Ana
Pérez
Bárbara Rivas
Bexi Terán
Reine Hernández
¿Por
qué es importante el “escuchar” en el proceso de comunicación?, ¿por qué el
escuchar es un arte, una habilidad que debe desarrollar y afinar el Coach en el
proceso de Coaching?, ¿acaso el “escuchar” es sinónimo de “oír”?, ¿Cómo aprender
a escuchar?
Estas
y muchas otras inquietudes más surgen al querer analizar el “poder de escuchar”
en un proceso de coaching donde el Coach debe propiciar un dialogo honesto y sincero,
dentro de un clima de respeto mutuo. La escucha es fundamental para poder
establecer cualquier relación, pues la necesidad de comunicación es básica para
todos los seres humanos, y para que este proceso se lleve a cabo efectivamente
se debe implementar una escucha activa. Covey, Stephen en su libro “Los 7
Hábitos de la Gente Altamente
Efectiva” lo sitúa como el 5to hábito y,
palabras más o palabras menos,
recomienda buscar primero entender y luego ser comprendido; un principio
fundamental para poder generar una conexión y empatía en el proceso de
comunicación. “La mayor parte de las personas no escuchan con la intención de
comprender sino para contestar” (pg. 270). Estamos acostumbrados a hablar,
desahogarnos o simplemente decir lo que pensamos sin mucha profundidad, pero
nos cuesta mucho trabajo escuchar atentamente o intentar comprender a otra
persona. A medida que se genera en la relación, un clima de confianza, se
facilitará la consecución de los objetivos inicialmente establecidos en todo
proceso de Coaching.
Para
ilustrar este complejo tema de la “escucha” dentro del proceso de comunicación,
focalicemos la atención en el cuento hindú que a continuación se presenta, extraída
del Blog “El Poder de la
Palabra ” de Héctor Anzorena:
“Un
famoso guerrero que volvía de batallar portando con orgullo su invicta espada
en la cintura, encontró junto al camino un grupo de gente escuchando a un
maestro espiritual. Se ubicó entre las personas más alejadas y, por un rato,
estuvo “escuchando” al maestro hasta que, irritado por lo que le parecía pura
charlatanería, interrumpió la enseñanza bruscamente: “Lo único que tú haces es
hablar. Las palabras no sirven para
nada. A las palabras se las lleva el viento. El maestro lo miró un instante y
con gran serenidad le contestó: “Sólo un necio como tú, cuya cabeza está
acobardada y medio vacía por los golpes recibidos, puede decir una estupidez de
ese tamaño”. El guerrero saltó como un resorte y en cuatro grandes pasos estaba
frente al maestro con su espada lista para partirlo en dos: “¿Qué es lo que te
has atrevido a decirme?” “Oh, no te había reconocido –dijo el maestro-, pero
veo en tu agilidad, destreza y valentía a uno de los más hábiles guerreros que
haya pisado nuestra tierra y te presento mis respetos”. El soldado bajó su
espada, sonrió satisfecho y volvió a ocupar su lugar entre la gente. “Espero
–le dijo el maestro mirándolo con una sonrisa- que en el futuro tengas más
respeto por las palabras, ya que con ellas te hice venir hasta mí y te llevé al
infierno de la furia, para luego calmarte y volverte a tu lugar”. A partir de
ese día, el soldado se unió al grupo que seguía al maestro y fue su discípulo
por muchos años”
Al
leerlo nos encontramos con interrogantes como: ¿El guerrero realmente estaba “escuchando”
al maestro espiritual o lo estaba “oyendo”?, ¿cuál es la diferencia entre escuchar
y oír?, ¿acaso las palabras iniciales del maestro espiritual tenían la
intención de perturbar al guerrero y desafiarlo?, ¿cuál era la verdadera intención
del maestro espiritual, hacer que el guerrero reflexionara acerca de su actitud
y trascender lo obvio?
Más
allá de entender que no estamos en presencia de un proceso de Coaching, al leer
el relato inicial nos damos cuenta que desconocemos la importancia que tiene la
comunicación en nuestro desempeño diario y, como el soldado de nuestro relato, hoy
en día dice frases como: “el problema es que la gente habla mucho y trabaja
poco”, y realmente no hemos aprendido a comunicarnos con nuestro entorno.
Para
lograr una buena comunicación con cualquier persona o en el entorno en el que
nos desenvolvemos, es necesario desarrollar la capacidad de escuchar. Escuchar
no es más que la habilidad para poder utilizar el oído a nivel sensorial y
motriz de una manera atenta, con el fin de aprender y comunicar. Escuchar es
percibir e interpretar, percibir no solo lo que estamos escuchando si no
interpretar el lenguaje corporal de nuestro emisor con la correcta comprensión
y posterior integración de las señas, gestos, sonidos, entre otros. La escucha
es activa, voluntaria, selectiva e implica, entre otras cosas:
·
Apartar
nuestros paradigmas: Nuestras experiencias son nuestra
historia de vida, y la proyectamos en otras personas, buscando similitudes y
explicaciones. La escucha profunda requiere filtrar los paradigmas y dar paso a
nueva información.
