miércoles, 4 de junio de 2014

EL PODER DE ESCUCHAR

Ana Pérez
Bárbara Rivas
Bexi Terán
Reine Hernández

¿Por qué es importante el “escuchar” en el proceso de comunicación?, ¿por qué el escuchar es un arte, una habilidad que debe desarrollar y afinar el Coach en el proceso de Coaching?, ¿acaso el “escuchar” es sinónimo de “oír”?, ¿Cómo aprender a escuchar?

Estas y muchas otras inquietudes más surgen al querer analizar el “poder de escuchar” en un proceso de coaching donde el Coach debe propiciar un dialogo honesto y sincero, dentro de un clima de respeto mutuo. La escucha es fundamental para poder establecer cualquier relación, pues la necesidad de comunicación es básica para todos los seres humanos, y para que este proceso se lleve a cabo efectivamente se debe implementar una escucha activa. Covey, Stephen en su libro “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” lo sitúa como el 5to hábito  y,  palabras más o palabras menos,  recomienda buscar primero entender y luego ser comprendido; un principio fundamental para poder generar una conexión y empatía en el proceso de comunicación. “La mayor parte de las personas no escuchan con la intención de comprender sino para contestar” (pg. 270). Estamos acostumbrados a hablar, desahogarnos o simplemente decir lo que pensamos sin mucha profundidad, pero nos cuesta mucho trabajo escuchar atentamente o intentar comprender a otra persona. A medida que se genera en la relación, un clima de confianza, se facilitará la consecución de los objetivos inicialmente establecidos en todo proceso de Coaching.
Para ilustrar este complejo tema de la “escucha” dentro del proceso de comunicación, focalicemos la atención en el cuento hindú que a continuación se presenta, extraída del Blog “El Poder de la Palabra” de Héctor Anzorena:

“Un famoso guerrero que volvía de batallar portando con orgullo su invicta espada en la cintura, encontró junto al camino un grupo de gente escuchando a un maestro espiritual. Se ubicó entre las personas más alejadas y, por un rato, estuvo “escuchando” al maestro hasta que, irritado por lo que le parecía pura charlatanería, interrumpió la enseñanza bruscamente: “Lo único que tú haces es hablar.  Las palabras no sirven para nada. A las palabras se las lleva el viento. El maestro lo miró un instante y con gran serenidad le contestó: “Sólo un necio como tú, cuya cabeza está acobardada y medio vacía por los golpes recibidos, puede decir una estupidez de ese tamaño”. El guerrero saltó como un resorte y en cuatro grandes pasos estaba frente al maestro con su espada lista para partirlo en dos: “¿Qué es lo que te has atrevido a decirme?” “Oh, no te había reconocido –dijo el maestro-, pero veo en tu agilidad, destreza y valentía a uno de los más hábiles guerreros que haya pisado nuestra tierra y te presento mis respetos”. El soldado bajó su espada, sonrió satisfecho y volvió a ocupar su lugar entre la gente. “Espero –le dijo el maestro mirándolo con una sonrisa- que en el futuro tengas más respeto por las palabras, ya que con ellas te hice venir hasta mí y te llevé al infierno de la furia, para luego calmarte y volverte a tu lugar”. A partir de ese día, el soldado se unió al grupo que seguía al maestro y fue su discípulo por muchos años”

Al leerlo nos encontramos con interrogantes como: ¿El guerrero realmente estaba “escuchando” al maestro espiritual o lo estaba “oyendo”?, ¿cuál es la diferencia entre escuchar y oír?, ¿acaso las palabras iniciales del maestro espiritual tenían la intención de perturbar al guerrero y desafiarlo?, ¿cuál era la verdadera intención del maestro espiritual, hacer que el guerrero reflexionara acerca de su actitud y trascender lo obvio?

