jueves, 21 de julio de 2016

¿Qué te crees tú?

Kristin Burbano
Patricia Hernández
Yadira Salazar

Las creencias son una percepción de la realidad que forman una estructura mental o programación, bajo los que opera el ser humano y su manera de apreciar el mundo. Son consideradas paradigmas personales que determinan el comportamiento y estilo de vida de cada ser, es algo que realmente no es cierto pero que si lo es para la mente de cada individuo.

De acuerdo a lo que establece O´Connor (2010); “Las creencias son las normas de la vida y según las cuales se vive. Estas normas pueden ser potenciadoras y darte permiso para lograr tus objetivos de acuerdo con tus valores. También pueden ser obstáculos que hagan imposible tus objetivos”. De esta manera, el autor indica que el modo en que se vive, depende de las creencias personales y que estas conllevan al logro o desacierto de los objetivos.

Las creencias se originan desde la niñez que es cuando el ser humano es fácilmente programable y cuando las ideas se graban automáticamente en el subconsciente o se van incorporando en la vida a través de experiencias, aprendizajes y valores que hacen que el ser humano actúe de una manera determinada, pudiendo ocasionar entre la realidad y la interpretación de ella un contexto antagónico. Por tanto, las creencias proceden del entorno en el que se vive y/o las opiniones de terceros. Por ejemplo, una situación puede ser exactamente igual para dos o más personas, sin embargo, como tienen creencias distintas, éstas llevan a actuar, reaccionar y comportar de modo distinto.

Se puede decir que el sistema de creencias es una especie de conjunto de normas bajo las cuales vive el ser humano. Son los principios de acción sobre los que actúa el individuo como si fueran ciertos, es la capacidad de conseguir cosas, así como de evitarlas. Pueden considerarse como catalizadores, de impacto positivo (seguridad en sí mismo) o impacto negativo (miedos).

Frecuentemente, se piensa que no se puede realizar determinada cosa sencillamente porque un día, o quizá más veces, hace mucho tiempo, se intentó y no se consiguió. O alguien cercano (familia, compañeros, profesores) comentaron que no lo podrían alcanzar, no lo lograrían, no eran capaces, no se tienen los recursos necesarios para el mismo, entre otros. Ese recuerdo queda grabado y ante una situación similar, es la primera frase que se avecina al subconsciente, y no es cuestionada en absoluto. Seguramente, en una etapa adulta se tendrán otras capacidades, conocimientos o recursos, pero esta idea en la mente paraliza e impide actuar.

Las creencias son las pautas de la vida, las reglas según las cuales vives. Estas pautas pueden ser liberadoras y potenciadoras, y darte permiso para lograr tus objetivos y vivir de acuerdo a tus valores. Pero también pueden ser obstáculos que hagan imposibles tus objetivos o que te lleven a pensar que no eres capaz de alcanzarlos. Las creencias no son teorías vacías, sino principios de acción, de modo que si deseas saber qué es lo que cree una persona observa lo que hace, no en lo que asegura creer. Las relaciones, las capacidades y las posibilidades se ven influenciadas por la creencia al respecto.

En base a lo indicado previamente, significa que cada individuo puede elegir sus creencias y si los resultados que está obteniendo y la manera en que está experimentando la vida le agradan, sigue actuando de igual forma y manteniendo sus creencias, si no le gustan actúa de forma distinta y cambia las creencias.

El mundo tiene sentido cuando se confirman las creencias, son predecibles y proporcionan sensación de seguridad y certidumbre. Incluso puede suceder que se disfrute el acontecimiento negativo que se haya predicho. “Ya te lo dije” es una frase que produce cierta satisfacción, no porque se haya deseado que la cosa saliese mal, sino porque las creencias quedan confirmadas.

Es interesante notar que las creencias, sean consensuadas colectivamente o juicios individuales no compartidos por otros, son construcciones del lenguaje. La forma en que se estructura la manera de hablar es un reflejo de las creencias que se sostienen. Por lo tanto, el lenguaje es un campo fértil para el diseño de las creencias. El poder del lenguaje reside en que las palabras pueden evocar sonidos, imágenes, sensaciones, sentimientos, entre otros, que condicionan la manera de actuar.

Las creencias se pueden clasificar como creencias potenciadoras o creencias limitantes, en donde la primera transforma la vida del individuo dado que el pensamiento te conlleva a una emoción y ésta a la acción, atrayendo las situaciones positivas y obteniendo los resultados que se desea, pero para que todo ello ocurra debes aprender a controlar los estados de ánimo. Con esto, no se refiere a reprimir las emociones negativas, ni a negarlas, con controlar los estados de ánimo, se refiere a adquirir el hábito de cambiar casi de inmediato cualquier creencia que se posea sobre algo, que este generando ese estado de ánimo, por lo que si el individuo desea algo y no lo ha alcanzado es producto de las resistencias, ellas provienen de antiguas creencias que nos son inútiles, pero que siguen generando consecuencias en el ser. No obstante, las creencias limitantes son ideas, opiniones o pensamientos negativos que consideramos como ciertas, sin que lo sean, y que tienen una influencia condicionante en la vida.

