Maria Luisa Amengual N.
Lilianoth Chong R.
“La
Empatía es la capacidad de pensar y sentir la vida interior de otra persona
como si fuera la propia”. Ignacio Novo.
Partiendo de este concepto,
entendemos la empatía como la intención de comprender los sentimientos y
emociones de un individuo, intentando experimentar de forma objetiva y racional
lo que está sintiendo el mismo. Cuando un individuo consigue sentir el dolor o
el sufrimiento de los demás poniéndose en su lugar, despierta el deseo de
ayudar y es esa capacidad de ponerse en el lugar del otro lo que nos va a ayudar
a comprender mejor el comportamiento en determinadas circunstancias. Una
persona empática se caracteriza por tener afinidades e identificarse con otra
persona. Es saber escuchar a los demás, entender sus problemas y emociones.
La empatía se construye
sobre la propia conciencia de lo que somos como individualidad y colectivo. Para desarrollar una empatía
eficiente debemos ser capaces de evaluar profundamente nuestras emociones y
sentimientos. Esto nos proporcionara la claridad mental necesaria para entender
correctamente la conducta y emociones que rigen el comportamiento de los demás
individuos.
La empatía NO es un don,
todos podemos desarrollarla si lo deseamos, pero para que esto suceda es
necesario que el coach se olvide de sí mismo y de sus principios e intente
acercarse al mundo del coachado. La empatía es la que nos permite percibir
los sentimientos de los otros y hacer que se sientan menos solos. Una clave
para intuir los sentimientos del otro, es la habilidad de interpretar el
lenguaje no-verbal. Como la mente racional se expresa a través de palabras y
razonamientos lógicos, las emociones pueden manifestarse mediante posturas,
expresiones faciales o tonos de voz particulares. Esta habilidad de detectar el
significado implícito del lenguaje no verbal, es lo que nos va a permitir adelantarnos
a las necesidades del coachado.
La empatía está intrínsecamente
relacionada con el Amor y la Compasión, ya que los seres humanos tenemos la
capacidad de vernos reflejados en los sucesos que vive otra persona. Y es en
ese momento donde nos percatamos de que las necesidades de un individuo pueden
ser nuestras.
En una escucha empática escuchamos con los oídos, pero muchas veces lo
realmente relevante es escuchar con los ojos y con el corazón, para
entender el significado de la conducta y
de los sentimientos del coachado. Debemos percibir, sentir e
intuir utilizando todo nuestro potencial cerebral, ya que esta escucha es
terapéutica y proporciona comprensión,
amor, valor, apreciación en aquel que la recibe. Y al mismo tiempo va a
desarrollar una sinergia y una comunicación interpersonal afectiva entre las
partes. Tanto es así que en la vida
diaria las personas muchas veces al momento de hablar con otras, asistir a una conferencia
o simplemente poner la radio, entra en un momento de retroalimentación propia,
es decir, si es importante lo que se está diciendo lo escuchamos, sino solo lo oímos.
Por tal razón hasta el
escuchar varía dependiendo de la forma en que lo hagamos. En virtud de esto la
escucha se ha dividido de la siguiente manera:
Oír: es el nivel más superficial de la
escucha. Aquí se registra la voz de la otra persona pero ni siquiera se presta
atención solo la oyes y puedes estar pensando en otra cosa.
Escuchar a: este segundo nivel consiste en
escuchar a alguien pero a la vez activas una serie de preguntas en tu mente
sobre lo que estás escuchando, que no te dejan asimilar por completo lo que te
dicen porque definitivamente lo escuchado lo estás adecuando a tu propia vida.
Escuchar para: en este
tercer nivel de escucha se busca algo en lo que la otra persona dice, el tiene
una idea en la mente, filtra lo que le dice la otra persona y lo selecciona
para formar una opinión.
Escucha consciente: esta
consiste en la escucha profunda con un mínimo de diálogo interior por lo tanto a
nivel de coaching, esta es la escucha ideal para trabajar ya que aquí el nivel
de percepción y de intuición funcionan mejor porque no se pone ninguna
dificultad al escuchar al coachado. Sin embargo podemos tomar en cuenta también
otra clasificación de la escucha:
La escucha ficticia: en la
que hacemos como si escuchamos cuando realmente ignoramos lo que nuestro
coachado nos dice.
La escucha selectiva: aquí
nuestro escucha va a ser solo de ciertas cosas de la conversación, de aquellas
que van acorde a nuestra forma de pensar, de nuestro sistema de pensamientos;
es una escucha pobre e ineficaz.
La escucha atenta: es
aquella escucha donde se presta atención y se centra toda nuestra mente en lo
que dice nuestro coachado, por lo tanto es la que más se acerca a la escucha
empática.
