martes, 28 de marzo de 2017

El coaching de equipos y la poiesis organizacional

José Clemente Mora Rosales

La belleza de una organización se abre a la brecha misma de las interacciones de sus individuos o participantes equidistantes de sus acciones y valores, está puede llamarse empresa, institución, espacio productivo en el que la interacción permanente para el logro de objetivos representa el sentido teleológico de su existencia. El proceso productivo de una organización desde la perspectiva creadora de su existencia, colide en la poiesis misma de su energía impulsora que le hace ser, hacer y obtener resultados.

Una conversación sublime entre los propósitos mismo de su devenir y las incertidumbres propias que coexisten en el sistema de creencia de la organización como sistema integrado con sus integrantes como micro sistemas inmersos en éste que se desafían en las diferentes operaciones del cual son responsables y co-responsables.

En este sentido, el coaching de equipo muestra en su panorama de acción las herramientas que bien pueden ser útiles a la luz de una diferenciada caracterización que define a la organización desde la postura observacional participante y de escucha profunda del coach ante la presencia de un equipo conformado por varios equipos de trabajo, determinado por el sistema organización empresarial y denominados por la existencia propia del ser humano como ente complejo.

En esta perspectiva, el coaching de equipo puede manifestarse como una aproximación en primer término que conduce a los integrantes de las misma en un proceso de auto intervención en el genuino espiral de acción reflexión acción en el que el coach como fuente de luz despliega sus átomos de lucidez cognitiva en el área organización, a la luz de un oscurantismo operativo que se manifiesta por la ceguera de sus participantes ante los desafíos de reinventarse.

En este orden ideas, el coach ante un sistema organizaciones constituido por varios sub-sistemas solo interviene a la luz de sus integrantes cuando éstos se lo permiten en un devenir consensuado de sus necesidades valores y creencias, la intervención de éste se manifiesta en la caricias sublimes de sus herramientas para el empoderamiento de sus participantes de la posibilidades de una nueva forma de ver ser de la organización, en el que la casuística y la experiencia establecen una simbiosis que se manifiesta en una homeostasis de sus devenir productivo, cuya metodologías de acción emergen como resultante de la comprensión del ser humano o trabajador como miembro activo del equipo o sistema organizacional a partir de su presente operacional  rasgando el velo que una vez no le permitía re-significarse desde el punto de vista de los objetivos de la organización.

De tal manera lo expresa, Clutterbuck (2003) quien plantea “El coaching de equipo, da luz a la manera de funcionar del equipo de sus reglas no escritas y sus normas de comportamiento, y, por tanto, crea oportunidades para introducir cambios conscientes” (P. 53). Un cambio consciente que se materializa en el ensueño propio de sus participantes desde la comunicación afectiva y efectiva donde se reconocen y complementan en una nueva forma de interactuar en el que los nuevos paisajes de participación y acción confluyen en la co-responsabilidad y el disfrute de la belleza propia de los nuevos caminos por recorrer, los nuevos desafíos para el logro de los resultados esperados por la organización.

El coach de equipo despliega una aventura profesional en el que sus códigos éticos y morales danzan en los espacios de la humanidad organizacional y los conflictos confluyen como posibilidad de ver oportunidades de acción, pues éste no trabaja con los problemas, sino que actúa con las personas, desde una interacción de escucha profunda en el que la dialogicidad con todo el equipo muestra la perspectiva de mundo organizacional.

Un mundo organizacional que se presenta a la luz de las creencias y valores de sus integrantes y que permiten al coach encontrar los caminos de significancia para el equipo en acción, dado a que su propósito esencial se encamina hacia el logro de los resultados desde los físicos, emocional e intelectual. Pues el coach de equipo capta los flujos de energía del mismo y los caracteriza en su silencio interpretativo para así impulsar desde sus herramientas, que los propios integrantes del mismo se vea como individuos activos y alineen energías y por ende sus esfuerzos.

