José Clemente
Mora Rosales
La
belleza de una organización se abre a la brecha misma de las interacciones de
sus individuos o participantes equidistantes de sus acciones y valores, está
puede llamarse empresa, institución, espacio productivo en el que la
interacción permanente para el logro de objetivos representa el sentido
teleológico de su existencia. El proceso productivo de una organización desde
la perspectiva creadora de su existencia, colide en la poiesis misma de su
energía impulsora que le hace ser, hacer y obtener resultados.
Una
conversación sublime entre los propósitos mismo de su devenir y las
incertidumbres propias que coexisten en el sistema de creencia de la
organización como sistema integrado con sus integrantes como micro sistemas
inmersos en éste que se desafían en las diferentes operaciones del cual son
responsables y co-responsables.
En
este sentido, el coaching de equipo muestra en su panorama de acción las
herramientas que bien pueden ser útiles a la luz de una diferenciada
caracterización que define a la organización desde la postura observacional
participante y de escucha profunda del coach ante la presencia de un equipo conformado
por varios equipos de trabajo, determinado por el sistema organización
empresarial y denominados por la existencia propia del ser humano como ente
complejo.
En
esta perspectiva, el coaching de equipo puede manifestarse como una
aproximación en primer término que conduce a los integrantes de las misma en un
proceso de auto intervención en el genuino espiral de acción reflexión acción
en el que el coach como fuente de luz despliega sus átomos de lucidez cognitiva
en el área organización, a la luz de un oscurantismo operativo que se
manifiesta por la ceguera de sus participantes ante los desafíos de reinventarse.
En
este orden ideas, el coach ante un sistema organizaciones constituido por
varios sub-sistemas solo interviene a la luz de sus integrantes cuando éstos se
lo permiten en un devenir consensuado de sus necesidades valores y creencias, la
intervención de éste se manifiesta en la caricias sublimes de sus herramientas
para el empoderamiento de sus participantes de la posibilidades de una nueva
forma de ver ser de la organización, en el que la casuística y la experiencia
establecen una simbiosis que se manifiesta en una homeostasis de sus devenir
productivo, cuya metodologías de acción emergen como resultante de la
comprensión del ser humano o trabajador como miembro activo del equipo o
sistema organizacional a partir de su presente operacional rasgando el velo que una vez no le permitía
re-significarse desde el punto de vista de los objetivos de la organización.
De
tal manera lo expresa, Clutterbuck (2003) quien plantea “El coaching de equipo,
da luz a la manera de funcionar del equipo de sus reglas no escritas y sus
normas de comportamiento, y, por tanto, crea oportunidades para introducir
cambios conscientes” (P. 53). Un cambio consciente que se materializa en el
ensueño propio de sus participantes desde la comunicación afectiva y efectiva
donde se reconocen y complementan en una nueva forma de interactuar en el que
los nuevos paisajes de participación y acción confluyen en la
co-responsabilidad y el disfrute de la belleza propia de los nuevos caminos por
recorrer, los nuevos desafíos para el logro de los resultados esperados por la
organización.
El
coach de equipo despliega una aventura profesional en el que sus códigos éticos
y morales danzan en los espacios de la humanidad organizacional y los
conflictos confluyen como posibilidad de ver oportunidades de acción, pues éste
no trabaja con los problemas, sino que actúa con las personas, desde una
interacción de escucha profunda en el que la dialogicidad con todo el equipo
muestra la perspectiva de mundo organizacional.
Un
mundo organizacional que se presenta a la luz de las creencias y valores de sus
integrantes y que permiten al coach encontrar los caminos de significancia para
el equipo en acción, dado a que su propósito esencial se encamina hacia el logro
de los resultados desde los físicos, emocional e intelectual. Pues el coach de
equipo capta los flujos de energía del mismo y los caracteriza en su silencio
interpretativo para así impulsar desde sus herramientas, que los propios
integrantes del mismo se vea como individuos activos y alineen energías y por
ende sus esfuerzos.