Por todo lo anteriormente
expuesto, podemos afirmar que la escucha profunda debe ser una herramienta
básica del coach y si se logra combinar efectivamente con una verdadera
empatía, se formará una llave muy eficaz para el total éxito de la terapia.
Sthephen Covey afirma que
“La empatía es el arte de comprender y ser comprendido”, lo cual está muy cerca
de la realidad porque lograr hacerlo es tan difícil que lo convierte en un
verdadero arte, saber escuchar con empatía y profundidad es indispensable para
formar relaciones sólidas, constructivas y sinérgicas. Es un paradigma efectivo
cuyo cometido es la comprensión real e integrada de todos los aspectos
estructurales del emisor o coachado: físico-mental-espiritual. Como dijimos se
trata de un arte difícil de dominar y aplicar.
Sin embargo, como nuestro
cerebro es tan poderoso, podemos afirmar que de tanto practicar alguna
situación logramos hacerlo e internalizarlo tanto que se convierte en un hábito y
esto precisamente es lo que debe suceder cuando entramos en sesión o consulta,
debe ser como una especie de trance, en el cual “automáticamente” nos
desprendemos de todo lo externo e interno propio, activamos nuestra intención
de escucha profunda empática y ambas deberán ponerse de manifiesto de manera
conjunta y automática.
Si hiciésemos de esta
sinergia escucha profunda-empatía un modo de vida, es decir que lo aplicáramos
para con nosotros mismos en primer lugar como también para con nuestro entorno,
llámese pareja, hijos, familiares y amigos, de seguro seríamos personas más
completas tanto en conocimiento, como en la consolidación de nuestras
relaciones.
¿Cuantas veces nuestra
pareja o hijos nos hablan y le prestamos atención solo para defendernos o
sentar una posición o postura, o para aleccionar "robótizadamente" según “nuestras
verdades” que no son más que paradigmas propios.
Imaginemos un mundo en el
que todos nos escucháramos, solo eso, en el que nos desprendamos de todo lo
propio y nos adentráramos en el mundo del otro por completo, un mundo sin
juicios ni condenas, en el cual a todos nos interese lo que el otro nos dice
porque simplemente queremos aprender algo. Ahora imaginemos un mundo en el que
todos nos escuchemos y además sintamos el dolor o la preocupación ajenas como
propias, sensibilizándonos verdaderamente del malestar ajeno… ¿Parece algo
imposible verdad?
Bueno podrá parecerlo pero no lo es, de hecho esta sinergia
debería ser la base de cualquier relación y es allí donde precisamente el coach
debe hacer su mayor esfuerzo, esa debe ser su principal tarea, no solo lograr
este nivel para sí mismo si no también enseñar o aleccionar a todo el que
pueda, comenzando por su entorno de manera directa y aún más con la persona a
la cual está cochando.
El individuo es social por
naturaleza, se relaciona y logra formar vínculos con otras personas, por lo que
necesita tener un verdadero feedback con todo el que le rodea, llámese amor,
amistad o relación laboral, entonces si este intercambio es más profundo que
una simple convivencia etérea, o alguna simple llamada telefónica o encuentro casual,
lograríamos sin duda relaciones mucho más profundas y sólidas.
Está demostrado
que las personas altamente empáticas, son personas más alegres,
felices y sensibles. Y esto es así, porque la retroalimentación que se obtiene
siendo empático va en consonancia con las virtudes que ésta lleva adheridas. Si
nuestro patrón de conducta y comportamiento siempre tiene en cuenta
las necesidades y el bienestar de los demás, nuestro patrón se verá fortalecido
y ampliado, porque recibirás más de lo mismo. Tu siembra será tu cosecha, al
igual que lo que reflejas en el exterior es un espejo de tu alma.
Debemos trabajar y
fortalecer la empatía no solo con nuestro círculo más cercano, sino con todo
aquel que necesite apoyo y ayuda. Nadie se merece quedar desatendido y
desamparado ante sucesos que cualquiera de nosotros puede atender de manera
efectiva, solidaria y compasiva. Los beneficios de esta práctica son
innumerables tanto para el que los recibe como para el que los ejecuta.
Brindemos nuestro máximo exponente y tacto emocional a todo aquel que lo
necesite. Un mundo mejor es posible si todos desarrollamos esta magnífica
virtud.
Finalmente podemos afirmar
que la escucha profunda es una efectiva e indispensable herramienta del coach,
pero además también podemos afirmar que combinada con empatía, se traducirá en
el éxito casi asegurado de una terapia, entendiendo como éxito, a la
culminación satisfactoria del acompañamiento del coachado, lo cual no implica
necesariamente que el mismo haya solucionado por completo la situación que lo
llevó a buscar ayuda, pero si que desarrolló herramientas con las cuales lograr
hacerle frente para vivir feliz y en paz consigo mismo y con su entorno.
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