“HABLAR Y ESCUCHAR ACTIVAMENTE: BINOMIO INDIVISIBLE EN LA COMUNICACIÓN
EFECTIVA”
Dr. Francisco Valdivieso Arcay
INTRODUCCIÓN
Luego de examinar varias
fuentes bibliográficas logré puntualizar que la definición de comunicación
denominada “efectiva” es aquella, que a planteada a partir de certeras
destrezas y mecanismos previamente delimitados, permite alcanzar el propósito
de lo que se quiere transmitir en una primera instancia, o recibir como
producto de una emisión comunicacional. Eso implica reflexionar con precisión,
que dentro de la comunicación efectiva, el emisor y el receptor requieren
manejar una codificación que resulte exitosa para el mensaje que se
intercambia. Es decir, que uno y otro entienden el mensaje transmitido.
En aras de
mejorar el proceso comunicativo se inventó el idioma, pero la ciencia de la
comunicación comprendió prontamente, que no era suficiente para que la misma
fuera eficiente. De la misma forma, se
fue comprendiendo que a la par de las emisiones orales, había un sinnúmero de otros
signos (las señas y los gestos) que eran, no sólo útiles como complementos que
contribuyen a la mejor comprensión de los mensajes que se quieren transmitir,
sino que en ocasiones son la mejor o única vía de activar certeramente el
proceso de real comunicación.
Lo que es innegable es que los seres humanos
estamos sumergidos permanentemente en situaciones de comunicación, cualquiera
sea nuestra dimensión humana o laboral, nos movemos entre palabras y
significados a veces sin ser conscientes de la dinámica subyacente.
A través de la palabra pensamos, nos comunicamos,
reflexionamos, nos expresamos, opinamos, nos peleamos e incluso, y aunque
parezca un contrasentido, nos separamos de lo que verdaderamente nos interesa.
Por esta razón, es indispensable concebir que según sea la calidad y la eficiencia de la comunicación que mantengamos con una persona, dentro de un grupo o en una empresa, así mismo será la característica de la relación que alcanzaremos. De hecho, si nos detenemos a pensarlo en profundidad, todas las personas que consiguen un éxito sólido y un respeto duradero se caracterizan por ser excelentes comunicadores o más precisamente, saben comunicar de manera efectiva sus ideas, propósitos y emociones.
Por esta razón, es indispensable concebir que según sea la calidad y la eficiencia de la comunicación que mantengamos con una persona, dentro de un grupo o en una empresa, así mismo será la característica de la relación que alcanzaremos. De hecho, si nos detenemos a pensarlo en profundidad, todas las personas que consiguen un éxito sólido y un respeto duradero se caracterizan por ser excelentes comunicadores o más precisamente, saben comunicar de manera efectiva sus ideas, propósitos y emociones.
Así entonces, podemos comprender que las comunicaciones
que mantenemos en nuestra vida cotidiana determinan las relaciones en general.
Lo que hablamos y también lo que escuchamos, determinan el mundo de las
acciones en el que estamos inmersos. Por ello la capacitación para generar un
desarrollo de comunicaciones eficientes nos pueden llevar a una vida mayor
certidumbre y bienestar.
Hablar y Escuchar Activamente:
Binomio indivisible en la comunicación efectiva
Si
quisiéramos definir en su sentido más original, diríamos que la comunicación es el intercambio de
ideas, pensamientos y sentimientos entre dos o más personas. Es un proceso bilateral, un circuito en el cual
interactúan y se interrelacionan dos o más personas a través de un conjunto de
signos o símbolos convencionales, por ambos conocidos. Esta definición implica
la necesidad de establecer una distinción entre dos términos que usualmente
utilizamos como sinónimos, pero que no lo son, pues su significado es muy
distinto, estos términos son: información y comunicación.
Desde
esta óptica, es importante puntualizar que Informar, es transmitir ideas en un sólo sentido, es decir, de
manera unilateral. El emisor transmite un mensaje al receptor, sin esperar
reacción o respuesta. Por su parte, Comunicar
es un proceso mediante el cual dos o más personas se ponen en contacto,
intercambiando ideas, de una manera bilateral. El emisor transmite el mensaje
al receptor y recibe su respuesta, en un intercambio permanente de roles, cada
uno adopta el papel de emisor cuando se expresa y el de receptor cuando recibe
la respuesta de su interlocutor.
