José Gabriel
Fernández
Luz María Rivas
Rosa Oraima Pérez
María Stimac
Era una noche de octubre, el recuerdo es vago y
lejano, hacía mucho frío, vestía unos jeans, un abrigo rojo, unas botas del
mismo color. Entré al sitio, alegre, riendo y de pronto todo se apagó. No podía
ver nada, un ruido lejano empezó a crecer, las puertas se abrían, rechinaban, en
ese momento un denso humo comenzó a salir de las paredes, no podía distinguir
si era humo o era una espesa neblina, y escuche gritos...
Mi corazón empezó a latir fuerte, mis manos
estaban muy frías, la risa era nerviosa, tensa,
pero en mi mente sabía que todo estaba bien, de pronto tropecé, una mano
me toco la espalda y al girar y tratar de visualizar, grite, no vi a nadie.
Seguí caminando y un fuerte soplido
sentí en mi oreja izquierda, vi la luz
roja de una sirena, y el ruido de una ambulancia. Sentí un fuerte dolor en el
estómago, empecé a caminar de prisa, se abrían y cerraban puertas, la
muchedumbre venía detrás de mí, sentía los pasos, los gritos, no tenía
escapatoria, el ruido de una sierra comenzó a perseguirme, la tenía al lado de
mí, sentí un fuerte olor a sangre, o algo putrefacto.
Caminé intentado ubicar
la salida del laberinto, llegue a una pared, no había salida el hueco, era más
oscura la fuerte neblina, gire intente buscar de nuevo el camino, mi corazón
latía fuertemente, mis ojos se llenaron de lágrimas, y los gritos, los ruidos,
puertas que se aventaban, de pronto me paralice. La muchedumbre estaba cerca de
mí, quería esperarla, pero los gritos, no me dejaban… esperé… quería ver quien
pasaba, quien venía… pero solo los gritos me acompañaban, se escuchaban
cerquita y no llegaban donde yo estaba; definitivamente estaba perdida.
Me
invadió el pánico, no podía pensar, solo
me decía, como pude llegar hasta aquí, comencé a llorar en ese instante me dio
por correr, y gritar, lo hacía cada vez más fuerte, el ruido no me dejaba
pensar, entonces tropecé con algo, eras tres chicos, que gritaban igual que yo.
Me decían “la salida está por aquí”, no les pude ver su rostro en la neblina,
lo que había visto dentro del laberinto fue irrepetible, mi corazón latía
fuertemente, pensé que nunca saldría de ese lugar, le tomé la mano a un
desconocido y comenzamos a correr en la oscuridad, y al final del pasillo una
luz tenue, roja, azul, blanca, se apagaba, se encendía, corríamos, corríamos,
tropecé me caí, me ayudaron a levantarme, y finalmente se abrió la puerta, la
luz develó mi rostro, luces de muchos
colores, música alegre, mucha gente
caminando, risas, salimos de la casa del terror, en el mágico parque de
diversiones.
Nuevamente comencé a reír,
y esta vez mis ojos se llenaban de lágrimas, por un momento pensé morir; sabía
que era un paseo en la casa del terror, y nada existía, todo era una ilusión
óptica… Así son nuestras creencias
limitantes, es como entrar a una casa de terror pero de tu mente….
Mucho se ha escrito sobre
las creencias limitantes de nuestro día a día. Los medios de comunicación, los
libros de autoayuda, los talleres de mejoramiento, y un gran etcétera nos
informan que existentes creencias arraigadas en nuestro subconsciente que
limitan el progreso, el bienestar y el éxito en nuestra vida.
Las creencias son las convicciones que determinan y regulan las pautas de pensamientos. Son
ideas que tenemos sobre el mundo, el futuro y nosotros mismos y actúan creando
suposiciones y prejuicios que determinan en ciertas ocasiones la forma de
sentir y de pensar, condicionando la actitud y los procesos de toma de
decisiones. Y estas no están ahí por casualidad, sino que han sido
fruto de los diversos aprendizajes que hemos ido experimentando a lo largo de
nuestras vidas; por lo que en situaciones pasadas muchas de ellas nos han sido
válidas. Sin embargo, en el actual mundo en el que vivimos impregnado de
constantes cambios y aceleraciones, una creencia que anteriormente fue positiva
puede convertirse en un obstáculo o creencia limitante.
