlo en términos de técnicas que los hagan cada vez más eficaces, es lo que implica la existencia de una transferencia resultante entre dos  o más personas que puede determinar si sostenemos un contacto de naturaleza informativa, o si por el contrario mantenemos un contacto de características comunicativas. Esa manera de entrar en contacto con los demás, con una intencionalidad definida y aprovisionándola con herramientas que permitan una efectividad a su más alto grado de fortaleza es lo que se proponen instrumentos conceptuales superiores como los que propone el Modelo de Programación Neurolingüística.
Es justamente a través de las herramientas que nos proporciona la Neurolingüística bien concebida que podemos hacer de la comunicación una vía cierta para que conozcamos a las demás personas a cabalidad, comprender sus ideas, valorar sus sentimientos, sus valores, enfocar los hechos y pensamientos que le rodean. La comunicación es ese vínculo de significados entre los seres humanos, que les permite comprenderse y compartir lo que son, lo que sienten y lo que saben. Al utilizar ese puente existe un acercamiento que permite a la gente superar cualquier cosa que los separe. A mi juicio, eso es darle a la comunicación una cualidad como “efectiva”
Cuando la comunicación es efectiva, existe mayor probabilidad de que se logren procesos como la calidad y la productividad, en virtud que, una buena comunicación tiende a estimular el buen desempeño y a la par promueve la satisfacción de quienes lo logran.
La bibliografía, reporta con cierta consistencia que las técnica sobre las que giran la comunicación eficiente se refieren esencialmente a un contextos que pudieran citarse como principio básico para lograr una correcta y efectiva comunicación. A primera vista surge como muy elemental y sencilla en su uso, pero pareciera que a menudo nos olvidamos de ella. La estrategia que hay que tener siempre en consideración, y además emplear con precisión y consistencia es la escucha activa.

La escucha activa es tal vez el principio más trascendente y difícil de todo el proceso comunicativo es el “saber escuchar”. La falla de comunicación más usual que se comete es no saber escuchar a los demás. Esto ocurre porque se está más pendiente o concentrado de las propias expresiones, y en esa necesidad propia por participar, se pierde la visión y la esencia fundamental de la comunicación que es la bilateralidad, es decir, compartir con los demás. Además parece existir una errónea creencia de que se puede escuchar de forma involuntaria. Cuando no se tiene plena consciencia de este error, el escuchar va a requerir un esfuerzo superior al que se hace para hablar, así como también del que se despliega al escuchar sin interpretar lo que se oye.
En el plano más escueto, la escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla, entonces, ¿Cuál es la diferencia entre el oír y el escuchar? Pues las grandes diferencias pudieran radicar en que “oír” es sencillamente distinguir o percibir las vibraciones de sonido. Mientras que escuchar es entender, comprender o dar sentido a lo que se oye. En ese contexto, la escucha que propende o es factor de la comunicación  efectiva tiene que ser necesariamente “activa”. Esta, se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que el interlocutor está expresando directamente, sino que tenderá también a interpretar los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen en lo que se está diciendo. Para llegar a entender a alguien se precisa asimismo cierta empatía, es decir, saber ponerse en el lugar de la otra persona.
Esta particularidad que hay que imprimirle a la escucha para que sea verdaderamente activa, requiere además, movilizar algunos elementos que faciliten su puesta en marcha. Entre los más específicos tenemos:
·         La disposición psicológica, que se entiende como la habilidad para prepararse interiormente para escuchar.
·         Observar al otro, que se orienta a la  identificación del contenido de lo que dice, en lo que refiere a los objetivos y también los sentimientos.
·         Mostrar y expresar al otro que le escuchas con comunicación verbal  y no verbal, es decir, hacerle sentir al interlocutor el interés que se siente por su comunicación.
·         Mostrar empatía con sus emociones, en otras palabras, es tratar de "ponernos es su lugar" y que entendemos sus motivos. Es escuchar sus sentimientos y hacerle saber que intentamos comprender lo que siente esa persona. No se trata de mostrar alegría o tratar ser simpáticos. Sin que esto signifique que aceptamos o estamos de acuerdo con su posición.
·         Parafrasear, que significa comprobar con las propias palabras lo que parece que el emisor acaba de decir. Su valor en el proceso de escucha es que ayuda a comprender lo que el otro está diciendo y permite verificar si realmente se está entendiendo y no malinterpretando lo que se dice.
·         Emitir palabras de refuerzo o cumplidos, que pueden concretarse en  verbalizaciones que fortalezcan su disertación al emitir que uno está de acuerdo o comprende lo que acaba de decir.
·          Resumir, que se constituye en la habilidad informar a la otra persona de nuestro grado de comprensión o también se hay necesidad de mayor explicación.