·
Buscar
entrar en el marco de referencia de la otra persona,
entender lo que siente, lo que ve, como lo ve; buscar la empatía, lo cual no
significa estar de acuerdo, sino comprender profunda y verdaderamente a la
persona.
·
Prestar
atención a todos los códigos lingüísticos. La
comunicación no solo esta expresada en palabras. El lenguaje corporal también habla
así como las tonalidades, volumen y ritmo de la voz. Escuchar atentamente
implica descifrar esos otros gestos que comunican, bien sean de canal visual,
auditivo o quinestésico.
Cuando
intentamos escuchar descubrimos que es realmente difícil al tener que dejar de
lado nuestra propia conversación interna, así como evitar proyectar nuestras
propias ideas, opiniones, prejuicios, impulsos y conexiones pasadas. En este
proceso nos encontramos con la limitante de que estas voces internas sean
dominantes y a medida que aprendemos a aplacar, explorando nuestra capacidad de
escucha, la limitante permanece en un estado suspendido. En este momento podemos
comunicarnos y aprender que no tenemos toda la verdad y requerimos estar
abiertos a la verdad de los otros.
Una
vez que silenciamos nuestros pensamientos y escuchamos al emisor con atención y
concentración, prestando especial atención en las palabras e ideas comunicadas
para entender el mensaje, le estamos demostrando a nuestro emisor que se siente
escuchado. A medida que aprendemos de este proceso descubrimos que tenemos “El
Poder de Escuchar” y desarrollamos nuestro silencio interior que comienza por
reconocer nuestra manera actual de escuchar.
El
poder de escuchar es un factor motivador muy fuerte, implica involucrarse de
lleno en el proceso de comunicación con la otra persona, es escuchar más allá,
es entender, conocer e interpretar la realidad, reflexionando sobre ella y
evitando las fantasías irreales. De igual forma, se trata de realizar un
esfuerzo físico y mental considerable que eviten distracciones que ejerzan
otros estímulos, lo cual puede producir desgastes de energía.
El
verdadero poder de escuchar se limita solo a escuchar, NO JUZGA, NO VALORA, NO
ACONSEJA, NO SENTENCIA, NO INDUCE, NO ORIENTA, NO INTERRUMPE, simplemente
escucha y hace que el Coachado se sienta acompañado para transitar por el
camino hacia lo que desea ser. Además, ayuda a conseguir información valiosa creando
un espacio de silencio que se conecte con el potencial para poder responder con
responsabilidad, y así manejar las propias emociones. Es saber captar, de forma
verbal o no verbal, aquello que no se está diciendo, esto implica adueñarse en
su totalidad del mensaje e interpretarlo desde el punto de vista de nuestro Coachado,
tratando de silenciar cualquier conversación interna que tengamos de manifiesto,
aunque este solo sea por minutos. Sin lugar a dudas, debe convertirse en un
hábito positivo que nos permita conseguir un grado de empatía con el otro para
hacerle saber que es capaz de ponerse en su lugar, sin que esto signifique
aceptar o estar de acuerdo con lo que expresa, siempre entendiendo lo que dice
y mostrando una buena actitud, quedando como evidencia que el escuchar no es
algo pasivo, ya que es consciente y proporciona no solo beneficios a quien
habla, sino también a quien escucha, coadyuvando a favorecer las relaciones
positivas.
Al
llegar al fondo de lo que en el proceso se denomina “quiebre”, otorga seguridad
ya que el Coachado percibe que sus mensajes han sido escuchados y comprendidos
y, sobre todo, queda de manifiesto el
dialogo sincero y honesto en un clima de respeto mutuo.
En
conclusión, es importante resaltar que en el proceso de Coaching la “escucha
activa” del Coach debe enfocarse en lo que el Coachado está diciendo y en lo
que obviamente no está diciendo, distinguiendo entre las palabras, el tono de
voz y el lenguaje corporal, para comprender el significado de lo que se dice en
el contexto de sus propios deseos. En otras palabras, el “poder de escuchar”
implica escuchar de manera activa, convalidando lo que quiere decir el
Coachado, trascendiendo lo obvio para establecer nexos que le permita librar
las creencias limitadoras y reforzar las creencias potenciadoras, a objeto de alcanzar
la situación deseada por el Coachado con el acompañamiento del Coach.
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