lunes, 28 de noviembre de 2016

Con los pies en la tierra

Losmar Caraballo

Nuestros sueños o metas que queremos alcanzar, pueden desenfocarse de su rumbo si no los tenemos bien definidos. Solemos fantasear  oscilando entre varios puntos, lo cual puede arrojar un resultado insuficiente para lograr dichos sueños. Si bien es cierto que “cada cabeza es un mundo” o según O’Connor y Lages… “Nuestros objetivos son tan individuales como nuestras huellas dactilares”…, cada individuo pensante tiene un amplio bagaje de ideas que pueden haber surgido desde que se era infante. Imagínense, las miles - por decir una cifra modesta – de posibilidades y combinaciones de sueños que pueda tener un solo ser, incluso de uno de ellos pueden variar y ramificarse, creo que es parte de la complejidad del pensamiento.

Recuerdo que en mi infancia quería ser músico, específicamente de guitarra clásica. Después en la adolescencia mis sueños pasaron a ser más “inmediatos” y quería estudiar odontología. ¡Vaya! Mi proyección de vida pasó a ser de dar conciertos tal vez como Alirio Díaz - ¿Por qué no?- a ser una odontólogo, con su consultorio, atendiendo a varios pacientes por día, calmando sus dolencias y haciéndoles felices… Dadas las circunstancias, tuve que tomar un rumbo diferente para poder ser odontólogo, por lo que comencé a estudiar enfermería en la escuela técnica, de esta manera podía graduarme en un periodo corto de tiempo, comenzar a ganar dinero y así poder pagarme mis estudios de odontología, la manutención e implementos necesarios para llevar a cabo esta carrera profesional… y así podría seguir escribiendo sobre mis sueños y las cosas que logré y las que no logré, pero ya basta de autobiografía, en vez de seguir relatando mi historia, los invito a pensar un poco en sus sueños, si tienen uno o varios, si hay alguno que ha sobrevivido desde la infancia, si se han ramificado, si han hecho cosas por alcanzarlos y si es posible lograrlos aún, para que vean que muchos tenemos algo de oscilación de sueños.

Es fundamental al momento de trazar los sueños, definir objetivos que ayuden a erigir los mismos, de manera que se ordenen los requerimientos necesarios para alcanzarlos, como si estuviéramos subiendo peldaños que nos lleven a la cima donde esta “nuestro tesoro”, el esperado objetivo final. Sin embargo, la meta final se puede desvirtuar si dichos peldaños no están claros y definidos, estar centrado en lo que se  desea alcanzar  en  nuestras vidas es algo un tanto difícil, es decir, que si no estamos claros en que es lo que queremos vamos a estar dando tumbos sin  rumbo.

El ser humano es inconforme por naturaleza, cuando cubre una necesidad aparecen otras, lo que puede traducirse en variación de objetivos, y puede que si no lo manejamos bien, dé como resultado un objetivo final no alcanzado. Y con esto no necesariamente se manifieste en frustración del individuo, porque tal vez esto le conduzca a alcanzar otras metas no planteadas que igualmente pueden ser satisfactorias.

Entonces, según mi “experiencia” y probablemente la de ustedes también, considero importante fijar unos objetivos viables para lograr las metas, hacer cosas que nos permitan avanzar y sobre todo medir el alcance de lo que estamos logrando, así no “trabajaríamos” en vano por algo. La planificación puede ser tan sutil y a la vez tan productiva en estos casos, además de contener las miles de ideas de aquel individuo de pensamiento “inquieto” que no se conforma, que cree que tal vez de otra manera pueda ser más eficiente a lo que está haciendo, promoviendo el avance a nuestra meta.

Un objetivo viable es aquel que se caracteriza por estar al alcance del individuo que se lo planteó. La viabilidad de los objetivos debe referirse a tareas realistas y alcanzables, independientemente que lo resultados sean tangibles o intangibles, también es importante especificar cada uno de ellos y también definir una manera de ir evidenciando que el objetivo final o resultado se está logrando, como dice Joseph O’Connor y Andrea Lages  en el Libro Coaching con PNL… “Un objetivo es un sueño con piernas”… y necesitamos de esas “piernas” para caminar -a veces hasta correr- a nuestros sueños.  A medida que “caminamos” hacia él, nos vamos acercando a eso tan preciado que queremos alcanzar.

Si lo vemos desde el punto de vista temporal, esos pequeños objetivos son segmentos del objetivo final, lo cual permite realizar actividades a corto plazo, cuya sumatoria consolida el resultado exitoso, de esta manera el individuo se ve motivado continuar su travesía. A la vez, esta segmentación permite la revisión periódica de que los objetivos planteados estén bien orientados, y en caso de no estarlo se recomienda el replanteamiento para encaminar hacia lo que se quiere lograr. Es importante señalar que el enfoque de estos segmentos de actividades debe ser desde el punto de vista positivo, centrándose en lo que se quiere, porque de lo contrario puedes perder el rumbo.

En este proceso puede que un coach acompañe al cliente a encontrar ese sueño, y a mi manera de ver, creo que es el cliente quien debe discernir si un objetivo es viable o no, ya que requiere de un criterio nutrido de mucha sutileza por parte de una persona externa al individuo con el sueño planteado a la hora de decidir su viabilidad. Por ejemplo: ¿Qué hubiese pasado si Maickel Melamed hubiese desistido de hacer el maratón porque alguien le dijo que no podía? Entre muchos otros ejemplos, creo que no pudiésemos ver un concierto de Andrea Bocelli, desplazándose por el escenario solo,  a pesar de su discapacidad. Es por esto que la orientación profesional se puede enfocar en descubrir cuál es la viabilidad para cada persona asistida y hacerlos responsables de sus sueños. 

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