De la misma forma, hay que tener muy en cuenta aquellos componentes que pueden evitar poner en ejecución la escucha activa y en consecuencia distorsionar la comunicación evitando que sea efectiva:
·         No distraernos, lo cual ocurre con facilidad. La investigación a este respecto reporta que la curva de la atención se inicia en un punto muy alto, disminuye a medida que el mensaje continúa y vuelve a ascender hacia el final del mensaje. En este contexto evitar distraernos, implica batallar contra esta tendencia haciendo un esfuerzo especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que nuestra atención no disminuya.
·         No entorpecer al que habla ni interrumpir su elaboración verbal.
·         No juzgar, no cuestionar, no establecer de plano premisas morales personales.
·         No ofrecer ayuda o soluciones prematuras, así como tampoco rechazar a priori lo que el otro esté sintiendo.
·         No contar o referir la historia propia cuando el otro necesita hablar de la suya.
·         Evitar presentarse como un “experto" que de antemano tiene las respuestas al problema de la otra persona, antes incluso que este haya culminado de plantear su posición completamente.



A manera de Conclusión
La comunicación, es antes que todo, es una actitud de apertura al otro que implica disponibilidad desprendida para compartir lo cual envuelve a su vez una capacidad para dar y recibir. Sin embargo, ésta no es fácil de dimensionar y a medida que se practica con una visión de efectividad, es un arte que se debe ejercitar continuamente para desplegarlo en toda su plenitud y poder así obtener la mejor utilidad de él.
Y ya que hablamos de calidad cuando nos referimos a la comunicación, es indispensable apuntar hacia la dirección reflexiva de que estamos llamados a intervenir con las otras personas, no solamente en las cosas que hacemos en la cotidianidad de lo que hemos aprendido, sino ir más al fondo de nosotros mismos en el hecho comunicacional. Visto desde esta óptica hay que dimensionar con total precisión que el que verdaderamente quiere comunicarse, debe saber escuchar, inclusive cuando las personas están en silencio, porque éste también forma parte de la comunicación.
Un oído afinado es el único símbolo axiomático de una actitud abierta a la comunicación efectiva. Y escuchar constituye el noventa por ciento de una buena comunicación, porque en todos los seres humanos subyace una necesidad inequívoca que se nos escuche. Esta necesidad incluye, como seres gregarios que somos, la constitución de un  factor fundamental en toda la vida social.
Me hago eco de las sabias palabras expresadas por Bernard Baruch (1870–1965), quien fuera asesor presidencial de Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt sobre temas de economía “La habilidad para expresar una idea es casi
igual de importante como la idea misma”

Bibliografía Consultada:
Ballenato, G. (2007) Comunicación Eficaz: Teoría y Práctica de la Comunicación Humana. Editorial Pirámide. Madrid, España.

Echeverría, R. (2008). Ontología del Lenguaje. Ediciones Granica. Buenos Aires


OConnor, J. y Seymour, J. (1995). Introducción a la PNL. 8va. Edición. Ediciones Urano. Barcelona, España.