Dr. Francisco Valdivieso Arcay
@Eduexpven
INTRODUCCIÓN
El arranque del ahora célebre “Metamodelo del
Lenguaje”, inició sus primeros pasos, en una publicación de Richard Bandler cuyo
título es LA
ESTRUCTURA DE LA MAGIA. Su finalidad era aportar
herramientas a otros terapeutas para que perfeccionasen sus herramientas de
comunicación con miras a examinar, analizar o explorar, en sus clientes y luego
efectuar cambios, basándose en la premisa que sus restricciones estaban
posiblemente radicadas en una interpretación distorsionada de la realidad y que
les dificultaba su interacción con ella. De alguna forma, puede considerarse
este contenido, la base conceptual originaria de lo que después se convirtió en
la disciplina de Programación Neurolingüística (PNL) que hoy conocemos.
EL METAMODELO DE LENGUAJE PNL: “La llave maestra a
la comunicación efectiva”
En su sentido más actual, el “Metamodelo del Lenguaje”, permite que en la
comunicación se exploten
los puntos fuertes y débiles del lenguaje; porque es una efectiva herramienta
para dilucidar y extraer los reales significados al momento de emplear el
lenguaje con precisión. En su accionar, supone desarrollar la capacidad de valerse
de las interrogantes precisas que traducen y que tienen real significado en los “mapas”
de los demás, y determinar lo que una persona verdaderamente quiere decir con
las palabras que utiliza. Esta es una habilidad inestimable en muchas
profesiones, y muy especialmente aquellas en las que la comunicación entre las
personas, juega un papel primordial.
Por eso, no es ilógico expresar que el Metamodelo de
Lenguaje propuesto por la PNL ,
intenta esclarecer los patrones modales, pero no los patrones universales sino
los individuales, aquellos que permitan entender los significados e
intencionalidades de las personas cuando se expresan. Entonces asumimos que el
Metamodelo de Lenguaje en la PNL ,
es una herramienta descriptiva que busca realizar una imagen más o menos
precisa de la realidad, y en este caso de la realidad humana.
El
Metamodelo de Lenguaje ejerce su acción funcional utilizando un principio
complejo, que implica conocer con detalles los parámetros mismos en los que se
desarrolla la comunicación, y que parte del hecho esencial de existencia de dos
estructuras mentales asociadas a la emisión de la
comunicación: una “Profunda” subconsciente donde subyacen las ideas, los valores,
las emociones y la real identidad; y una “Superficial” consciente donde se
expresan las experiencias secundarias verbalizadas.
Entre las dos
estructuras mentales antes mencionadas se encuentran los denominados
“Universales del Lenguaje”, que operan como filtros que son los que enmascaran
la realidad consciente que está en la estructura profunda, y hacen que la
verbalización que se produce en la estructura superficial sea sustancialmente
diferente y es lo que permite expresar con cierta fidelidad que “lo que se
dice, no siempre es lo que se quiere decir…” Esos filtros son:
·
Generalización: observar el mundo y a los otros ignorando posibles
excepciones y condiciones especiales.
·
Eliminación u Omisión: Presentar información parcial sobre la experiencia,
prescindiendo del índice referencial de comparación.
·
Distorsión: Sobre-Simplificación, especulación o imaginación
sobre lo que es posible o lo que había sucedido.
La distancia
virtual entre las dos estructuras (profunda y superficial), mediada por los
Universales del Lenguaje, establece lo que usualmente se designa con el nombre “Mapa”,
que podrá ser en correspondencia, muy reducido o muy amplio, lo que
consecuentemente establecerá la existencia de pocas o muchas opciones de
reflexión y acción lo cual hace emerger una de las frases más emblemáticas de la Programación
Neurolingüística (PNL), “El Mapa no es el Territorio”.
La función esencial del Metamodelo de
Lenguaje, como unidad operativa de la
Programación Neurolingüística (PNL), es justamente ampliar la
fisura que existe entre la estructura profunda y superficial, como mecanismo
para ampliar a su vez, la cantidad de opciones posibles de reflexión y
posterior acción ante las situaciones de quiebre a las que nos enfrentamos.
Una vez que se
haya dominado el uso adecuado, el Metamodelo de Lenguaje es una herramienta
poderosa y muy útil. Sin embargo, su utilización requiere de mucha práctica
para poder asumir con propiedad el proceso interrogatorio e interpretativo que
supone su correcta aplicación. El mismo, debe ir acompañado con un alto grado
de rapport, y como premisa ética, se debe usar con moderación de lo contrario
podríamos generar situaciones incómodas, o también propiciar procesos de mayor
incomunicación.
La funcionalidad del
Metamodelo de Lenguaje se puede evaluar tomando en consideración las opciones
que aporta, y a la calidad de vida intelectual, conductual, emocional y
relacional que se puede experimentar a través de él; porque permite orientar hacia
conceptos que hacen emerger capacidades con mayor confianza en aquellas áreas
en que visualizamos o sentimos que hay problemas. Se trata de una suerte re
“re-significación” de situaciones para las cuales se pensaba no tener
capacidad, o se desconocía la existencia de cualidades para operar eficientemente.
CONCLUSIÓN
Existen cantidad de ambigüedades y distorsiones que
impiden una verdadera correspondencia entre
la
Estructura Profunda y la Estructura Superficial ;
para comunicar nuestra experiencia utilizamos la Estructura Superficial ,
que es una representación lingüística verbal o escrita. Esta comunicación suele
ser incompleta, ya que es muy difícil hacerla en su totalidad- La Estructura Profunda
sería la representación lingüista completa.
Esa es la razón e importancia del empleo del Metamodelo
de Lenguaje propuesto por la Programación
Neurolingüística para intentar resolver problemas o quiebres
que nos exponen otros como, a mi juicio, es también muy importante utilizarlo
en nuestro diálogo interno para detectar fallos de razonamiento e incoherencias
al describirnos nuestras propias
experiencias. Si prestamos atención a nuestro diálogo interno,
quedaremos atónitos al darnos cuenta de la extraordinaria cantidad de
conclusiones engañosas a las que llegamos cada día, y de la cantidad de heridas
emocionales que arrastramos y podemos ahorrarnos al describir e interpretar en
uno mismo las cosas como realmente han sucedido.
Bibliografía
Consultada:
Bandler R. y Grinder, J. (1998). La Estructura de la Magia. 4ta. Edición. Editorial Cuatrovientos. Santiago
de Chile. Chile.
OConnor, J. y Seymour, J. (1995). Introducción a la PNL. 8va. Edición. Ediciones Urano. Barcelona, España.
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