Esta
consideración es importante para poder determinar las valoraciones que permitan
establecer premisas sobre las cuales estimar criterios para una “comunicación
efectiva”. En la medida en que comprendamos que la comunicación es una doble vía, por la que se circula en ambas
direcciones, que es una danza entre el “hablar” y el “escuchar”, y que este ir
y venir hay que precisarlo en términos de técnicas que los hagan cada vez más
eficaces, es lo que implica la existencia de una transferencia resultante entre
dos o más personas que puede determinar si sostenemos un contacto de
naturaleza informativa, o si por el contrario mantenemos un contacto de
características comunicativas. Esa manera de entrar en contacto con los demás, con
una intencionalidad definida y aprovisionándola con herramientas que permitan
una efectividad a su más alto grado de fortaleza es lo que se proponen
instrumentos conceptuales superiores como los que propone el Modelo de Programación
Neurolingüística.
Es justamente
a través de las herramientas que nos proporciona la Neurolingüística bien
concebida que podemos hacer de la comunicación
una vía cierta para que conozcamos a las demás personas a cabalidad, comprender
sus ideas, valorar sus sentimientos, sus valores, enfocar los hechos y
pensamientos que le rodean. La comunicación
es ese vínculo de significados entre los seres humanos, que les permite
comprenderse y compartir lo que son, lo que sienten y lo que saben. Al utilizar
ese puente existe un acercamiento que permite a la gente superar cualquier cosa
que los separe. A mi juicio, eso es darle a la comunicación una cualidad como
“efectiva”
Cuando la
comunicación es efectiva, existe
mayor probabilidad de que se logren procesos como la calidad y la productividad,
en virtud que, una buena comunicación
tiende a estimular el buen desempeño y a la par promueve la satisfacción de quienes
lo logran.
La
bibliografía, reporta con cierta consistencia que las técnica sobre las que
giran la comunicación eficiente se refieren esencialmente a un contextos que
pudieran citarse como principio básico para
lograr una correcta y efectiva comunicación. A primera vista surge como muy
elemental y sencilla en su uso, pero pareciera que a menudo nos olvidamos de
ella. La estrategia que hay que tener siempre en consideración, y además emplear
con precisión y consistencia es la escucha
activa.
La escucha activa es tal
vez el principio más trascendente y difícil de todo el proceso comunicativo es
el “saber escuchar”. La falla de comunicación más usual que se comete es
no saber escuchar a los demás. Esto ocurre porque se está más pendiente o
concentrado de las propias expresiones, y en esa necesidad propia por
participar, se pierde la visión y la esencia fundamental de la comunicación que
es la bilateralidad, es decir, compartir con los demás. Además parece existir
una errónea creencia de que se puede escuchar de forma involuntaria. Cuando no
se tiene plena consciencia de este error, el escuchar va a requerir un esfuerzo
superior al que se hace para hablar, así como también del que se despliega al
escuchar sin interpretar lo que se oye.
En el plano más escueto, la escucha
activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista
del que habla, entonces, ¿Cuál es la diferencia entre el oír y el escuchar? Pues
las grandes diferencias pudieran radicar en que “oír” es sencillamente distinguir
o percibir las vibraciones de sonido.
Mientras que escuchar es entender, comprender o dar sentido a lo que se oye. En
ese contexto, la escucha que propende o es factor de la comunicación efectiva tiene que ser necesariamente “activa”.
Esta, se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que el interlocutor está
expresando directamente, sino que tenderá también a interpretar los
sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen en lo que se está diciendo.
Para llegar a entender a alguien se precisa asimismo cierta empatía, es decir,
saber ponerse en el lugar de la otra persona.
Esta particularidad que hay que
imprimirle a la escucha para que sea verdaderamente activa, requiere además, movilizar
algunos elementos que faciliten su puesta en marcha. Entre los más específicos
tenemos:
·
La disposición
psicológica, que se entiende como la habilidad para prepararse interiormente
para escuchar.
·
Observar al otro, que se orienta
a la identificación del contenido de lo
que dice, en lo que refiere a los objetivos y también los sentimientos.
·
Mostrar y expresar al otro que le
escuchas con comunicación verbal y no
verbal, es decir, hacerle sentir al interlocutor el interés que se siente por
su comunicación.