¿Qué es una creencia
limitante? Es toda afirmación personal que creemos verdadera, es la certeza de
ser cierto eso que pensamos, sentimos y entendemos, que de una u otra manera
forman nuestro concepto de lo que es, que juzgamos como cierto y no permite
cambio, que hemos aprendido desde la infancia, hemos oído, hemos percibido,
hemos entendido, hemos aceptado y nos han paralizado. Esquemas mentales que
establecen un paradigma de cualquier situación que se nos presenta. Por
ejemplo: Yo no puedo…; Yo no tengo…; Yo
no soy capaz de…; Él está en mi contra porque…; Yo soy…; Yo hago…; Yo tengo…; y
muchas otras afirmaciones que limitan la acción, la reacción, la energía, la
respuesta. Estas creencias limitan nuestro dialogo interno, y son un bloque
lacerante en la autoestima, manifestando actitudes de rechazo y sabotaje,
limitando el desarrollo humano, anulado los intentos de superación. No somos
conscientes de su existencia y no percibimos su impacto en nuestra vida.
También están las creencias
aprendidas por nosotros como efecto de circunstancias de aprendizaje negativo,
que hemos sufrido en determinado momento. Son los temores a acciones, cosas,
eventos, que por haber sido negativos, desde allí consideramos que todo lo
similar tendrá el mismo resultado. Ejemplos como: No se correr, pues me caí una vez y rompí las rodillas; No se andar en
bicicleta; Si viajo por curvas me mareo; Si veo un gato negro me devuelvo; No
debo pasar debajo de las escaleras; Si tomo esa vía me puede ir mal; y muchas más;
que son efectos de accidentes, o interpretaciones de señales, basadas en
experiencias negativas.
¿Qué es lo que hace que un
niño educado en la fe católica, tenga altas probabilidades de permanecer en
ella el resto de su vida?, ¿e igualmente, qué hace que un niño nacido en la fe
musulmana, budista, judaica..., permanezca en dicha fe? Aunque hay
excepciones…. Lo que hace que se mantenga en su fe, según De Zor, es que son
creencias instaladas en la infancia, y es difícil erradicarlas o modificarlas
en el futuro, si no se tiene un “sistema crítico” adecuado en la edad adulta o
la experiencia vital les demuestra de manera inequívoca que tales creencias
estaban erradas.
Las creencias tienen que ver
con las primeras impresiones, con la educación, la primera infancia; les hemos
creído prácticamente todo a nuestros padres. Hemos inferido, deducido y creído
con base al entorno familiar, social, cultural, histórico. Dichas creencias
pueden ser de tipo educacional, moral, religioso o conductual.
¿Creen Ustedes que un niño
nacido y desarrollado en un ambiente marginal y violento, podría creer en la
paz, igualdad y solidaridad de todos, una vez adulto? Y si a ese niño se le ha
inculcado resentimiento, odio a los diferentes, a los “blancos”, a los
“negros”, a los “ricos”, a los “pobres”, a “los judíos”, ¿cómo se comportará en
su futuro en relación a esos grupos?
Por ejemplo, los judíos
tienen un odio ancestral a los palestinos y viceversa, ambos tienen la creencia
que fueron, son y serán enemigos para siempre. Esa creencia ha causado guerras
interminables, y les impide a ambos llegar a una cierta “paz”, a una sana
convivencia.Las creencias, que en muchos
casos son subconscientes, afectan la percepción que tenemos de nosotros mismos,
de los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean. He aquí porque debemos
conocer nuestras creencias; las mismas nos pueden traer bendiciones, paz, éxito
económico y social, reconocimiento, pero también pueden traernos enfermedades,
angustias, desaciertos y aprendizajes dolorosos.
