Dr. Francisco Valdivieso Arcay
El siglo XXI se ha caracterizado por un estallido en el empleo de
la tecnología de la información y la comunicación en todos los campos del
quehacer humano. Un espacio donde su uso se ha desarrollado con mucha fuerza es
la educación. Mientras que la enseñanza de naturaleza presencial, sin desmeritar su valor educativo
y estratégico, parece haberse aferrado a modelos tradicionales prescriptivos como
espacio central de la información y estudio, en el otro extremo, surge la formación y capacitación
de naturaleza “a distancia”, que parece re-dimensionarse cada día con la misma
velocidad con la que evolucionan los avances tecnológicos asociados a la Internet
como vínculo para acceder a la información, y lo más importante, como espacio
donde pueden conectarse facilitador y participantes en espacios virtuales y
remotos. de distribución de materiales y de comunicación entre profesores y
estudiantes.
Detrás de esta realidad existen motivo de diversa índole, muchos reales y
otros ficticios. Con frecuencia se enarbolan los argumentos de costo,
comodidad, eficacia. Estos sin duda son manifestaciones que hay que considerar,
pero también está la des-personalización que se produce en el acto educativo, la
falta de conexión entre los participantes y lo que a mi juicio representa el
obstáculo más grande, la imposibilidad de utilizar la experiencia individual y
colectiva en el proceso de aprendizaje.
A mi entender, no se trata de iniciar una lucha sin cuartel para
determinar cuál es mejor, tal vez esa haya sido la maniobra equivocada a la que
apelamos cada vez que aparece en el horizonte, una nueva visión educativa. Creo
que es más inteligente, buscar mecanismos de articulación y adaptación de esas
nuevas instrumentaciones y ponerlas al servicio de una educación más eficiente
y moderna.
A este respecto, podríamos comenzar diciendo, que la formación ONLINE es
una modalidad de estudios en la que los participantes no requieren asistir “físicamente”
a ningún aula, porque hace uso de las Tecnologías de la Información y la
Comunicación (TIC) para activar el proceso de aprendizaje empleando la Internet
y aplicaciones de conexión como medios de interacción. La formación ONLINE no
sólo permite distribuir el material formativo y establecer la comunicación
entre participantes y el facilitador, sino que además permite el acceso a un salón
de clase virtual donde se puede interactuar de manera similar a la actividad
presencial.
Es medular focalizar sobre algunos aspectos de la formación ONLINE, para establecer que
articulaciones y adaptaciones pueden operarse para que sirva de forma eficaz a
los retos de la educación actual. Y esto pasa necesariamente por reflexionar sobre
el rol que tiene el facilitador en esta nueva modalidad educativa. Nuestra
visión es que hay que enfocar sobre la función que debe asumir el facilitador ONLINE, porque allí está el factor
primordial para poder utilizarla con eficiencia.
Lo expresado en el párrafo anterior,
viene a título de la evaluación de una gran cantidad de programas de formación
ONLINE que hay en el mercado académico actual. Veo con preocupación, que se trata
de plataformas donde los “supuestos facilitadores” establecen unos cronogramas
para ordenar los procesos en el tiempo, a veces organizan a los participantes en
unos grupos que nunca llegan a conocerse, ponen a disposición un conjunto de
lecturas, envían unas tareas con una fecha de entrega, en algunos casos hay un correo o
chat donde exponer interrogantes o dudas sobre esas asignaciones y por último
emiten una calificación. Brilla por su ausencia el elemento esencial de un
proceso de formación educativa: la
conexión directa entre facilitador y participantes.
A mi juicio, es ahí donde radica el punto focal desde donde podemos
re-dimensionar la forma de administrar la formación ONLINE, no quedarnos en lo
que se inició hace aproximadamente una docena de años con el advenimiento de
las primeras experiencias de los sistemas de comunicación educativa, mediante el
uso de computadoras, que no fue más que una sutil adaptación que surgió de combinar los rasgos de la
educación a distancia tradicional, con una mayor interacción comunicativa, para
asemejarla lo más posible a la formación presencial. La idea central era que
los nuevos medios de las redes informáticas pudieran enriquecer la interacción
entre profesores y estudiantes, hacer más flexibles los horarios y admitir estrategias
didácticas inicialmente imposibles debido a los rudimentarios medios de
comunicación disponibles. El error fue quedarnos ahí, aun cuando, los medios y
las plataformas informáticas han evolucionado de una forma vertiginosa.
Las
posibilidades que dan las plataformas de comunicación informática, están ofreciendo
espacios a nuevas estrategias didácticas, como el aprendizaje colaborativo,
basado en la comunicación entre iguales en un entorno rico en información, y a
nuevos roles docentes. Los entornos tecnológicos de enseñanza y aprendizaje se
concretan en nuestros días en el concepto de aula virtual, dan la posibilidad
que se administren clases con presentaciones didácticas vía video-conferencia
que traslada el aula a un espacio remoto con un mínimo de equipamiento tecnológico.
Es
hacia allá adonde tenemos que dirigir esfuerzos. A espacios donde el
facilitador llegue con su representación y sus estrategias para estar verdaderamente "presente" y en conexión directa con sus participantes. Que pueda interactuar de
forma inmediata para explicar y despejar dudas. Y también donde los
participantes puedan compartir con sus pares para intercambiar experiencias.
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