Las creencias saludables o positivas mantienen su conexión con todas estas diferentes dimensiones y cambian y se actualizan por si solas mientras pasamos por cambios en los valores, expectativas, estados internos y mientras tenemos nuevas experiencias, nos facilitan el camino de la realización, abren el paso a cualquier potencialidad o habilidad, generan recursos internos para alcanzar cualquier meta y permiten que la persona crezca y evolucione.

Las creencias limitantes o negativas pueden llegar como resultado de un cambio en cualquiera de estos componentes hacia una formulación negativa o “marco problema”. Una vez que están establecidas, las creencias limitantes pueden ejercer influencia en cualquiera o en todos los componentes arriba mencionados, actúan de tal forma que impiden o anulan capacidades, quitan fuerza para la actuación útil. Estas creencias suelen adoptar posturas de acción en las personas, también limitantes.

A continuación se hace mención a algunos tipos de creencias limitantes:

Operadores modales: “No debería estar aquí”, “No tengo fuerza de voluntad para…”, “No soy apto para…”, “No soy capaz de estudiar una carrera” “No puedo adelgazar”. ¿Por qué? ¿Qué pruebas o evidencias tienes de ello? ¿Qué cosas te hacen pensar eso?

Nominalizaciones: Los valores son creencias personales y constituyen por sí mismos nominalizaciones. “Por honor”, “La fidelidad es lo primero”, “La familia hace que yo saque lo mejor de mí mismo”, “Para ser alguien en la vida hay que estudiar mucho y ganar mucho dinero”. ¿Por qué haces cosas por conceptos? ¿Qué hay detrás de esa cortina?

•Causa-efecto: “Si intento montar mi propio negocio, puedo fracasar”, “Si fracaso seré el hazmerreír de todos”, “Si muestro afecto por mis empleados, mis compañeros, mis hijos, se van a creer que soy débil y me tomarán el pelo”. ¿Por qué? ¿Qué te hace creer eso?

•Cuantificadores universales: “Todos los políticos son unos sinvergüenzas”, “Siempre que voy de empiezo algo, no lo termino”, “Nunca tengo suerte con mis parejas”. ¿Por qué piensas eso? ¿Todos? ¿Siempre? ¿Nunca? ¿Ha habido excepciones en tu experiencia? ¿Ninguna? ¿Seguro?

•Ejecución perdida: “La letra con sangre entra”, “Quien bien te quiere, te hará llorar”, “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. ¿Por qué crees esas cosas? ¿Porque las cree todo el mundo?

Sin embargo, estas creencias limitantes pueden ser desarraigas de la mente y conducta del individuo, mediante el esfuerzo y el proceso de identificar y tomar consciencia de ésta creencia, la cual nos priva o retrasa del logro de objetivos. Posteriormente, es necesario suplantar esta creencia limitante por una creencia potenciadora o estimulante y realizar determinadas preguntas que permitan revelar la conducta errada que ha sido inoculada en el ser humano.

Este cambio que se propone puede realizarse de manera individual, o a través de un coach. Un Coach es quien mediante la formulación de preguntas, aplicando criterio de realidad, realizando sugerencias y un seguimiento adecuado, logra una ampliación de la visión del coachee sobre como liderar personas y equipos y favorecer su desarrollo .El Coach es quien facilita el aprendizaje de nuevas formas de resolver problemas para que luego su coachee pueda aplicarlas en forma autónoma. El Coaching es una práctica no directiva, es decir que el Coach debe poder mantener a lo largo del proceso de Coaching una posición de neutralidad con respecto a las decisiones que el coacheé debe tomar. El rol de un Coach no es el de mentor, tutor, consultor; por mencionar algunas de las funciones con las que suele confundirse.

El proceso básico de cambio implica que la persona modifique su comportamiento, para lograr un resultado en determinado entorno, aunque cuando cambiamos, cambiamos también, nuestras capacidades y estrategias con las que dirigimos y orientamos nuestro comportamiento, cambiamos nuestras creencias y sistema de valores.

La transformación personal ocurre cuando somos libres de reflexionar y revisar nuestras creencias. Esto es más fácil de hacer cuando las soluciones, verdades asumidas y decisiones del pasado, han sido identificadas como irreales y auto-destructivas. Es por eso que cada error, falta o equivocación que cometemos, es una oportunidad ideal de aprendizaje en el presente.

“Si cambias tus creencias y tu actitud verás que cambiará todo a tu alrededor” 

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