Alessandro D’Amico
Anthony Hernández
Ramón Hernández
YndiraMorales
Lo importante en la comunicación
es el intercambio perfecto de la información. El ser humano es capaz de lograr excelentes resultados en
cualquier cosa que se proponga, pero debe tener siempre claro a donde va para
encontrar la forma de llegar.
La palabra es acción y la acción produce
cambio a la realidad. Por lo tanto, es importante prestar atención cada vez que
somos parte de una conversación. Tenemos que ser parte activa del ejercicio de
la comunicación por ser ésta la responsable de acciones que afectan nuestra
vida.
Es necesario entender que la
conversación es un intercambio de datos donde escuchar con interés y
concentración es tan importante como hablar. De hecho, escuchar con
detenimiento nos garantiza mejores herramientas al momento de hablar.
En su libro El arte de recordar quien eres, OSHO
planteando la acción de oír y
escuchar, argumenta: “Escuchar es completamente distinto a oír. Escuchar
significa oír sin mente, escuchar significa oír sin que tus pensamientos
infieran; escuchar significa oír como si estuvieras completamente vacío…cuando
estás, puedes oír; cuando no estás,
puedes escuchar”.
En tal sentido, lo
planteado puede explicar algunos factores que intervienen en la
escucha profunda. Uno de ellos es identificar la interpretación
de las historias cuando escuchamos. OSHO
lo plantea en la cita anterior, escuchamos sólo cuando no estamos, entendiendo
esto estar en presencia plena sin que nuestro interior de argumentaciones,
alocuciones del evento que se nos está comunicando.
El escritor estadounidense,
especialista en prácticas de gestión empresarial Tom Peters, recomienda “obsesionarse con escuchar”. La escucha profunda requiere prestar
atención a las palabras y al lenguaje corporal de la otra persona, porque de
esa manera podemos intuir mucho más significado de lo que esta persona nos
trata de decir. Esto es, podemos escuchar tanto lo que sienten como lo que
dicen.
La escucha se constituye entonces en una herramienta
de alto calibre para el coach. Cabe destacar que de la escucha nace la pregunta
potente, la cual es la que guía el proceso hacia el encuentro del cliente con
esos pensamientos que han sido subordinados por los pensamientos automáticos.
Como herramienta, la escucha profunda muestra al
cliente lo que el coach logra con su atención, con su disposición, con
su corporalidad, erigiéndose como espejo, guía que retrata lo que se necesita
para afianzar un encuentro profundo y dinámico.
La forma más eficaz y sencilla de mostrar interés por
otra persona es escuchar lo que dice, escuchar de verdad, enfocarse en lo que
te está diciendo, en lugar de estar pensando que responder inmediatamente.
Si como coachs
permanecemos atentos, comunicaremos a nuestro cliente que su asunto a
tratar nos interesa y eso le dará a éste la confianza para comunicarse con
nosotros. Al igual, que si nos sentimos aburridos o con desidia, seguramente
nuestro cliente empezará a sentir lo mismo. Es importante que como coachs
ayudemos a crear un clima de interés con nuestro lenguaje corporal.
La escucha profunda,
nos permite sumergirnos en cada
acción que emite nuestro
acompañante. Por un instante dejamos
oír sonidos que no son
parte de la conversación,
comenzamos, nos conectamos con
cada movimiento por delicado
que éste sea y estamos presentes de forma consciente en el diálogo. Tener presente que tenemos 2 oídos y una sola boca: Al
escuchar, a veces es necesario morderse la lengua para que nuestro cliente exprese
sus ideas y sentimientos. Tener dos orejas nos indica que tenemos que escuchar
el doble de lo que hablamos con nuestra boca.
El estado real
de la escucha se define como la acción de
estar atento y centrado en las palabras, gestos, posturas de nuestros
clientes siendo nosotros parte de él. Cuando
se toma como referencia lo
planteado sobre oír y el escuchar es impresionante darse
cuenta que para el proceso de escuchar
activamente se deben bloquear
nuestros pensamientos, y activarnos en la entrega de la escucha ,sin replicar, ganándonos la
confianza y sinceridad de quien nos habla.
Por otra parte el oír se describe como la acción biológica que tenemos y que permite identificar
sonidos. Muchos de nosotros en algún momento hemos hablado en situaciones que
requerimos de valor para dejar fluir nuestros
argumentos, dejando abierta la brecha entre hablar y ser escuchados.
Ciertamente cada día en nuestros hogares, trabajos o una charla cotidiana, nos
brinda la oportunidad de aislarnos por un
momento.
El escuchar
tiene ámbitos donde se ven reflejados
las acción de lo que se dice, lo que se escucha, dándole un lugar
a las acciones que se generan; debemos mantener el nivel de concentración para
identificar en las palabras
afirmaciones, declaraciones, peticiones, ofertas y promesas, se asombrara de los que puede descubrir
con la escucha profunda.
El escuchar nos brinda la oportunidad de estar en el aquí y el ahora, de conectarnos
y entregarnos a la conversación con
nuestro cliente.
Escuchando los pensamientos generamos el primer nivel
de escucha profunda, porque encierra el riguroso ejercicio de observar desde el
silencio interior, ese que nos hace testigos, ese que se hace esclavo de la
bulla cotidiana, el que se deja envolver por el a menudo tortuoso pensamiento
automático que se presenta raudo, sin invitación, dejando estelas de
agotamiento por el peso que lo acompaña.
En la escucha profunda nuestro interlocutor, conecta con su capacidad creadora, la cual
está adormecida muchas veces por procesos de auto saboteo y la manera como
construye su realidad. A través de ésta el coach valida la presencia del otro y
el cliente pasa de ser un objeto pasivo, a convertirse en una persona que re-elabora su visión a
partir de sus propios "insights".
El coach al escuchar se prepara para generar preguntas
reveladoras para su cliente, porque como sucede en el KAIZEN, la pregunta
ilumina el hacer y al ser. Al estudiar los sentidos del ser humano, la audición
es más primitiva que la visión. Inclusive, podría afirmarse que primero el ser
humano aprendió a escuchar y luego a hablar. Pero es curioso como la capacidad
de escuchar de manera profunda no se le da tanta prioridad como a la capacidad
de hablar, en la vida cotidiana.
Saber escuchar es el ingrediente vital de una
conversación satisfactoria, productiva e interesante. En coaching, la escucha profunda es la capacidad de
centrarse en lo que dice y lo que no dice nuestro cliente, para comprender el
significado de sus palabras en el contexto adecuado y ayudarlo a expresarse. Es
importante recordar que en gran parte de las situaciones cotidianas, el cuerpo
comunica lo que las palabras no están comunicando. Por ejemplo, si un cliente
reporta con sus palabras que se siente alegre, pero en su cara notamos la boca
cerrada con las comisuras de los labios hacia abajo y sus brazos y piernas
cruzadas, probablemente no se encuentra alegre.
Finalmente, el compromiso, dentro de ejercicio de la
comunicación nos promueve evitar los pensamientos y ruidos internos que nos
distraigan de la atención que requiere nuestro cliente para ser escuchado, al
igual que no interrumpir para contar alguna anécdota personal.
Por lo tanto, evitar hacer juicios sobre lo que nos
está diciendo nuestro cliente. Parafrasear cada cierto tiempo lo que nos cuenta
el cliente. Resumir, reiterar para asegurar la claridad y estimular la
expresión de sentimientos por parte de nuestro cliente.
El aumento en la confianza generará la sintonía
requerida para develar mejor el quiebre de nuestro cliente y alcanzar así,
excelentes resultados.
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