lunes, 8 de abril de 2013

CÓMO SER UN COACH ÉTICO


Dr. Francisco Valdivieso Arcay
@Eduexpven
  
En el mundo de hoy, existen cada vez más personas que se plantean orientar su actividad profesional como Coaches o en otro contexto, utilizar el Coaching como una estrategia para ser aplicada a su ejercicio profesional principal. Indiscutiblemente esta  visión manejada desde la simpleza de la moda, no solo es una situación absurda, sino que además reviste riesgos de incalculables proporciones, habida cuenta que el Coaching no se trata de una postura que pueda adjudicarse como un boom momentáneo, como tampoco es prudente asumirlo como una panacea que resolverá todas las problemáticas sean estas de carácter personal u organizacional.
El Coaching es un proceso serio y por tal razón está, regulado por un Código que tiene similitud a las declaraciones deontológicas que reglamentan  la acción profesional en otras profesiones. Por este motivo, no puede cualquiera, conferirse el título de Coach sin saber acerca del Código Ético que define la acción del   Coaching, y principalmente no podrá considerarse Coach, aquel que obvie la responsabilidad y el respeto como los dos de sus valores esenciales en la labor de un Coach.
Este Código Deontológico está contenido en el denominado Código de Ética y Estándares del Coach. Este instrumento normativo suministra los principios bajo los cuales la International Coaching Community (ICC) admite la acción que un Coach debe ejercer su trabajo, y por lo tanto regula su actuación de cara a la problemática que se le plantean resolver con sus clientes. A mi juicio, lo más importante a destacar en este aspecto es que es una compilación normativa que dirige el comportamiento profesional, estrictamente basado en el contexto axiológico.

Es preciso también decir, que no se trata en ningún caso de una receta para seguir de forma irreflexiva, por el contrario, es un conjunto de principios cimentados en el sentido común o dicho de otra forma, no están detallados en lo que un Coach debe hacer, sino que dan una guía de los principios dentro de los cuales el Coach puede desenvolverse libremente y donde la única limitación será la que expresen las leyes del país donde el Coach trabaja.

En sentido general los Estándares de Ética están referidos hacia siete (07) contextos básicos, todos ellos orientados desde los preceptos que consagra la International Coaching Community (ICC):

  1. Confianza, Capacidad e Integridad, en lo que refiere a la formación profesional del Coach y que en suma conjuga las cualidades y experticia para ejercer la función para la cual le van a solicitar sus servicios. Esto implica además, esforzarse constantemente para estar actualizado con los progresos en la metodología de trabajo del Coaching. Igualmente debe actuar consistentemente en lo que  atañe al respeto de sus acuerdos y cumplimiento de sus promesas.

  1. Respeto al cliente, en lo que refiere al trato con dignidad y honorabilidad. Esto implica nunca tomar ventaja de las situaciones en las que se halla inmerso el cliente, sobre su aspecto personal, sexual o financiero. Deberá siempre solicitar autorización de cada uno de sus clientes antes de divulgar su nombre o hacer referencia a su quehacer. Jamás impondrá sus propias creencias, valores o puntos de vista.

  1. Honestidad, en lo que refiere a tener consciencia de su niveles de habilidad y calificaciones ante las situaciones que tendrá que manejar con el cliente. Además debe anunciarlas, promoverlas y presentarlas de una manera decorosa. Dentro de este contexto, su praxis será aceptar únicamente aquellos clientes cuando observen que coinciden sus valores y sus capacidades con las  necesidades del cliente.

  1. Respeto Profesional, en lo refiere a su propia comprensión o aceptación del coaching como profesión. Eso involucra un proceso de auto reflexión que le impida ofrecer  resultados de su acción que no pueda garantizar.

  1. Confidencialidad y conflicto de intereses, en lo que refiere al compromiso de conservar toda la información de sus clientes de manera confidencial, a menos que sea autorizado por los clientes, o bien sea requerido por motivos legales. Otro elemento esencial de esta premisa, es la que respecta a evitar asumir compromisos donde se hayan establecido relaciones previas que supongan conflictos de intereses. De alguna manera, esta visión apunta hacia la necesidad de que exista un acuerdo claro entre el Coach y el cliente donde quede tácito que es imposible romper la confidencialidad y confianza del cliente.