·
Mostrar empatía con sus
emociones, en otras palabras, es tratar de "ponernos es su lugar" y
que entendemos sus motivos. Es escuchar sus sentimientos y hacerle saber que
intentamos comprender lo que siente esa persona. No se trata de mostrar alegría
o tratar ser simpáticos. Sin que esto signifique que aceptamos o estamos de
acuerdo con su posición.
·
Parafrasear, que significa
comprobar con las propias palabras lo que parece que el emisor acaba de decir.
Su valor en el proceso de escucha es que ayuda a comprender lo que el otro está
diciendo y permite verificar si realmente se está entendiendo y no
malinterpretando lo que se dice.
·
Emitir palabras de refuerzo o cumplidos, que pueden
concretarse en verbalizaciones que
fortalezcan su disertación al emitir que uno está de acuerdo o comprende lo que
acaba de decir.
·
Resumir, que se constituye en la habilidad
informar a la otra persona de nuestro grado de comprensión o también se hay necesidad
de mayor explicación.
De la misma forma, hay que
tener muy en cuenta aquellos componentes que pueden evitar poner en ejecución la
escucha activa y en consecuencia distorsionar la comunicación evitando que sea
efectiva:
·
No distraernos, lo cual ocurre
con facilidad. La investigación a este respecto reporta que la curva de la
atención se inicia en un punto muy alto, disminuye a medida que el mensaje
continúa y vuelve a ascender hacia el final del mensaje. En este contexto
evitar distraernos, implica batallar contra esta tendencia haciendo un esfuerzo
especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que nuestra atención no disminuya.
·
No entorpecer al que habla ni
interrumpir su elaboración verbal.
·
No juzgar, no cuestionar, no
establecer de plano premisas morales personales.
·
No ofrecer ayuda o soluciones
prematuras, así como tampoco rechazar a priori lo que el otro esté sintiendo.
·
No contar o referir la historia
propia cuando el otro necesita hablar de la suya.
·
Evitar presentarse como un
“experto" que de antemano tiene las respuestas al problema de la otra
persona, antes incluso que este haya culminado de plantear su posición
completamente.
A manera de Conclusión
La comunicación, es antes
que todo, es una actitud de apertura al otro que implica disponibilidad desprendida
para compartir lo cual envuelve a su vez una capacidad para dar y recibir. Sin
embargo, ésta no es fácil de dimensionar y a medida que se practica con una
visión de efectividad, es un arte que se debe ejercitar continuamente para desplegarlo
en toda su plenitud y poder así obtener la mejor utilidad de él.
Y ya que hablamos de
calidad cuando nos referimos a la comunicación, es indispensable apuntar hacia
la dirección reflexiva de que estamos llamados a intervenir con las otras
personas, no solamente en las cosas que hacemos en la cotidianidad de lo que hemos
aprendido, sino ir más al fondo de nosotros mismos en el hecho comunicacional. Visto
desde esta óptica hay que dimensionar con total precisión que el que
verdaderamente quiere comunicarse, debe saber escuchar, inclusive cuando las
personas están en silencio, porque éste también forma parte de la comunicación.
Un oído afinado es el
único símbolo axiomático de una actitud abierta a la comunicación efectiva. Y
escuchar constituye el noventa por ciento de una buena comunicación, porque en todos
los seres humanos subyace una necesidad inequívoca que se nos escuche. Esta necesidad
incluye, como seres gregarios que somos, la constitución de un factor fundamental en toda la vida social.
Me hago eco de
las sabias palabras expresadas por Bernard Baruch (1870–1965), quien fuera asesor presidencial de
Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt sobre temas de economía “La habilidad para expresar
una idea es casi
igual de importante como la idea misma”
igual de importante como la idea misma”
Bibliografía
Consultada:
Ballenato, G. (2007) Comunicación Eficaz: Teoría y Práctica de la Comunicación
Humana.
Editorial Pirámide. Madrid, España.
Echeverría, R. (2008). Ontología
del Lenguaje. Ediciones
Granica. Buenos Aires
Ribeiro, L. (2005). La
Comunicación Inteligente: Todas las claves de la comunicación Interpersonal
para triunfar con tus ideas, productos o servicios. S.A.
Editorial Planeta. Barcelona, España.
OConnor, J. y Seymour, J. (1995). Introducción a la PNL. 8va.
Edición. Ediciones Urano. Barcelona, España.
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