En
tanto, es oportuno mencionar a Senge (1993)“La visión compartida se transforma
en una prolongación de sus visiones personales. El alineamiento es la condición
necesaria para que la potencia del individuo infunda potencia de equipo” (P. 02).
Es una armonización entre los individuos de una empresa y los objetivos de
éstas, una simbiosis entre sus potencialidades y la capacidad propia de
entenderse como complemento de un holograma funcional.
En
que el todo y las partes confluyen en sus partes y su todo, un juego de
complejidad genuina en cuyo principio subyace la poiesis propia de un sistema
llámese organizacional o humano. Es una película hermosa en el que el efecto de
las dinámicas propias de una organización logra concebirse desde sus diferencias
en una unidad proactiva de sus acciones por y para la organización como un
equipo de interacción permanente.
Es
por ello, que el compromiso del coach de equipo le viste de una profunda
humanidad a la luz de la humanidad de los otros, un sentido de alteridad
implícito en su devenir en una organización, es un ente que dinamiza los
procesos que son propios del equipo, es un ser que materializa la existencia del
ser propio ante un no ser desfigurado en una organización por las rutinarias
acciones y las creencias limitantes de los miembros del equipo.
De
tal manera, que su participación en el proceso de la poiesis organizacional se
manifiesta en la posibilidad de presentar en los integrantes de la organización
las herramientas que le permiten encontrarse con su realidad y re-encuadrarla
desde su poder creador por la semblanza propia de la creatividad y la acción de
éstos. Empoderándolos en el compromiso genuino de la sinergia organizacional en
el que los principios de efectividad y eficiencia emergen cuan simplicidad de
su visión integral de asumir retos y compromisos.
Por
tal sentido es necesario citar a Platón (1380) quien plantea como poiesis “La
causa que convierte cualquier cosa que consideramos de no ser a ser” (P.232) Es
un momento hermoso de contemplación que le permite al coach y a los individuos
del equipo engranarse en acciones coexistente desde sus potencialidades y bajo
el continuo existencial del logro de resultados extraordinarios a la luz de sus
retos y compromisos.
En
cuanto a las causas que convierte cualquier cosa que se considere no ser, podría interpretarse en el plano organización
a el permiso genuino o llamo del equipo ante el coach de mostrar sus
realidades, en un efecto dialoginzante que se hace recursivo y significante en lo
que puede ser un no ser que es pero que se difumina en la ceguera colectiva que
lo presenta como conflicto, y que se desarticula en oportunidades de
comprensión a partir de la técnicas y
herramientas del coach, quien dirige y armoniza la orquesta organización en la
que los instrumentos y sus sonidos silencia no ser o atomizan el placer de la música
organizacional expresado en los resultados que se tienen a los resultados
esperados.
Por
lo que, ciertamente el coach de equipo es quien presenta el proceso que revela el re-descubrir de nuevas
metodologías de acción en una organización a partir de sus equipos, en una
plataforma en el seno de las organizaciones empresariales para los destellos
relucientes de la excelencia y el logro de resultados en el campo de las
interacciones humanas en el seno de una organización.
Así
pues, es una oportunidad de envestirse de una autoestima organizacional en el
que la auto-valoración de sus equipos de trabajo es el motor que moviliza todos
los desempeños productivos de la misma, desde la perspectiva propia de sus
participantes complementándose como un todo de sus individualidades y
potencialidades.
Finalmente,
el asunto de coach y la poiesis organizacional a la luz de un proceso de coaching
de equipo devela en su epicentro de acción la razón significante que implica el
reconocimiento del proceso poietico en la organización que se hace de sus
interacciones y auto reconocimientos de haceres propios del sistema en el que
la interrelación de los fenómenos que representa el continuo organizaciones
confluyen en el resultante de una entidad a partir del coaching de equipo como
proceso de entrenamiento y seguimiento que le permite conocerse y reencontrarse
con sus potencialidades para motorizarlas y generar nuevas fuerzas de acción
proactiva que conduzcan a los resultados esperados desde la perspectiva de sus
visión estratégica y organizacional materializando un excelente funcionamiento
de la misma.
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