  1. Retroalimentación y progreso, en lo que refiere al compromiso de fijar los momentos en los cuales se rendirán los parámetros de rendimiento y el progreso de sus clientes, dentro de cánones temporales en lo que respecta a etapas razonables para medir. Si el cliente por alguna razón no estuviera progresando, deberá plantearse espacios donde discutirlo abiertamente con él, como parte de la relación entre Coach y Cochado. Siempre es prudente la conservación de los expedientes necesarios para probar la relación profesional entre Coach y cliente, para cumplir con los requisitos profesionales y legales a los que hubiere lugar.

  1. Determinación de Honorarios. Tal vez este sea uno de los elementos de mayor delicadeza en la relación entre Coach y cliente. Es indispensable informar claramente y de forma inequívoca al cliente, los elementos de logística, honorarios y programas que se van a desarrollar en el ejercicio profesional de la relación de Coaching. Si bien existe libertad de cobrar los honorarios que desee, estos tendrán que estar diáfanamente establecidos antes de iniciar la acción de coaching.
En definitiva, el Coaching es una herramienta enfocada en el crecimiento de las personas, pero que puede aplicarse para la obtención de resultados y objetivos definidos por la organización para sus integrantes de forma rápida y efectiva. Debemos comprender, para ubicarla en su justa dimensión que la formación por sí sola no es garantía de cambio. Tradicionalmente tras la formación, los sujetos de la misma regresan al mismo ambiente con las mismas personas y tiende a hacer las cosas como siempre. El Coaching permite impulsar y conducir ese cambio y lograr la aplicación efectiva de lo aprendido. Pero esta acción requiere un ejercicio con un componente ético y axiológico a toda prueba, de lo contrario sus potencialidades se verán reducidas al mínimo.
La asunción ética del Coaching es esencial, ya que Coaching es hacer cambios por definición y los coaches tendrán la responsabilidad de ser confiables en la tarea titánica de coadyuvar a ser los guías para evitar que las organizaciones y las personas de esta sociedad se pierdan en ese camino de constantes cambios.
El coach puede hacer un servicio de incalculable valor a la sociedad como “facilitador” de los cambios que ésta necesita en lo que respecta a sus individuos en la senda hacia el evolucionar y crecer. Solo creciendo persona a persona una sociedad crece y esa es la garantía de estabilidad.

Como vemos la actividad del coaching está frecuentemente interpelada desde la ética si el coach quiere actuar leal y responsablemente de acuerdo con los compromisos que adquiere ligados a esta profesión. Aquellos que en un futuro quieran dedicarse a esta actividad deberán tener muy claros los principios y valores que en ella se propugnan para que al asumirlos se fortalezca y potencie esta fascinante profesión.
Un Coach que se precie como tal, tomará al pie de la letra el Código de Ética y Estándares para enfocar sus  responsabilidades, sólo ese será el detonante para ejercer su acción de forma comprometida y manteniendo unos elevados estándares de compromiso y en su trabajo, como única plataforma sólida para convertirse en un profesional respetado y valorado positivamente por las personas y las organizaciones,  y así poder ser reconocido económicamente por ello.
Es innegable entonces que en todos los sentidos, el Coaching ayuda a hacer "mejores personas" y eso sólo será posible en la medida que quien lo aplica sea también una persona de elevados conceptos morales, éticos, capacidad profesional y dedicación responsable a su tarea de Coach.

Para finalizar, queda de manifiesto y evidente lo enriquecedor y potente que es el Coaching. Ahora quizá, después de profundizar en su Código Deontológico podemos advertirlo desde un punto de vista más claro, en virtud, que ese manifiesto accionario provee un apoyo y ayuda en el camino a una formación ética que se traduzca en el futuro en un ejercicio ético del Coaching. Se trata de concentrar los esfuerzos de manera consecuente y actuar correctamente. 

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