Más allá de entender que no estamos en presencia de un proceso de Coaching, al leer el relato inicial nos damos cuenta que desconocemos la importancia que tiene la comunicación en nuestro desempeño diario y, como el soldado de nuestro relato, hoy en día dice frases como: “el problema es que la gente habla mucho y trabaja poco”, y realmente no hemos aprendido a comunicarnos con nuestro entorno.
Para lograr una buena comunicación con cualquier persona o en el entorno en el que nos desenvolvemos, es necesario desarrollar la capacidad de escuchar. Escuchar no es más que la habilidad para poder utilizar el oído a nivel sensorial y motriz de una manera atenta, con el fin de aprender y comunicar. Escuchar es percibir e interpretar, percibir no solo lo que estamos escuchando si no interpretar el lenguaje corporal de nuestro emisor con la correcta comprensión y posterior integración de las señas, gestos, sonidos, entre otros. La escucha es activa, voluntaria, selectiva e implica, entre otras cosas:
·         Apartar nuestros paradigmas: Nuestras experiencias son nuestra historia de vida, y la proyectamos en otras personas, buscando similitudes y explicaciones. La escucha profunda requiere filtrar los paradigmas y dar paso a nueva información.
·         Buscar entrar en el marco de referencia de la otra persona, entender lo que siente, lo que ve, como lo ve; buscar la empatía, lo cual no significa estar de acuerdo, sino comprender profunda y verdaderamente a la persona.
·         Prestar atención a todos los códigos lingüísticos. La comunicación no solo esta expresada en palabras. El lenguaje corporal también habla así como las tonalidades, volumen y ritmo de la voz. Escuchar atentamente implica descifrar esos otros gestos que comunican, bien sean de canal visual, auditivo o quinestésico.

Cuando intentamos escuchar descubrimos que es realmente difícil al tener que dejar de lado nuestra propia conversación interna, así como evitar proyectar nuestras propias ideas, opiniones, prejuicios, impulsos y conexiones pasadas. En este proceso nos encontramos con la limitante de que estas voces internas sean dominantes y a medida que aprendemos a aplacar, explorando nuestra capacidad de escucha, la limitante permanece en un estado suspendido. En este momento podemos comunicarnos y aprender que no tenemos toda la verdad y requerimos estar abiertos a la verdad de los otros.
Una vez que silenciamos nuestros pensamientos y escuchamos al emisor con atención y concentración, prestando especial atención en las palabras e ideas comunicadas para entender el mensaje, le estamos demostrando a nuestro emisor que se siente escuchado. A medida que aprendemos de este proceso descubrimos que tenemos “El Poder de Escuchar” y desarrollamos nuestro silencio interior que comienza por reconocer nuestra manera actual de escuchar.

El poder de escuchar es un factor motivador muy fuerte, implica involucrarse de lleno en el proceso de comunicación con la otra persona, es escuchar más allá, es entender, conocer e interpretar la realidad, reflexionando sobre ella y evitando las fantasías irreales. De igual forma, se trata de realizar un esfuerzo físico y mental considerable que eviten distracciones que ejerzan otros estímulos, lo cual puede producir desgastes de energía.

El verdadero poder de escuchar se limita solo a escuchar, NO JUZGA, NO VALORA, NO ACONSEJA, NO SENTENCIA, NO INDUCE, NO ORIENTA, NO INTERRUMPE, simplemente escucha y hace que el Coachado se sienta acompañado para transitar por el camino hacia lo que desea ser. Además, ayuda a conseguir información valiosa creando un espacio de silencio que se conecte con el potencial para poder responder con responsabilidad, y así manejar las propias emociones. Es saber captar, de forma verbal o no verbal, aquello que no se está diciendo, esto implica adueñarse en su totalidad del mensaje e interpretarlo desde el punto de vista de nuestro Coachado, tratando de silenciar cualquier conversación interna que tengamos de manifiesto, aunque este solo sea por minutos. Sin lugar a dudas, debe convertirse en un hábito positivo que nos permita conseguir un grado de empatía con el otro para hacerle saber que es capaz de ponerse en su lugar, sin que esto signifique aceptar o estar de acuerdo con lo que expresa, siempre entendiendo lo que dice y mostrando una buena actitud, quedando como evidencia que el escuchar no es algo pasivo, ya que es consciente y proporciona no solo beneficios a quien habla, sino también a quien escucha, coadyuvando a favorecer las relaciones positivas.
Al llegar al fondo de lo que en el proceso se denomina “quiebre”, otorga seguridad ya que el Coachado percibe que sus mensajes han sido escuchados y comprendidos y, sobre todo,  queda de manifiesto el dialogo sincero y honesto en un clima de respeto mutuo.  

En conclusión, es importante resaltar que en el proceso de Coaching la “escucha activa” del Coach debe enfocarse en lo que el Coachado está diciendo y en lo que obviamente no está diciendo, distinguiendo entre las palabras, el tono de voz y el lenguaje corporal, para comprender el significado de lo que se dice en el contexto de sus propios deseos. En otras palabras, el “poder de escuchar” implica escuchar de manera activa, convalidando lo que quiere decir el Coachado, trascendiendo lo obvio para establecer nexos que le permita librar las creencias limitadoras y reforzar las creencias potenciadoras, a objeto de alcanzar la situación deseada por el Coachado con el acompañamiento del Coach.

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