Dr.
Francisco Valdivieso Arcay
El
Coaching es una disciplina que activa un proceso que tiene como propósito
acompañar a las personas individual o colectivamente para superar alguna
circunstancia que estos no han podido resolver por sí solos.
Esa tarea,
en su acepción más simple, envuelve un gran compromiso ético, conceptual y
metodológico, en virtud que significa tener las capacidades para ser ese
acompañante positivo que el Cocheé o grupo de Cocheés requiere a fin de
encauzarse hacia la meta prevista.
Es obvio entonces que para ejecutar efectivamente un
proceso de acompañamiento con Coaching, el Coach profesional debe poseer además
de las habilidades y el manejo de los momentos procedimentales del modelo
comunicacional, el dominio emocional y metodológico que le permita adaptarse a
las muy diversos contextos y circunstancias en las que se verá envuelto. Es en
esos momentos de tensión y también de distensión, donde los Coaches comenten
usualmente más errores.
Actuar sin claridad dentro de ese marco conceptual,
procedimental y ético, es donde el Coach se arriesga a consumar los errores más
típicos en el ejercicio de la disciplina. Cuando descuida los cánones más
elementales de su quehacer profesional, es cuando el Coach rebasa los límites
de su campo de acción. Cuando exacerba su personalidad para sentirse el
protagonista, es que el Coach pierde el dominio
de su labor como acompañante.
A todos nos ha pasado, en algún momento de nuestra
labor de acompañamiento, hemos perdido el ritmo, el tono, la sindéresis. A
veces nos sucede por querer salirnos de lo común y no nos damos cuenta en ese
momento que en lugar de acompañar a nuestros Cocheés hacia sus objetivos y
metas, los estamos empujando hacia donde nosotros queremos, olvidando que
existe una premisa fundamental en el Coaching que reza que quien recibe el Coaching,
es la persona más calificada sobre su conflicto, que son ellos quienes tienen
el mayor cúmulo de información acerca de la circunstancia que hay que resolver,
porque son justamente ellos los que la viven.
Pero estas situaciones no deben tomarse como un
motivo de abatimiento. No es un pecado insuperable del que no nos salvaremos,
hay que partir del principio irrefutable que los Coaches también son humanos y
por tanto no somos infalibles. Como todos los seres terrenales, cometemos
errores, poseemos debilidades, tenemos malos días. Porque como todos, también
tenemos conflictos y circunstancias que nos angustian y vivimos con mucha
seguridad en los mismos contextos en los que los Cocheés están inmersos. El
punto está, en reconocer esos errores, reflexionarlos y buscar los contextos
metódicos para no incurrir en ellos nuevamente.
Hasta ahí todo parece fácil, pero ¿Qué hacer
cuando has cometido un error o has tomado una mala
decisión?
En general, lo primero que yo
respondería es que no hay que sentirse culpable, por la sencilla razón que la
culpabilidad no te contribuye en modo alguno a superar lo ocurrido. Por el
contrario, opera con un proceso de bloqueo que impide la búsqueda se las soluciones
posibles. Luego apuntaría a responder diciendo:
“Todo estriba en la situación, o en las derivaciones y consecuencias
que ese error pueda traer…”
El foco es dejar de lado la culpa,
la inseguridad o cualquier otro sentimiento asociado y ponerse mente a la obra
para revertir las consecuencias que ese error pueda traer consigo. Pida
disculpas si lo considera necesario, pero inmediatamente abóquese a solucionar todo lo que esté en sus manos. En cualquier
caso hay que seguir adelante y articular el principio de “Aprender del error”
para re-plantear las futuras acciones.
Aunque sea grave y con
consecuencias incómodas, no somos los primeros ni seremos las últimos Coaches
en tener un tropezón, Recuerden que siempre hay algo que se puede hacer para
subsanarlo, aunque eso lleve un tiempo.
Otro elemento medular, es admitir que nos hemos
equivocado. A veces es lo que más nos cuesta, porque sentimos que estamos
humillándonos, esa es la razón primordial por la que no sabemos cómo decir “me equivoqué”. No obstante, aprender a
decirlo, es más fácil de lo que parece. Veamos tres pasos básicos:
1. Es tan sencillo como admitir que
hemos errado, si visualizamos el error como una oportunidad para aprender y como
ocasión para desarrollar novedosas opciones para re-posicionarnos y liberarnos
de peso emocional.
2. Hay que notificarlo. Reconocer
que hemos errado y excusarnos si se requiere, no sólo fortalece la relación con
nuestros Cocheés, sino que también refuerza la conexión con nuestras
potencialidades.
3. Buscar soluciones para que
no ocurra una próxima vez.
Para finalizar este artículo les expongo cinco
premisas vitales para manejar adecuadamente nuestras emociones, ante los
errores cometidos:
No te
Auto-Castigues: Equivocarse
es humano. Otórguese espacio para asimilar lo ocurrido. La tendencia a la
perfección es también un error. Sea empático consigo mismo y no te amarre en el
error.
Sea responsable: Si tomó una decisión concreta es porque en ese
momento opinó que era la más ventajosa, no busque formas de justificarse. Lo
hecho, hecho está. Comience por analizar los hechos.
No sea repetitivo: No tropiece con la misma piedra. Aprenda la
lección, no la olvide y archívela en su contexto experiencial. Para algo servirá
en un escenario análogo, recuerde que una vez se equivocó pero ahora sabe que
hay mejores opciones.
No se dé
por vencido: No
permita que los errores se conviertan en el pretexto para frenar su desarrollo
como Coach. Piense que ha sido una forma de aprender los caminos
inconvenientes.
No se compare con otros: Con frecuencia, en el afán por no perder de
vista a los que están alrededor perdemos la noción de nuestras propias
capacidades. Cada uno tiene su evolución, cada cual es diferente y comete sus
propios errores. Concéntrese en su progreso, en sus particularidades y en sus
errores y ponga a un lado las comparaciones.
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