Dr. Francisco Valdivieso Arcay
@Eduexpven
Educación
Experiencial podría significar en su enunciación más directa: la construcción,
adquisición y revelación de nuevos conocimientos, habilidades y valores, a
través de experiencias reflexionadas de manera sistémica.
Expuesto en otros
términos más operativos representaría, que los aprendizajes son el producto del
despliegue directo de situaciones, que permitan que las personas se vean
involucradas en experiencias vivenciales, donde se vea en la necesidad de poner
todos sus sentidos en actividad y, que estos eventos vivenciados sean mediados
por procesos de abstracción conceptual, en los que se puedan generar espacios
de reflexión sobre ese hacer.
Esta naturaleza metódica, que implica condensar
de forma sistemática, experiencias, referentes conceptuales y zonas de
reflexión han venido demostrando su utilidad en diversos procesos educativos,
pero su combinación no es necesariamente una novedad. Desde la
Mayéutica Socrática, transitando
por la metodología de educativa creada por Dewey, hasta la
actual Educación Experiencial, descubrimos que el influjo que tienen las
actividades vivenciales son invariablemente el elemento indispensable sobre el
que se logra anclar una esfera concreta desde donde el quehacer pedagógico se
ve favorecido.
En este
enfoque se ven beneficiados especialmente el aprendizaje de concepciones, la
fortaleza de capacidades, el desarrollo y perfeccionamiento de competencias, prácticas,
destrezas y habilidades, ha demostrado ser puntal metodológico para la
consustanciación de las personas con los componentes volitivos y éticos. Ha
confirmado ser metodología de significativa efectividad en los procesos que
implican la comunicación y el trabajo en equipo, entre otros.
Por estas
razones, desde la escuela de Educación Experiencial que promovemos a través de
estos espacios de deliberación, apuntamos hacia la necesidad de abrirle caminos
como un modelo factible a ser desarrollado en toda su expresión en los
contextos de la academia moderna; un método donde lo experiencial-pedagógico
pueda ser el instrumento que permita administrar y direccionar, una perspectiva
de estructura curricular para compartir espacios de enseñanza y aprendizaje con
otros criterios metódicos que ya se han constituido en los modelos
tradicionales. Que podamos instituir como parte del repertorio ya existente en
los procesos educativos, un modelo pedagógico experiencial que influya en los
procesos como Enfoque Practico Didáctico.
Desde esta
óptica es que observamos cómo puede reivindicarse su importancia en el campo de
las actividades educativas. Impulsando la Educación con naturaleza experiencial
aprovechando su tradición cinética, artística, lúdica, de descubrimiento, de
juego de ingenio e inteligencia y un sinfín de maniobras típicas que, utilizadas
de manera proporcionada, conducen a aprendizajes altamente significativos y perdurables.
La Educación
Experiencial radica su acción en concebir áreas que viabilicen la vivencia extraordinaria,
que puedan ser influidos por segmentos de referencia conceptual, y que sobrevenidos
de momentos de reflexión inmediata y posterior permita que dicha vivencia se
convierta en real Experiencia que pueda transitar hacia el proceso de transferencia
y aplicación a nuevos escenarios.
Las fases en
secuencia se articulan de forma ordenada y activa, lo que deriva en que el participante
se ve envuelto en un proceso de estimulación del aprendizaje. El encadenamiento
generalmente el momento en el cual se pone al participante en contacto con la
experiencia extraordinaria, y desde allí se movilizan los desafíos para
desarrollar la búsqueda y el abordaje de estrategias de acción. De hecho, ese
tránsito estratégico detona mecanismos contiguos de reflexión, pero es después
cuando se administran fragmentos de proposiciones conceptuales, es donde
comienza el verídico y efectivo dispositivo de abstracción que admite la
generalización que se deriva posteriormente en la posibilidad real de
extrapolar la experiencia a escenarios y contextos diferentes.
En la
expresión de la pedagogía y la enseñanza, valdría el esfuerzo trasladar el encadenamiento
expresado en el aparte anterior, como una secuencia no estricta de componentes
didácticos que se ponen en marcha con visión de operaciones estratégicas.
Referimos la visión del no riguroso orden, porque la secuencia no
necesariamente tiene que iniciar invariablemente desde uno de los componentes
didácticos en especial. Por el contrario, la praxis de la Educación
Experiencial ha venido determinando que no es rigurosamente esencial que así
sea, lo que sí parece esencial es que se complete el ciclo para que se produzca
el aprendizaje deseado inicialmente, así como los aprendizajes colaterales a
los que nos tiene acostumbrados la activación de este enfoque metodológico.
El otro
factor que emerge para la activación completa de la metodología de Educación
Experiencial, es la necesidad que la construcción de las experiencias sean
producto de una elaboración consciente que su puesta en escena se constituya en
una práctica perspicaz que “detone” en
los participantes la vivencia inteligente desde el mismo momento de su
ejecución como en la espacio ulterior. Así mismo, el proceso intermediario de
presentación de elementos puntuales de la crónica conceptual se instaure como
el dispositivo generador de los consecuentes intervalos de abstracción general
inicial, para que las nociones, principios y ordenamientos, se puedan a la
postre integrar con la experiencia, para generar conocimiento
significativamente sólido. Ese tránsito será el que permitirá en definitiva,
aprehender los conocimientos efectivos para ser transmutados en generalizaciones, que puedan emplearse
a otros contextos.
Otro
mecanismo que es ineludible ensalzar es la naturaleza misma de las actividades típicas
que se utilizan en la Educación Experiencial. Eso que hemos llamado “retos o
desafíos”, y que constituyen una marca distintiva de este enfoque metodológico
resulta la unidad determinante para acrecentar la estimulación y aportación de
las personas y su uso es el emblema característico que define la metodología, y
que se ha demostrado que su consciente y didáctica construcción, así como la
oportunidad en su presentación, es el factor esencial del destino final
educativo que posee el enfoque. Esas actividades que tienen diversas
denominaciones y dominios dentro de la lúdica, la agonística, lo artístico, la
expresión corporal, la vida al aire libre, entre otras, pero con la visión
pedagógica que “rete y desafíe” al participante será ingrediente potencialmente determinante para expandir los límites
del aprendizaje a espacios insospechados.
En
definitiva, la generación de este ambiente diferente y positivo de aprendizaje,
propone la intervención de un facilitador- mediador también de una manera
distinta, que construya cada ambiente, escenario y situación de forma que tenga
un significado real o supuesto pero nutritivo, que se exprese y conecte con
cada participante a favor de su consustanciación con la experiencia y le pueda
extraer su valor educativo, que persuada que la participación activa es el
punto focal desde donde la vivencia puede convertirse en una sabiduría, demostrar
que cada paso que damos en una actividad es una coyuntura de la cual se puede
obtener aprendizajes, que cada reflexión que emerja se puede constituir en un componente
que favorezca con la arquitectura de nuevo conocimiento trasmisible a nuevas
situaciones.