En tanto, es oportuno mencionar a Senge (1993)“La visión compartida se transforma en una prolongación de sus visiones personales. El alineamiento es la condición necesaria para que la potencia del individuo infunda potencia de equipo” (P. 02). Es una armonización entre los individuos de una empresa y los objetivos de éstas, una simbiosis entre sus potencialidades y la capacidad propia de entenderse como complemento de un holograma funcional.

En que el todo y las partes confluyen en sus partes y su todo, un juego de complejidad genuina en cuyo principio subyace la poiesis propia de un sistema llámese organizacional o humano. Es una película hermosa en el que el efecto de las dinámicas propias de una organización logra concebirse desde sus diferencias en una unidad proactiva de sus acciones por y para la organización como un equipo de interacción permanente.

Es por ello, que el compromiso del coach de equipo le viste de una profunda humanidad a la luz de la humanidad de los otros, un sentido de alteridad implícito en su devenir en una organización, es un ente que dinamiza los procesos que son propios del equipo, es un ser que materializa la existencia del ser propio ante un no ser desfigurado en una organización por las rutinarias acciones y las creencias limitantes de los miembros del equipo.

De tal manera, que su participación en el proceso de la poiesis organizacional se manifiesta en la posibilidad de presentar en los integrantes de la organización las herramientas que le permiten encontrarse con su realidad y re-encuadrarla desde su poder creador por la semblanza propia de la creatividad y la acción de éstos. Empoderándolos en el compromiso genuino de la sinergia organizacional en el que los principios de efectividad y eficiencia emergen cuan simplicidad de su visión integral de asumir retos y compromisos.

Por tal sentido es necesario citar a Platón (1380) quien plantea como poiesis “La causa que convierte cualquier cosa que consideramos de no ser a ser” (P.232) Es un momento hermoso de contemplación que le permite al coach y a los individuos del equipo engranarse en acciones coexistente desde sus potencialidades y bajo el continuo existencial del logro de resultados extraordinarios a la luz de sus retos y compromisos.

En cuanto a las causas que convierte cualquier cosa que se considere no ser,  podría interpretarse en el plano organización a el permiso genuino o llamo del equipo ante el coach de mostrar sus realidades, en un efecto dialoginzante que se hace recursivo y significante en lo que puede ser un no ser que es pero que se difumina en la ceguera colectiva que lo presenta como conflicto, y que se desarticula en oportunidades de comprensión a partir  de la técnicas y herramientas del coach, quien dirige y armoniza la orquesta organización en la que los instrumentos y sus sonidos silencia no ser  o atomizan el placer de la música organizacional expresado en los resultados que se tienen a los resultados esperados.

Por lo que, ciertamente el coach de equipo es quien presenta el  proceso que revela el re-descubrir de nuevas metodologías de acción en una organización a partir de sus equipos, en una plataforma en el seno de las organizaciones empresariales para los destellos relucientes de la excelencia y el logro de resultados en el campo de las interacciones humanas en el seno de una organización.

Así pues, es una oportunidad de envestirse de una autoestima organizacional en el que la auto-valoración de sus equipos de trabajo es el motor que moviliza todos los desempeños productivos de la misma, desde la perspectiva propia de sus participantes complementándose como un todo de sus individualidades y potencialidades.


Finalmente, el asunto de coach y la poiesis organizacional a la luz de un proceso de coaching de equipo devela en su epicentro de acción la razón significante que implica el reconocimiento del proceso poietico en la organización que se hace de sus interacciones y auto reconocimientos de haceres propios del sistema en el que la interrelación de los fenómenos que representa el continuo organizaciones confluyen en el resultante de una entidad a partir del coaching de equipo como proceso de entrenamiento y seguimiento que le permite conocerse y reencontrarse con sus potencialidades para motorizarlas y generar nuevas fuerzas de acción proactiva que conduzcan a los resultados esperados desde la perspectiva de sus visión estratégica y organizacional materializando un excelente funcionamiento de la misma.

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