Nuestro
sistema de creencias crea nuestra realidad, por
ejemplo, si crees que no eres una persona creativa, tienes razón. Si crees que
te puedes sanar de un cáncer en sus primeras etapas, también tienes razón. Si
crees que eres una persona olvidadiza, adivina… también tienes razón, si crees
en la mala suerte, todo te va a salir mal ¿Ves la importancia de reconocer y
cambiar las creencias limitantes? Debemos crear conciencia de ellas, no debemos justificar nuestros hábitos
indeseados o conductas, ya que nosotros mismos somos los que decidimos ser
quienes somos.
¿Tienes una situación en tu
trabajo? Descríbela, siguiendo una pauta de identificación, (que sientes; que
percibes; que escuchas; que ves), ¿en tu casa?, ¿con tu relaciones o tu pareja?
¿Cómo están tus finanzas? ¿Cómo anda el mundo? Llegará un momento en que comprenderás,
mediante el uso de preguntas sencillas, pero poderosas, cuales son estas
creencias. Y, de allí en adelante, podrás tener una visión de cómo mejorar tu
situación.
¿Qué hacer ante estas
“certezas” aprendidas? Tenemos todas las herramientas en nuestro interior para
cambiarlas, transformarlas o sustituirlas por aquellas que nos condicionen a un
mejor desenvolvimiento. Existen técnicas de orientación en este sentido, la
Visualización Creativa, las Afirmaciones, la Meditación, la Reprogramación de
Creencias, son algunas opciones. Entre ellas, la Reprogramación de creencias es
una práctica que utiliza la Programación Neuro Lingüística, con la cual podemos
tomar estas creencias y transformándolas, poco a poco, con compromiso, con
constancia y disciplina, con dedicación y conciencia.
Sería necesario detectar cuáles son
aquellas creencias que nos están limitando, observando el momento y las
circunstancias bajo las que aparecen, teniendo en cuenta además, que es aquello
que nos impiden conseguir, ya que saber qué es lo que nos estamos perdiendo
puede constituir el motor del cambio. Una vez identificadas, tendremos
que sustituirlas por
otras que nos ayuden. Pero antes de utilizar cualquier método de cambio, es
necesario identificar estas creencias limitantes en nuestra vida. Existen
muchas formas, acá te ofrecemos una de ellas. Es el acompañamiento
personalizado o coaching personal, para detectar e identificar estas ideas
limitantes. ¿De qué forma? Sentándote cómodamente a conversar de esa situación
en particular en tu vida, que te tiene paralizado, suspendido, intrigado, con
un profesional, que estará allí para escucharte, preguntarte, moverte,
apoyarte, y que te ayuda a descubrir ese diamante bruto que tienes. Este
identificara facetas de tu vida que son especiales, idóneas, y que están
adormecidas en tu subconsciente.
Ahora, ¿qué es coaching? Es
una conversación que sigue un método especifico, donde un acompañante (coach)
hace preguntas, sencillas pero específicas,
a un participante (cocheé), de forma discreta y personal, con intención
de descubrir la creencia individual que mantiene la situación estancada. Luego de esto, comienza el
proceso de transformación, de cambio, de internalización, puliendo ese
diamante. Este proceso estará apoyado por el uso de la Programación Neurolingüística. Si descubres que es baja autoestima, surgirán afirmaciones
dirigidas a fortalecer. Si descubres estancamientos en el pasado, surgirán
afirmaciones que te desprenderán de este y te ayudaran a vivir en el aquí y el
ahora. Son situaciones comunicacionales, buscaras la forma de cambiar y
comunicarte eficaz y efectivamente. Y así muchas otras opciones.
El cambio es seguro, solo tú
decides cuando, como y donde hacerlo. Tu valor depende de ti, tu éxito depende
de ti. Descubrirás que solo Tú Eres quien Debes Ser, y cada instante será el
instante preciso para hacerlo.
Es más
fácil desintegrar un átomo que un prejuicio (Albert Einstein)
"Somos lo que
pensamos. Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. Con nuestros
pensamientos construimos el mundo."-Buddha.
.
Referencia:
De Zor, José. Valores y
Creencias desde la Programación Neurolingüistica PNL, www.hispamat.net,
Madrid
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